Inhibicion Sintoma Y Angustia
Enviado por Irenepsicologa • 16 de Septiembre de 2012 • 5.446 Palabras (22 Páginas) • 559 Visitas
INHIBICION, SINTOMA Y ANGUSTIA:
I
No debemos confundir inhibición con síntoma. Inhibición significa restricción de una función, y no necesariamente es algo patológico. El síntoma es en cambio indicador de un proceso patológico. Una inhibición puede pasar a ser síntoma cuando la restricción funcional es grande, o bien cuando aparece una función nueva. Ya que la inhibición es una perturbación funcional del yo que aparece en afecciones neuróticas, estudiemos cómo ocurre este proceso en cuatro funciones: la función sexual, la nutrición, la locomoción y el trabajo profesional. Generalmente la función sexual aparece inhibida en la impotencia psíquica (falta de placer, no erección, no eyaculación, etc). Otra perturbación aparece en la perversión y el fetichismo. En la inhibición hay una desviación de la libido y su relación con la angustia es evidente: se inhibe la función porque cumplirla sería angustioso.
En la nutrición, la perturbación más frecuente es la repugnancia al comer por desviación de la libido. También puede haber aumento del apetito derivada del miedo a morir de hambre. Está también el vómito (defensa histérica contra la alimentación) y la negativa a comer por miedo a ser envenenado (psicosis).
La locomoción también puede aparecer inhibida, como por ejemplo en la histeria o en la fobia (fobia a caminar). En el trabajo también se inhibe la función laboral, como por ejemplo en la histeria (ataques que impiden trabajar normalmente) y en la neurosis obsesiva (la puntillosidad hace imposible el trabajo normal).
La síntesis que debemos rescatar hasta aquí es la siguiente: la inhibición es la expresión de una restricción funcional del yo, lo cual puede obedecer a causas diversas. Primeramente, puede deberse a que la función a realizar tiene la significación de un acto sexual, y entonces se inhibe la función porque dicho acto está prohibido (por ejemplo el escribir o el andar como expresión del acto sexual). El yo renuncia a dichas funciones para no entrar en conflicto con el ello. También otras inhibiciones tienen el sentido del autocastigo: no hacer la función porque ello traería éxito (por ejemplo en el trabajo) y esto está prohibido por un superyo severo. En este caso el yo evita un conflicto con el superyo. En inhibiciones más generales, la inhibición se debe a un empobrecimiento de la energía, ya que ésta está consumiéndose en alguna labor psíquica grave (duelo, represión, etc). En síntesis: las inhibiciones son consecuencia de un empobrecimiento energético. En cambio el síntoma no puede ser ya descripto como un proceso en el yo.
II
El síntoma sería un sustituto de una no lograda satisfacción instintiva, un resultado de la represión. Por la represión, el yo logra que la representación sustentadora del superyo rehúse hacerse conciente.
Por la represión, la liberación del instinto aparece como displacentera en lugar de placentera (transformación de los afectos). El yo puede ejercer mucha influencia sobre el ello. Cuando el yo lucha contra el instinto del ello, da una 'señal' de displacer para alcanzar su propósito con la ayuda del principio del placer, instancia casi omnipotente. ¿De dónde saca el yo la energía para dar esta señal de displacer? La saca de la representación a reprimir y la convierte en displacer (angustia). El afecto reprimido es transformado en angustia, y así el yo resulta ser la sede de la angustia. No se crea aquí nueva energía: se toma la energía de lo reprimido y se la convierte en angustia.
Casi todas las represiones que conocemos por la clínica son secundarias, pues suponen represiones primitivas que ejercen una influencia sobre las nuevas situaciones. Las represiones primitivas ocurrieron antes de la instauración del superyo y tuvieron su origen en una situación traumática.
El síntoma surge del impulso instintivo obstruído por la represión. Cuando gracias a la señal de displacer o angustia logra el yo su propósito de dominar al impulso, no logramos saber nada sobre la represión: sólo cuando ésta fracasa podemos comprender algo de ella. El impulso instintivo encuentra un sustituto de su satisfacción en el síntoma, el cual no es placentero y sí es obsesivo. Esta sustitución impide la descarga por medio de la motilidad: el síntoma no se transforma en acción. Por tanto el yo opera bajo la influencia de la realidad exterior excluyendo de esta realidad el éxito del proceso sustitutivo.
Freud termina citando el contraste entre esta última opinión suya, según la cual el yo es muy poderoso, y su anterior opinión de "El yo y el ello", donde esa instancia aparecía más débil, y a merced del ello y del superyo.
III
Esa contradicción se debe a que somos demasiado inflexibles y sólo observamos un único aspecto por vez. Por ejemplo el yo y el ello se oponen, pero también coinciden por ser uno diferenciación del otro. Al verlo como opuesto al ello, vemos al yo como débil, pero es fuerte si lo vemos unido a él, empleando su energía. Algo similar ocurre en la relación yo-superyo. La represión nos revela a la vez la fuerza y la debilidad del yo.
La lucha no termina con la formación del síntoma, y suele seguir con una lucha contra el síntoma mismo. En efecto, el yo busca suprimir el síntoma por ser algo extraño y aislado en la vida anímica, y busca además integrarlo a ella. Esto se ve especialmente en los síntomas histéricos, donde es posible discriminar por un lado el impulso y por el otro el castigo. Así, el yo busca integrar el síntoma extraño. Incluso se ha exagerado esta situación diciendo que el yo crea los síntomas para sacar de ellos alguna ventaja. Síntomas obsesivos y paranoicos aportan al yo una satisfacción narcisista, de otro modo inaccesible. Por ejemplo los obsesivos se creen los mejores. La ventaja secundaria de la enfermedad apoya la tendencia del yo a incorporar el síntoma y fortalecer su fijación. Por esto es tan difícil atacar el síntoma en la terapia. Para poder comprender la lucha secundaria contra el síntoma debemos abordar el tema de la angustia, y en la particular la de las neurosis histéricas.
IV
El ejemplo concreto es el caso Juanito, quien se niega a salir a la calle por temor a los caballos. ¿Dónde está aquí el síntoma?, ¿en la angustia?, ¿en la restricción a moverse libremente?, ¿en el caballo como objeto elegido?; ¿dónde está la satisfacción que Juanito se prohíbe?
Vemos que se trata de un miedo muy concreto: el temor a que lo muerda un caballo. El análisis de Juanito revela un conflicto de ambivalencia: odia y ama al mismo tiempo a su padre. Su fobia debe ser una tentativa de resolución de dicho conflicto, el cual en este caso no se resuelve al triunfar una de las dos tendencias. Juanito reprime
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