LA RELIGIÓN COMO COMPENSACIÓN DE LA CONVERSIÓN DEL INDIVIDUO EN HOMBRE-MASA
Enviado por martinpsi • 3 de Septiembre de 2013 • 2.226 Palabras (9 Páginas) • 416 Visitas
LA RELIGIÓN COMO COMPENSACIÓN DE LA CONVERSIÓN DEL
INDIVIDUO EN HOMBRE-MASA
Con el fin de eliminar toda saludable restricción a la ficción del poder
absoluto del Estado, esto es, de la omnipotencia de los jerarcas máximos que
manejan los hilos del Estado, todos los esfuerzos social-políticos que apuntan
en aquella dirección se encaminan a minar las bases de las religiones. Para
convertir al individuo en función del Estado, es preciso quitarle cualquier
otro condicionamiento o situación de dependencia; y ocurre que religión
significa dependencia y sujeción a algo dado de índole irracional y que no
está referido directamente a condiciones sociales y físicas sino a la postura
psíquica del individuo.
Una actitud hacia las condiciones exteriores de la existencia sólo es factible si
existe un punto de enfoque situado fuera de ellas. Las religiones
proporcionan o pretenden proporcionar esta base y, así, ofrecer al individuo
la posibilidad de criterio y decisión propios. Proveen un reservado frente a la
presión concreta e ineludible de las circunstancias externas, a cuya merced se
halla todo el que viva por entero en el mundo exterior y no tenga bajo los pies
más que el pavimento. Si no existe otra verdad que la basada en las estadísticas,
ella representa la exclusiva autoridad; hay entonces una sola
realidad dada, y no habiendo otra opuesta a ella, el criterio y la decisión
propios son, no ya superfluos, sino imposibles. Entonces el individuo es
forzosamente una función de la estadística y, por ende, una función del
Estado o como quiera llamársele al principio normativo abstracto.
Las religiones enseñan una autoridad distinta, opuesta a la del "mundo".
Enseñan que el individuo está sujeto a Dios, doctrina ésta no menos exigente
que el mundo. Hasta puede darse el caso de que debido a lo absoluto de esta
exigencia el hombre quede enajenado al mundo en no menor grado que se
pierde a sí mismo cuando sucumbe ante la mentalidad colectivista. Puede él
en el primer caso, frente al punto de vista de la doctrina religiosa, perder su
criterio y decisión propios igual que en el segundo. A eso aspiran evidentemente
las religiones, a no ser que se avengan a un pacto transaccional
con el Estado. En este último caso, "religión" tiene más bien el sentido de
profesión de fe dirigida al medio ambiente, siendo por lo tanto un asunto
ultramundano, mientras que la religión propiamente dicha expresa una
relación subjetiva con ciertos factores metafísicos, esto es, extramundanos,
quiere decir que su sentido y objetivo residen en la relación del individuo con Dios (cristianismo, judaismo, islam) o con el camino de la redención
(budismo). De este hecho fundamental deriva la respectiva ética, la que sin la
responsabilidad individual ante Dios no pasa de moral convencional.
Las religiones en cuanto a pactos transaccionales con la realidad profana se
han visto en la necesidad de proceder a una progresiva codificación de sus
nociones, doctrinas y prácticas, a raíz de lo cual se han aseglarado tanto que
su esencia religiosa propiamente dicha, la revelación viva y entendimiento
inmediato con su punto de referencia extramundano, ha pasado a segundo
plano. Toman como pauta del valor y significación de la relación religiosa
subjetiva la doctrina tradicional; y allí donde ocurre así en menor grado (como
por ejemplo en el protestantismo), por lo menos se habla de pietismo,
sectarismo, exaltación sin freno y cosas por el estilo con referencia a quien
invoque la voluntad inmediata de Dios. La religión en cuanto credo
convencional o es la Iglesia oficial o, cuando menos, constituye una
institución pública, de la cual forman parte consuetudinariamente, por así
decirlo, al lado de auténticos creyentes, muchas gentes que son en definitiva
indiferentes en materia religiosa. Aquí se hace patente la diferencia existente
entre religión propiamente dicha y religión como profesión de fe colectiva
dirigida al medio ambiente.
De manera, pues, que el pertenecer a una religión es, según el caso, asunto no
tanto religioso sino más bien social, y como tal no contribuye nada a la
constitución de la individualidad. Ésta depende exclusivamente de la relación
del individuo con una instancia extraterrena, cuyo criterio no es la profesión
de fe de labios afuera, sino el hecho psicológico de hallarse la vida del individuo
efectivamente condicionada no sólo por el yo y sus pareceres, o por
factores determinantes sociales, sino, en igual medida, por una autoridad
trascendente. No son normas morales, por muy elevadas que sean, ni
profesiones de fe, por más que ortodoxas, las que constituyen el fundamento
de la autonomía y libertad del individuo; es única y exclusivamente la
conciencia empírica, esto es, la vivencia inequívoca de una personalísima
relación mutua entre el hombre y una instancia extramundana opuesta al
"mundo y su razón".
Esta formulación no agradará ni a quién se sienta hombre-masa ni al hombre
de la religión transaccional, seglarizada. Para el primero, la razón de Estado
es el principio supremo del pensamiento y de la acción; ésta es la noción que
le ha sido inculcada, y es así que a su entender el individuo sólo en cuanto
función del Estado tiene razón de ser. Por su parte, el segundo, si bien
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concede al Estado un derecho moral y de hecho, sostiene que no sólo el
hombre sino también el Estado puesto por encima del hombre está sujeto al
imperio de Dios y que en caso de duda la decisión suprema debe
corresponder a éste, y no a la razón de Estado. Como no pretendo abrir juicio
en materia metafísica, me abstengo de opinar sobre la cuestión de si el
mundo, esto es, el mundo exterior, humano, y por ende la naturaleza toda, es
o no antagónico a Dios. Sólo señalaré que el antagonismo psicológico entre
las dos esferas vivenciales no sólo está atestiguado ya en el Nuevo
Testamento, sino que todavía en los tiempos presentes se pone de manifiesto
en la actitud negativa de los regímenes dictatoriales hacia la religión y de la
Iglesia hacia el ateísmo y el materialismo.
Así como el hombre, ser social, a la larga no puede vivir al margen de la
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