La Motivación.
Enviado por Danii.Shoujo_16 • 29 de Octubre de 2013 • 4.667 Palabras (19 Páginas) • 193 Visitas
Durante muchos años me ha interesado el estudio de la temprana aparición de dos actitudes que siempre nos han sido familiares: envidia y gratitud. He llegado a la conclusión de que la envidia al atacar la más temprana de las relaciones -aquella que tenemos con la madre- es uno de los factores más poderosos de socavamiento, desde su raíz, de los sentimientos de amor y gratitud. La importancia fundamental de esta relación en toda la vida emocional del individuo ha sido sustanciada en un gran número de trabajos psicoanalíticos. Creo que al explorar aun más este factor particular que puede ser muy perturbador en un estadío temprano, he añadido algo de significación a mis hallazgos concernientes al desarrollo infantil y a la formación de la personalidad. Considero que la envidia, siendo expresión oral-sádica y anal-sádica de impulsos destructivos, opera desde el comienzo de la vida y tiene base constitucional. Estas conclusiones tienen ciertos importantes elementos en común con el trabajo de Karl Abraham, pero implican, sin embargo, algunas diferencias. Abraham halló que la envidia es un rasgo oral, pero -y aquí es donde mis puntos de vista difieren de los suyos- presumió que la envidia y la hostilidad operan en un período posterior, el cual, de acuerdo con su hipótesis, constituye un segundo estadío, el oral-sádico. Abraham no habló de la gratitud, pero describió la generosidad como una característica oral. Consideró lo s elementos anales como un importante componente de la envidia y enfatizó su derivación de los impulsos oral-sádicos. Otro punto de acuerdo fundamental radica en la suposición de Abraham acerca de la existencia de un elemento constitucional en la fuerza de los impulsos orales que ligó a la etiología de la psicosis maníaco-depresiva. Por sobre todo ambos trabajos, el de Abraham y el mío, han puesto de manifiesto el significado de los impulsos destructivos de un modo completo y más profundo. En "Un breve estudio de la evolución de la libido, considerada a la luz de los trastornos mentales", escrito en 1924, Abraham no mencionó la hipótesis de Freud sobre los instintos de vida y muerte, aun cuando Más allá del principio de placer fuera publicado cuatro años antes. Sin embargo, en su libro Abraham exploró las raíces de los impulsos destructivos y aplicó este conocimiento a la etiología de los trastornos mentales de una manera más específica de lo que habla sido hecho hasta entonces. Mi impresión es que cuando él no había usado el concepto de Freud sobre los instintos de vida y muerte, su trabajo clínico, y en particular el tratamiento de los primeros pacientes maníaco-depresivos analizados, estaba basado en una comprensión tal, que sin duda lo llevaba en esa dirección. Supongo que la temprana muerte de Abraham impidió que éste llegase a vislumbrar la inferencia total de su hallazgo y su conexión esencial con el descubrimiento de Freud en lo que a los dos instintos se refiere. Al publicar Envidia y gratitud, a tres décadas de la muerte de Abraham, es para mí un motivo de gran satisfacción el hecho de que mi trabajo contribuya al conocimiento creciente del significado total de sus descubrimientos.
I
Mi propósito en este libro es el de agregar nuevas sugerencias en lo concerniente a la más temprana vida emocional del niño y obtener también conclusiones acerca de la edad adulta y la salud mental. Algo inherente en los descubrimientos de Freud es que la exploración del pasado de un paciente, de su infancia y su inconsciente es una precondición para comprender su personalidad adulta. Freud descubrió el complejo de Edipo en el adulto y partiendo de aquél reconstruyó no sólo sus detalles, sino también su ubicación en el tiempo. Los hallazgos de Abraham han significado un aporte considerable a ese punto de vista, que se ha convertido en característico del método psicoanalítico. Debemos asimismo recordar que de acuerdo con Freud, la parte consciente de la mente se desarrolla a partir del inconsciente. Por lo tanto, al seguir hasta la temprana infancia el material que en primer término encontré en el análisis de niños pequeños y luego, en el de adultos, usé un procedimiento que ahora es familiar al psicoanálisis. Lo observado en niños pequeños pronto confirmó los hallazgos de Freud. Creo que algunas de las conclusiones a que llegué con respecto a un período muy precoz, los primeros años de vida, pueden ser confirmadas también hasta cierto punto, por la observación. El derecho -la necesidad por cierto- de reconstruir detalles y datos acerca de etapas anteriores desde el material presentado por nuestros pacientes, es descrito por Freud del modo más convincente en el siguiente pasaje: "Lo que buscamos es un cuadro fidedigno y esencialmente completo de 10 años olvidados del paciente... Su labor [la del analista] de construcción o, si se prefiere, de reconstrucción, se asemeja en gran parte a la del arqueólogo que excava una casa o un edificio destruidos y soterrados. Ambos procesos son en realidad idénticos, salvo que el analista opera en condiciones más favorables y tiene a su disposición más material auxiliar, dado que sus esfuerzos no se concentran en un objeto destruido, sino en algo todavía vivo, y quizá lo favorezca asimismo otra razón que ya consideraremos. Con todo, así como el arqueólogo levanta las paredes del edificio partiendo de restos de mampostería, determina el número y posición de las columnas por las depresiones del piso y reconstruye las decoraciones y pinturas murales con los restos hallados entre los escombros, exactamente de la misma manera procede el analista cuando extrae sus inferencias de los fragmentos de recuerdos, de las asociaciones y de las manifestaciones activas que le ofrece el analizado. Ambos ejercen el derecho indisputable de reconstruir algo por medio de la complementación y la combinación de los residuos conservados. Ambos se hallan expuestos, también, a idénticas dificultades y a las mismas fuentes de error. Hemos dicho que el analista trabaja en condiciones más favorables que el arqueólogo, porque dispone también de un material que no tiene símil alguno en las excavaciones, como, por ejemplo, la repetición de reacciones que datan de la infancia y todo lo que en relación con tales repeticiones emerge a través de la transferencia... Todo lo esencial se ha conservado; aun aquellas cosas que parecen completamente olvidadas, subsisten de alguna manera y en alguna parte, hallándose sólo soterradas e inaccesibles al individuo. En efecto: cabe dudar, como sabemos, que ninguna formación psíquica pueda llegar jamás a ser totalmente destruida. Sólo depende de la técnica analítica el que logremos traer plenamente a la luz lo que se halla oculto." La experiencia me ha enseñado que la complejidad de la personalidad en su completo desarrollo sólo puede ser comprendida
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