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LOS DRAGONES DEL EDEN


Enviado por   •  10 de Septiembre de 2012  •  1.910 Palabras (8 Páginas)  •  1.111 Visitas

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En el Edén de la vida, el Edén religioso y el que nos planteamos día tras día de manera metafórica debemos plantearnos una idea principal y redundante a lo largo de la historia, (quizá tan sólo después de la época medieval en que era todo lo opuesto). El hombre es el centro del universo.

En un primer plano debemos aclarar el origen de este libro. Carl Sagan fue un astrofísico, astrónomo, exobiólogo (estudioso de la vida extraterrestre en el Cosmos), escritor, divulgador científico nacido en New York, Estados unidos el 9 de noviembre de 1934. Interesando desde la adolescencia en la Ciencia y la divulgación de esta. En el año de 1978 gana el premio Pullitzer con el libro ‘Los Dragones del Edén’. En el cual nos abre un amplio panorama a la visión mitológica y fantástica del origen del hombre. Dejando de cierta manera atrás los tecnicismos propios de la biología, anatomía y en algunos capítulos, deja atrás tecnicismos de ciencias hermanas a la botánica, entomología (estudio de los insectos).

Quinto sol; mitología prehispánica

Abordando uno de los tópicos propuestos por Sagan; los mitos. Nos remitiremos al mito del Quinto Sol, propio de la cosmovisión mesoamericana el cual explica que el universo ha pasado por cuatro etapas previas al sol que ahora nos reina.

1. El Primer Sol se llamaba Nahui-Ocelótl (Cuatro-Ocelote o Jaguar) porque el mundo, habitado por gigantes, había sido destruido, después de tres veces cincuenta y dos años, por los jaguares, que los aztecas consideraban nahualli o máscara zoomorfa del dios Tezcatlipoca.

2. El Segundo Sol, Nahui-Ehécatl (Cuatro-Viento), regida por Quetzalcóatl, desapareció después de siete veces cincuenta y dos años al desatarse un gran huracán, que transformó a los sobrevivientes en monos.

3. El Tercer Sol, Nahui-Quiahuitl (Cuatro-Lluvia), desapareció al cabo de seis veces cincuenta y dos años, al caer una lluvia de fuego, manifestación de Tláloc, dios de la lluvia, de largos dientes y ojos enormes. Los habitantes de la tierra eran en su mayoría inmorales y perversos, y los sobrevivientes se transformaron en pájaros y guajolotes.

4. El Cuarto Sol, Nahui-Atl (Cuatro-Agua), cuya regente fue Chalchiuhtlicue, acabó con un terrible diluvio, después de tres veces cincuenta y dos años, al que solo sobrevivieron un hombre y una mujer, que se refugiaron bajo un enorme ciprés (en realidad, un ahuehuete). Cada uno de estos soles corresponde a un punto cardinal: Norte, Oeste, Sur y Este, respectivamente. En él sucedió que todo se lo llevó el agua, y la gente se convirtió en peces.

5. El Quinto Sol se llama Nahui-Ollin (Cuatro-Movimiento) porque está destinado a desaparecer por la fuerza de un movimiento o temblor de tierra, momento en el que aparecerán los monstruos del Oeste, tzitzimime, con apariencia de esqueletos, y matarán a toda la gente. Quetzalcóatl, junto con Xólotl, creó a la humanidad actual, dando vida a los huesos de los viejos muertos con su propia sangre. El Sol presente se sitúa en el centro, quinto punto cardinal y se atribuye a Huehuetéotl, dios anciano del fuego, porque el fuego del hogar se encuentra en el centro de la casa. (Quinto Sol. 1986).

Después de ser peces, jaguares, monos, guajolotes y pájaros. De ser inmorales y perversos. Después del tremendo diluvio. Ahora, es tiempo del Quinto Sol, el que nos cuida y cada mañana nos da un poco de calor y alegría, el sol que se ha vuelto tan cotidiano a nuestros días que nunca llegamos a pensar y cuestionarnos ¿Qué pasaría si nuestro sol de un día a otro decide dejar de alumbrarnos y quitarnos el miedo por la noche? En el relato que se narra por primera vez en el año 1558, tan sólo treinta y siete años después de la conquista se describe como veían los pueblos mesoamericanos la invención del hombre, la tierra y de sus demonios. A base de versos, un nativo fue explicando paso a paso, cómo sucedió todo.

Uno de los puntos sumamente rescatables en el mito del Quinto Sol es el uso literal y figurativo de todo el discurso en el que recaen las construcciones mitológicas y la conformación de lo que Jung denominaría como Inconsciente colectivo, ya que, tanto en este texto como en el Popol Vuh, de la cultura Maya (del k’iche’ se traduciría como: Libro del Consejos), la biblia (del griego τα βιβλία, ta biblía, ‘los libros’) encontramos un listado y apartado amplio y genérico de la formación del hombre y el universo. Reiterando en estos tres ejemplos y muchos otros más el uso de imágenes arquetípicas (modelos genéricos y repetitivos. Material de los sueños, mitos y las artes) (Jung: 1999).

El ser por alguna razón, se ve en la necesidad de la creencia, no importa si es un dios, si es una idea, una palabra –o en estos tiempos- en una cara bonita. Estos textos complementan al hombre de manera espiritual; las banalidades nos llenan de placer el cuerpo; ropa bonita, un buen calzado, gestos y cosas que no se pueden complementar de la manera “propia”. En cuanto a lo constructivo del texto, y en antítesis al párrafo anterior. La creencia del dios Quetzalcóatl, que va al Monte de los sustentos a buscar alimento para los nuevos hombres…

No sólo nos dan –los dioses, teístas o monoteístas, negros o blancos, los pacificadores o los bélicos- un poco de esperanza o nos la quitan de una tajada. También nos guían en el camino, nos colman de bendiciones, cuando uno obra bien, en el caso azteca. Cuando el pueblo es fiel, respetuoso y está dispuesto a dar la vida por el designio bendito.

Cierto, los tiempos han cambiado. Cierto, tenemos más cultura y más conciencia de lo tangible y lo intangible ¡Cierto! Pero, ¿cuánta estupidez y cuánto desinterés puede sembrar el espíritu fanático de la religión y las cuestiones, todas, del ser en nuestras mentes? El cuestionamiento es amplio y sugerente a una sola

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