INTERVENCION EN CRISIS: PLAGAS TERREMOTOS E INUNDACIONES
Enviado por chateaubleau • 19 de Diciembre de 2012 • 3.491 Palabras (14 Páginas) • 715 Visitas
Universidad Centroamericana de Ciencias Sociales
Curso Psicoterapia III. Intervención en crisis. III Cuatrimestre 2012
Prof. Gabriela Brenes
Presentado por María del Carmen Jirón Jiménez y Marco Antonio Quesada Aguilar
INTRODUCION
Cuando ocurren emergencias y desastres naturales, los problemas de salud mental y del comportamiento aumentan y requieren de atención en los sobrevivientes durante un periodo más o menos prolongado. Esto especialmente, cuando las personas afectadas tienen que enfrentar la tarea de reconstruir sus vidas. Por ello, los trabajadores de atención primaria, socorristas y de ayuda humanitaria deben contemplar entre sus áreas de trabajo el componente psicosocial como parte del abordaje humano destinado a la población que se encuentra en las mencionadas situaciones. El objetivo de este trabajo es dar a conocer no sólo los síntomas más inequívocos del sufrimiento psicológico como la aflicción, el miedo, la tristeza y otras que aparecen en grupos humanos sometidos a situaciones de desastres; sino también conocer las estrategias y procedimientos estructurales que están vinculados al desarrollo de una crisis. Asimismo, este recuento promueve la elaboración de registros que permitan contar con una evaluación cuantitativa y cualitativa que aporte información válida sobre el impacto psicosocial, orientado a mejorar los cuerpos de apoyo y las respuestas institucionales y de hacerlas integrales frente a la emergencia y el desastre.
SOMEROS ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Costa Rica, territorialmente se encuentra asentada sobre una confluencia de placas tectónicas, conociéndose así mismo como un terreno de alta sismicidad. Es tristemente célebre y comentado que ya un 4 de mayo de 1910 un terremoto de magnitud de 6,1 grados en la escala de Richter destruyó casi en su totalidad la antigua capital de Costa Rica, Cartago. Esta ciudad ya había experimentado tres severos terremotos, en 1715, 1822 y 1841. El de 1910 provocó casi mil víctimas entre fallecidos y desaparecidos, así como la destrucción casi total de la ciudad, cuyas edificaciones mayoritariamente eran de adobe y bahareque. El terremoto, llamado de Santa Mónica, causó destrozos en otras comunidades; así, en San José quedaron destruidas 115 casas y dañadas severamente 23. Cuatro días después de este evento concluyó el período de gobierno de Cleto González Víquez, historiador que había estudiado los terremotos y otros desastres ocurridos desde 1608 en el país. En su estudio, que cerró posteriormente con el caso del terremoto de 1910, afirmó: “El terremoto del 4 de mayo de 1910 ha venido a poner de manifiesto que edificios de paredes de tierra (adobe), y aún de calicanto no ofrecen ninguna seguridad ni firmeza, por más que se observaran las correspondientes reglas, y que debido al error de permitirlos, juzgando seguro ese método, han venido a encontrarse familias enteras repentinamente sepultadas bajo sus ruinas”.
Don Cleto fue nombrado miembro de la comisión para la reconstrucción de la ciudad. No se puede dudar que debido a su influjo la Municipalidad de Cartago emitió el Reglamento de Construcciones Urbanas, que fue aprobado por el nuevo presidente de la República, Ricardo Jiménez, el 12 de setiembre de ese año. En su artículo 14, dicho reglamento prohibía las construcciones con adobe, calicanto o piedra. La prohibición de construcciones basadas en los materiales mencionados estuvo restringida a los cantones de Cartago y, posteriormente, de Limón por mucho tiempo. Debió esperar hasta el Código Sísmico de 1974 para trascender al ámbito de la regulación nacional y extenderse al bahareque. No obstante, se puede decir que produjo un cambio más seguro que el de la mera normativa jurídica: el cultural. Actualmente, el Código Sísmico de Costa Rica establece que “se prohíbe el uso estructural de materiales y sistemas constructivos como el adobe, el tapial, el bahareque relleno y la mampostería sin refuerzo en los sistemas sismo resistentes de todas las edificaciones y obras afines a ser construidas en el territorio de la República de Costa Rica”.
A todas luces, y en comparación con los altos niveles de mortalidad asociados a sismos en otras regiones del mundo que utilizan materiales como los prohibidos en Costa Rica, es claro que se debe seguir creciendo en dirección a perfeccionar esta normativa. Que puedan existir nuevas técnicas de construcción de edificaciones con adobe y bahareque no debe ocultar el gran acierto tanto de la normativa como de la cultura constructiva en Costa Rica, que ha evitado la pérdida de muchas vidas humanas.
Pero las regulaciones en materia constructiva no se refieren solamente a evitar el uso de aquellos materiales. Nos parece urgente que se efectúen todos los esfuerzos posibles para la total aplicación de la normativa vigente. El hecho de que, según la Presidenta de la República, cerca del 30% de las construcciones del país no está apegada a dicha normativa es preocupante. El dato sobrepasa el que, en el año 2009, arrojó una investigación del Colegio Federado de Ingenieros y de Arquitectos (CFIA), según el cual “un 27 por ciento de las construcciones en nuestro país se efectúan sin el permiso municipal. El estudio señaló que la carencia de permisos provoca que las construcciones no cuenten con la normativa técnica para la seguridad de las obras civiles, y mucho menos con la supervisión de un profesional en ingeniería y en arquitectura”. Las condiciones de pobreza en que vive una cuarta parte de la población nacional, cifra que los gobiernos no han logrado desestancar, constituyen un factor decisivo para que se sigan construyendo viviendas (algunas, en realidad, infraviviendas) o ampliándoselas sin apego a las normativas.
Los daños causados por el terremoto que el pasado 5 de setiembre azoló una gran parte del territorio costarricense han sido graves, particularmente en el daño de viviendas y en el impacto social que, a la postre, en el contexto de la crisis fiscal, tendrá la inversión económica demandada por las tareas de reconstrucción de edificios públicos e infraestructura. Sin duda esta situación obedece a la convergencia de varios factores, tanto naturales como antrópicos: En el plano natural (geofísico), sustancialmente se pueden enumerar tres:
a) “La placa Cocos se sub dujo debajo de la Caribe en un ángulo de 35º, por lo que el golpe se produjo hacia el fondo de la tierra y no a la superficie” (geólogo Wilfredo Rojas, de la Red Sismológica Nacional [RSN]).
b) “Las ondas recorrieron 15 kilómetros desde el fondo hasta la superficie, y se fueron debilitando conforme avanzaban entre la capa rocosa”. Es decir, “el lecho rocoso atenuó la fuerza destructiva del terremoto” (ibid.).
c) No se produjo un gran tsunami debido a que
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