La Nacion
Enviado por muchalanga • 16 de Junio de 2014 • Ensayo • 489 Palabras (2 Páginas) • 173 Visitas
Lunes 07 de mayo de 2012 Detrás de las hormigas negras Por Canela | LA NACION
Tenía nueve años cuando llegué a la Argentina. Muy poco era lo que había leído en italiano. Los textos escolares, las primeras páginas de Cuore, los cuentos de Il Corrierino dei Piccoli, revista en la que escribía Gianni Rodari. (Su Grammatica della fantasia tendría una influencia decisiva en la literatura para niños). Aquí, en algunos meses, sobre todo gracias a los libros de la (amarilla) colección Robin Hood, con Mujercitas, El príncipe valiente, Jane Eyre, Alicia en el País de las Maravillas...comencé a entender palabras, las nuevas palabras, verbos, sustantivos, más rápido y jubilosamente que en la escuela. Yo quería saber cómo seguía la historia y eso me obligaba a abrir la cabeza. Fue María, del colombiano Jorge Isaacs, un relato de amor juvenil en los tiempos de la independencia, el libro que me cautivó y me permitió dimensionar este otro continente tan vasto y distinto al que me había traído la inmigración. Para que un cuento o una novela nos atrapen tenemos que comprender primero lo que estamos leyendo y eso implica un gran esfuerzo de concentración, imaginación y el concurso de las sensaciones y la memoria emotiva. Un ejercicio de elongación del ser. Así me gusta llamarlo. ¿Habrá algo mejor para el crecimiento? Hoy se han multiplicado en la aldea global lecturas que evidentemente compiten con el libro, aunque ni el cine, ni la televisión, ni los juegos electrónicos, salvo excepciones, calan tan hondo en la experiencia de chicos y grandes. Quizá porque requieren menos esfuerzo o resultan más distractivos. Pero no es con distracción con lo que se construye la propia identidad. Decía Adolfo Bioy Casares que la literatura añade un cuarto a la casa de la vida. Es tan cierto que cuando los padres vemos que los hijos no leen, tenemos la sensación de que pierden un espacio esencial que ofrecen los libros. Y nos preocupamos. Propongo que nos ocupemos y leamos. Los chicos absorben hábitos, sobre todo en sus primeros años, nos imitan y quieren hacer lo que hacemos los mayores. Una vez que el niño descubre el placer de la lectura, difícilmente lo abandone. Un adolescente me contó que viendo a su padre sumergido en la lectura del diario cada día se convirtió en un lector precoz: quería saber qué había de apasionante tras esas filas de hormigas negras. Las palabras impresas.
Bueno es leer juntos. Aceptar la elección de los chicos y de los jóvenes sin censura o preconceptos acerca de los buenos o malos libros. Poner a su alcance libros que a nosotros, los grandes, nos gustan. Si no hay medios, comprar libros usados, acudir a la biblioteca popular más cercana, intercambiar libros con amigos y familiares. Se trata de ayudarlos a construir con convicción y buen humor su camino lector. Si no lo eligen, no desesperemos. Steven Spielberg confesó que nunca le habían interesado los libros.
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