Fundamentos Biológicos de la conducta

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INDICE:

1.- Introducción

2.- Tipos de drogas más consumidas en España:

2.1-    Drogas legales

• Tabaco
• Alcohol
• Tranquilizantes o hipnosedantes

1. Drogas ilegales

• Cannabis y derivados
• Cocaína
• Éxtasis

3.- Fisiopatología de las adicciones

4.- Cuestiones demandadas a responder:

• ¿Qué efectos a nivel cerebral producen las sustancias más frecuentemente consumidas en España? ¿Qué sustancias son estas?

• ¿Qué signos orientan a pensar en el consumo de una u otra sustancia?

• ¿Qué alteraciones cerebrales están detrás del paso de un consumo puntual a una adicción?

5.- Bibliografía

INTRODUCCIÓN:

La cantidad porcentual de consumidores de drogas que desarrolla una dependencia representa solo a una parte del total de estos usuarios. Es decir, existe una proporción de consumidores que no referencian ningún trastorno por el hecho del consumo de sustancias, solo una parte de ellos desarrollan algún tipo de adicción. Se advierte la participación de factores genéticos y/o medioambientales en el desarrollo de dicha vulnerabilidad.

Se puede suponer que existan sujetos que pudieran ser vulnerables a sufrir algún tipo de adicción si durante su etapa temprana han sufrido situaciones adversas, ya sean por cuidados inadecuados o algún tipo de abuso. Si bien es cierto que no son los únicos factores estos, forman parte de los mecanismos epigenéticos que pudieran afectar a estos consumidores.

Ya más concretamente en nuestro país, basándonos en el informe de la Delegación de Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, nos situamos en la quinta posición en cuanto a consumo mensual de este tipo de sustancias, más concretamente dentro de las de índole ilícito.

En este trabajo se pasará a relatar cuáles son las sustancias tanto legales como ilegales consumidas en España, así como sus efectos y los cambios que afectan a sus consumidores tanto temporal como crónicamente en su salud y en la sociedad.

2. –TIPOS DE DROGAS CONSUMIDAS EN ESPAÑA:

2.1- DROGAS DEL TIPO LEGAL

2.1.1 TABACO

La nocividad del tabaco ha quedado claramente demostrada desde hace tiempo, constituyendo uno de los problemas más importantes dentro de la salud pública con carácter mundial. Definido como “epidemia silenciosa del s. XX”, surge junto con el desarrollo de la industrialización siendo el principal factor de mortalidad anual. Los hábitos de consumo se estiman, en el año 2020 con una tasa mortal que superará los ocho millones de fallecidos según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Hablamos de que constituye la principal causa evitable de muerte prematura en los países más desarrollados pudiendo decir que pudieran ser evitadas mediante intervenciones informativas intensivas para conseguir dejar este hábito “social” mal sano.

El tabaco consumido con regularidad se le trata como una drogodependencia más, que se determina por factores conductuales y farmacológicos similares a la adicción a otras drogas de índole ilícito pero tan difíciles de abandonar como son la heroína o la cocaína.

Contando con alrededor de siete mil sustancias químicas en los productos del tabaco, la nicotina es el componente activo principal. El método más popular del consumo de tabaco es fumar cigarrillos aunque también existen otros productos en el mercado como el tabaco en polvo y el tabaco de mascar. Pese a no producir humo también contienen nicotina y muchas otras sustancias tóxicas.

Investigaciones demuestran como los principios activos de esta droga, concretamente la nicotina, actúan sobre el cerebro produciendo una activación de los circuitos cerebrales. Regulando las sensaciones de placer o vías de gratificación. Una de estas sustancias clave que implica la necesidad del consumo es la segregación de dopamina, neurotransmisor del sistema nervioso central que activa cinco tipos de receptores celulares y asociada como la causante de las sensaciones placenteras y sensación de relajación. Queda demostrado por multitud de investigaciones que la nicotina aumenta los niveles de este neurotransmisor creando una sensación y reacciones similares a otras drogas de abuso, causando ese estado temporal de placer que sienten los fumadores, y por ende, los cambios que sufre a largo plazo el cerebro inducido por la exposición a la nicotina tenga como resultado la adicción.

Las propiedades farmacocinéticas que ofrece la nicotina están también estrechamente relacionadas con el aumento del consumo y la adicción a este tipo de sustancias, una vez se fuma un cigarrillo, su distribución en el cerebro se realiza de una forma rápida llegando a su nivel mayor en los primeros diez segundos después de haber sido inhalada. Pese a que sus

efectos disminuyen de manera rápida el conjunto de esas sensaciones placenteras hacen que el consumidor tenga necesidad de dosificar durante el periodo de tiempo necesario su consumo para de esta forma evitar cualquier síndrome de abstinencia.

La abstinencia del consumo de nicotina comienza al de pocas horas de haber dejado de fumar, causando irritabilidad, déficit de atención y cognitivo además de diferentes perturbaciones físicas que afectan al sueño y al apetito.

Pese a que los síntomas de la abstinencia vienen relacionados con los efectos farmacológicos de la nicotina, los factores conductuales también hay que tenerlos en cuenta.  El mero hecho

de sentir, oler e incluso el rito de encender, manipular y fumar pueden empeorar los síntomas ampliando la necesidad y el deseo de fumar.

Lo expuesto anteriormente no se le puede achacar solo a la nicotina, como se comentaba existen otras sustancias que pueden contribuir de forma directa a la adicción de esta droga legal. Existen investigaciones que muestran cómo afecta el tabaco en el cerebro, una de las más llamativas es la disminución de los niveles de monoamiooxidasa (MAO), una enzima que se ocupa de la descomposición de la dopamina. Los cambios producidos en esta enzima están, probablemente, causados por algún otro ingrediente del humo que produce el tabaco ya que la nicotina en sí no altera estos niveles enzimáticos.

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