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Ideacion suicida.


Enviado por   •  7 de Mayo de 2016  •  Ensayo  •  2.022 Palabras (9 Páginas)  •  322 Visitas

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El enfoque Construcivista Evolutivo, sienta sus bases en la epistemología Constructivista que permite comprender la relación dinámica entre sujeto y objeto en la experiencia de conocer. De esta forma, es posible entender los procesos de construcción de significado y complejización de las estructuras de conocimiento, dentro de la relación continua entre el sujeto y su contexto a lo largo de su historia vital. A partir de esta comprensión, se entiende cómo el de la persona se da a través de la permanente interacción con el medio en un proceso de cooperación con otros. Sin embargo, estos procesos no siempre permiten el logro de las tareas evolutivas y, en consecuencia, de una adaptación adecuada, constituyéndose en una vulnerabilidad para el desarrollo que abre la posibilidad de la aparición de psicopatología, como es el caso de las conductas suicidas.

El intento de suicidio, y cualquier tipo de conducta suicida, desde los criterios psicopatológicos del enfoque Constructivista – Evolutivo puede ser considerado como reflejo de un desequilibrio en el funcionamiento psicológico del sujeto. Por lo tanto, se trataría siempre de un signo psicopatológico. El intento de suicidio vendría a constituir una conducta desadaptativa, es decir, es la expresión de un desequilibrio entre los procesos de asimilación y acomodación que no le permite al sujeto relacionarse de forma adaptativa con sí mismo, los otros y el mundo (Sepúlveda, 2004). En su relación con la realidad, el sujeto no está logrando construir esquemas que le permitan progresar ni convertir en información valiosa para él las perturbaciones que de esta interacción se desprenden (Sepúlveda, 2003). Quienes realizan un intento de suicidio se encuentran en un estado de desequilibrio importante, que no les permite regular su comportamiento hacia la adaptación y que dificulta el desarrollo de la organización de la identidad hacia la autonomía (Ruiz & Sepúlveda, 2004; Sepúlveda, 2004). En estos sujetos, “se produce un desequilibrio importante en la relación de significado del sí mismo en el mundo y con los otros, dándose la percepción y el sentimiento de falta de libertad, de falta de igualdad y de falta de oportunidades para la creación, la acción y el diálogo” (Sepúlveda, 2004). Dentro del período de tiempo en el que el sujeto avanza en el continuo de conductas suicidas hasta llegar al intento como tal, este patrón de conducta desadaptativa va rigidizándose, retroalimentando positivamente la forma de percibir y construir las visiones de sí mismo, los otros y el mundo que ha ido desarrollando. De esta forma se permite elaborar los criterios que se deben considerar para la elaboración e implementación de una Intervención en Crisis durante la niñez y adolescencia, que tome en cuenta los aspectos diferenciales del fenómeno, a la vez que respete su individualidad.

Por otro lado, el diseño e implementación de la intervención en crisis desde este enfoque, aporta elementos que facilitan en general su planteamiento y realización, pues como señalan Ruiz, Imbernón y Cano (1999) cuando los sujetos son difíciles o resistentes al cambio, o cuando parecen minimamente conscientes de los significados de las emociones displacenteras, se aconseja trabajar con estrategias constructivistas de exploración personal, expresión de las emociones displacenteras y expresión afectiva menos directivos, donde el terapeuta parte de un enfoque no preconcebido de los significados personales que fallan y hay que reparar, intentando vencer así la resistencia con que frecuentemente se encuentran los interventores en el caso de un intento de suicidio.

La visión cognitiva – constructivista de la crisis, da énfasis al proceso mediante el cual el sujeto construye el suceso en estos términos, es decir, cómo el sujeto interpreta desde sus estructuras cognoscitivas previas la situación actual. Taplin (1971 citado en Slaikeu, 1988), entiende la crisis como una disonancia o sobrecarga de la información recibida por el sujeto en relación a su estructura preexistente donde se produce un importante desequilibrio en las estructuras del sujeto y en su relación con el medio, cuyo desenlace puede implicar tanto un avance en el desarrollo como un empeoramiento de las condiciones previas a la crisis, según cómo esta se resuelva, desde donde se desprende la importancia de intervenir a tiempo y en forma eficiente. A la luz de los elementos teóricos relativos a la crisis (Slaikeu, 1988), el intento suicida puede entenderse como tal, puesto que implica un estado de desorganización temporal en el cual el individuo va sintiendo impotencia e incapacidad para enfrentar las perturbaciones que se le presenten y, en este sentido, se van mermando sus mecanismos de adaptación. Estos sentimientos de impotencia e incapacidad irían aumentando a través del continuo de conducta suicida, llegando a un nivel máximo en el caso del intento suicida.

En el intento suicida puede encontrarse un funcionamiento previo a la crisis que predispone a ciertos individuos a presentar este tipo de conducta. Este funcionamiento se caracteriza por desequilibraciones que abren la posibilidad a la aparición de psicopatología (Sepúlveda, 2004), al construir estructuras caracterizadas por la regresión y rigidez. De este modo, facilita la aparición de conductas desadaptativas como es el caso del intento suicida.

Terapia:

Tratamiento: este incluye el abordaje de sujetos que ya han realizado un intento de suicidio. Dentro de estas estrategias se encuentran la utilización de los servicios de salud mental, de emergencia y de intervención en crisis, la hospitalización, el tratamiento ambulatorio, la psicoterapia y las intervenciones psicofarmacológicas (Gould et al, 2003). Si bien, ambas líneas de abordaje se distinguen en cuanto a la población a la que se dirigen, se plantean objetivos similares en su intervención. Estos pueden agruparse según el contexto al que apuntan:

En el contexto individual: a. Evaluación de la conducta suicida y del riesgo de suicidio del sujeto, atendiendo especialmente el nivel de desesperanza, por el peligro que este entraña en la posibilidad de un reintento (Dori & Overholser, 1999 citados en Rutter & Behrendt, 2004). Además de realizar una evaluación respecto a la depresión como estrategia efectiva en la prevención del suicidio, en niños y adolescentes en riesgo (Shaffer & Craft, 1999 citados en Vermeiren, Schwab-Stone, Ruchkin et al., 2003), se debe evaluar la presencia de conductas violentas y de riesgo (Vermeiren, Schwab-Stone, Ruchkin et al. 2003).

b. Entrenamiento y construcción de competencias sociales (Bell & Clark, 1998), de enfrentamiento y resolución de problemas (Bell & Clark, 1998; Carrigan, 1994; Linehan, 1987 citado en Pulakos, 1993), el mejoramiento de las estrategias de comunicación (Carrigan, 1994) y de formas más efectivas y menos peligrosas de conseguir sus metas, señalando las conducta suicidas como respuestas desadaptativas al  estrés (Hillard, 1983). Con el desarrollo de estrategias de resolución de problemas se pretende aumentar los niveles de tolerancia al estrés, capacidad de regulación emocional, efectividad interpersonal y la capacidad de tomar mejores decisiones (Linehan, 1993 citado en Shaffer & Peffer, 2001).

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