LEY Y CONSTITUCIÓN
Enviado por tatyanajeta • 22 de Abril de 2015 • 361 Palabras (2 Páginas) • 184 Visitas
promesa de 1815 y dotarse el país de una Constitución.
v LEY Y CONSTITUCIÓN
Se realiza una pregunta: ¿En qué se distinguen una Constitución y una Ley?
Ambas, la Ley y la Constitución, tienen, evidentemente, una esencia genérica común. Una Constitución, para regir, necesita la promulgación legislativa, es decir, que tiene que ser también ley. Pero no es una ley como otra cualquiera, una simple ley: es algo más. Entre los dos conceptos no hay sólo afinidad; hay también desemejanza siendo esta la que hace que la Constitución sea algo más que una simple ley, podría probarse con cientos de ejemplos.
El país, por ejemplo, no protesta que a cada paso se estén promulgando leyes nuevas. Por el contrario, todos sabemos que es necesario que todos los años se promulgue un número más o menos grande de nuevas leyes. Sin embargo, no puede dictarse una sola ley nueva sin que se altere la situación legislativa vigente en el momento de promulgarse, pues si la ley nueva no introdujese cambio alguno en el estatuto legal vigente, sería absolutamente superflua y no habría motivos para relucirla. Más no protestamos que las leyes se reformen, antes por el contrario, vemos en estos cambios en general, la misión normal de los cuerpos gobernantes; pero en cuanto nos nombran a la Constitución, alzamos voces de protesta y gritamos: ¡Dejad estar la Constitución! ¿De dónde nace esta diferencia? Esta diferencia es tan innegable, que hasta hay textos constitucionales donde se dispone taxativamente que la Constitución no podrá alterarse en modo alguno en otras palabras: se prescribe que para su reforma bastará la simple mayoría, sino que deberán reunirse las dos terceras partes de los votos del Parlamento; y hay algunas en que la reforma constitucional no es de la competencia de los cuerpos colegisladores, ni aún asociados al Poder Ejecutivo, sino que para acometerla deberá convocarse extra, ad hoc, expresa y exclusivamente para este fin, una nueva Asamblea legislativa, que decida acerca de la oportunidad o conveniencia de la transformación.
En todos estos hechos se revela que es en espíritu unánime de los pueblos, una Constitución debe ser mucho más sagrada todavía, más firme y más inconmovible que una ley ordinaria.
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