Intervención En Lo Social

La intervención en lo social

Exclusión e integración en los nuevos escenarios sociales- (Alfredo J. Carballeda)

CAP I: “Los orígenes y su sentido”.

La intervención se vincula al origen de la denominada “cuestión social”. En este aspecto, la intervención manifiesta una influencia del pensamiento de Thomas Hobbes. Desde sus obras comienza a instaurarse la visión contractualista de la sociedad, a fin de terminar con el “estado de guerra natural”. Su solución a este problema será “darle poder al soberano para lograr paz”.

Esta solución implica la llegada de la paz a cambio de una cesión inevitable por parte de quienes pactan, soslayándose la existencia de un conflicto previo que quedara oculto, pero que reaparecerá en los márgenes de la recién constituida “sociedad”, o quedara latente, bajo las condiciones de “problema social” o “anormalidad”.

Si librados a sí mismos los hombres aspiran a “satisfacer sus impulsos”, luego de lograda la paz social será necesario mantenerla, generando formas de reorientar la acción de los hombres, de encauzarlos en una dirección, en busca de aquello que el pensamiento moderno considerará y definirá como útil para el “todo social”.

Desde sus orígenes, gran parte del sentido de la intervención en lo social está relacionada con el modo como cada época construye los perfiles de la trasgresión. Esto implica una forma de acercarse a este “territorio” a través de diferentes dispositivos, instrumentos y modalidades de acción, en la medida que pueden afectar al “todo social”. Es decir, lo que más tarde se conocerá como “previsión social” comienza a cobrar forma, a través de una intervención más ordenada y cargada del sentido de la modernidad.

Se está fundando la necesidad de intervención, justamente allí donde el contrato puede romperse, violarse o resquebrajarse: el lugar de lo que se considera débil o vulnerable. Todo aquello que no coincida con una racionalización de la sociedad en cada uno de sus espacios (locura, minoridad, enfermedad, escuela, muerte, etc.) debe ser reordenado, racionalizado e introducido en la “vida metódica”. Es decir, será ingresado a la modernidad.

Una muestra de esta racionalización es la alegoría del “torno”, recogida por Danzelot: se trata de un dispositivo que, de alguna manera, refleja la transición de lo antiguo a lo moderno y representa el modo como los dispositivos, mecanismos y estrategias de intervención en lo social se resignifican en un nuevo lenguaje. Se puede pensar a este dispositivo como una forma de ingreso a la institución, a un nuevo mundo, a un orden diferente y opuesto al que se provenía. Se trata de un dispositivo aséptico, mecánico, que detiene y da otro rumbo a la historia de quien es abandonado. El torno implica un orden, traduce una idea de funcionamiento institucional. Su forma, su sentido, impactarán en las prácticas que intervienen en lo social. Estas tratarán de reproducirlo, de observarlo, de entenderlo, de parecérsele. El torno es la institución, una suerte de patronato, todavía construido en forma precaria, pero que enuncia claramente sus significados e ideales.

La intervención en lo social implica un ejercicio del poder y una ratificación de su circulación y su vitalidad en cada acto. Se presenta como una vía de ingreso a la modernidad dirigida a aquellos que cada época construye como portadores de problemas que puedan disolver al “todo social”. De ahí que en el contexto de la Ilustración y en relación con la problemática de la integración se define lo patológico, criminal, ilícito, desviado, sin razón, irregular, etc.

La intervención se va ratificando en la perspectiva de los ideales vinculados a los “nuevos” valores de la Ilustración. De alguna manera las ideas de Condorcet, Montesquieu y Rousseau se “encuentran”, coinciden en el lugar de la intervención, y la obra de Bentham puede ser considerada como una especie de síntesis de aquellas: con el panóptico, enmarcará la intervención en lo social durante años, con repercusiones en la actualidad.

Las disciplinas que se resignifican en ese momento de la historia deben estar atentas a las posibilidades de cambio, sobre todo aquellos casos de deformaciones o retrocesos, para así intervenir, corrigiendo desde el cuerpo, el alma (mente) o el contexto. De esta forma, la intervención en lo social surgirá en relación con diferentes planos: en la detección de lo “anormal” y su clasificación; en la aplicación de formas de disciplinamiento, y por ultimo en la articulación de ambas para dar una señal a la sociedad, en definitiva para dar una señal a la sociedad, en definitiva para construir en forma permanente a ese “otro” sobre el cual se intervendrá.

Las prácticas que intervienen en lo social poseen una impronta pedagógica, por cuanto procuran que ese “otro” aprehenda la modernidad. La intervención elabora sus primeros

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