Hacia el sentimiento de infancia.
Enviado por isabel1900 • 14 de Junio de 2016 • Trabajo • 1.735 Palabras (7 Páginas) • 284 Visitas
HACIA EL SENTIMIENTO DE INFANCIA
En principio ha de marcarse que infancia, sentimientos acerca de la infancia, constituyen términos relativamente cercanos en cuanto a su reconocimiento socio histórico, dado que es Ariés, quien realiza estudios sobre el particular, ubicando la categoría hacia 300 años atrás, en la sociedad francesa, (cuestión ésta que ha connotado críticas[1]) .
Ariés marca que el “sentimiento de la infancia” surgió en el siglo XVIII e influyó en la actual concepción de la infancia, refiere que ese sentimiento se constituyó en el emergente de una profunda transformación de las creencias y de las estructuras mentales (Ariès, 1990, en Carli 2002 p 19).
Este autor reconoce dentro de su obra dos momentos el primero ubicado en el siglo XIV, en donde los niños compartían distintas actividades con los adultos sin diferenciación, y un segundo momento ubicado en siglo XVII, XVIII, en donde aparecen dos sentimientos : el mignotage (mimos) y el interés propio por la infancia. ( Narodowski 2013 p 18).
Así mismo, es necesario considerar que el espacio socio histórico en donde Ariés marca los inicios del sentimiento de infancia, presenta directa correlación con el interés por los niños a la luz de la pedagogía, y la psicología, las que dan cuenta de la necesidad de conocer el universo de lo infantil.
INFANCIA ALGUNAS CONSIDERACIONES
La infancia es definida como el período de vida determinado a partir del nacimiento hasta la pubertad, es un tiempo de desarrollo en donde se estructura el humano a partir de su relación con los otros.
Ha de precisarse que el bebé nace en un mundo humano, que desde antes del nacimiento lo cargan de significado y de alguna forma lo estructuran para su inserción en determinado entorno sociocultural. Es el otro humano quien lo reconoce y lo subjetiviza. El bebé paulatinamente establece relaciones con la realidad que lo rodea, relación que está mediatizada por construcciones simbólicas que remiten a la cultura en donde nace.
La socialización posibilita que el niño internalice desde distintos ámbitos, valores, normas, usos, costumbres que marcan su pertenencia a determinada posición en la estructura social, cuestión que define cómo ese niño será criado, qué tipo de valores, usos y costumbres internalizará.
Por otra parte, ha de considerarse que la socialización implica distintas relaciones del niño con los adultos, relaciones que de hecho son de asimetría.
Carli marca, que en el escenario actual, “el pasar por alto el carácter asimétrico de la relación entre adultos y niños, ha provocado, entre otros fenómenos, la pérdida del sentido de responsabilidad de los adultos sobre la infancia, agudizándose en los contextos globalizados, en donde se propician diversas formas de borramiento de las diferencias entre adultos y niños”.(Carli, 2002 p 24).
REPRESENTACIONES ACTUALES DE LA INFANCIA
En la actualidad, los avances tecnológicos y la globalización han transformado la sociedad, y con ella los paradigmas que hacen referencia a la infancia.
La globalización ha producido una suerte de mundo sin fronteras, en donde los estados han perdido poder, dejando ese lugar a las empresas multinacionales, quienes direccionan la economía, el mundo del trabajo, la cultura entre otras cuestiones.
Narodowski (2013 p 14) plantea la existencia de nuevas identidades infantiles, marcando infancias hiperrealizadas e infancias desrealizadas, las primeras dan cuenta de niños y niñas que participan activamente de la sociedad de la información y tecnológica, mientras que las infancias desrealizadas dan cuenta de exclusión.
La estructura mercantil actual, ha creado circuitos de consumo destinados a los niños y niñas, (Carli 2006, p 15), pertenecientes a determinada posición en la estructura social, transformándolos en consumidores. Piénsese en cómo las marcas dan cuenta de clase y pertenencia, y cómo niños y niñas las exigen, connotando esto, una forma de alineación temprana, sujetos sujetados por marcas, que al igual que los adultos son atravesados por el consumo.
Los juegos en red han logrado tal capilaridad en los niños, que aparece en ellos cierta automatización, pueden recrear, a través de los juegos, la construcción de un imperio, un jefe mafioso, un ladrón de autos, ser mercenario en guerras inventadas, cuestiones que marcan, tanto el consumo masivo de contenidos violentos, como la posibilidad de transgresiones en donde el otro puede ser aniquilado.
Si bien existen otros juegos en red, que se estructuran entorno a las carreras de autos o deportes, lo que se instala con gran permeabilidad es la competitividad y una suerte de selección natural donde triunfa el más fuerte, cuestión no menor, ya que afianza tanto las estructuras de poder, como la concepción de las desigualdades como naturales.
En este sentido, este tipo de infancia atravesada tanto por el consumo como el aluvión informático, posibilita la reproducción del sistema de dominación, ya que revaloriza la competencia, el individualismo, naturalizando la inferioridad de condiciones, e instalando modelos identificatorios que presentan un tipo particular de comportamiento y valores, que de hecho, remiten al orden hegemónico.
Ha de precisarse que las configuraciones familiares en muchos casos, se encuentran tan atravesadas como los niños, por lo que en general, es la televisión o los elementos brindados por la web, quienes en cierta forma permanecen más tiempo con ellos, constituyéndose en objetos que educan.
En el polo opuesto, existen otras representaciones infantiles que dan cuenta de exclusión, son aquellas infancias producto de la segmentación que produce la estructura capitalista, en donde se visualizan infancias atravesadas por la guerra, el abuso, el trabajo y maltrato infantil producto de la pobreza, infancias que pueden marcarse como lo intolerable (Bourdelais y Fassin 2005 en Grinberg 2010 p6).
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