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La Poobreza Un Problema Desertante


Enviado por   •  22 de Mayo de 2014  •  674 Palabras (3 Páginas)  •  386 Visitas

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Una Oda es una expresión poética que exalta algo o a alguien. Un canto, una 'alabanza', en este caso, dedicada a la Pobreza.

El autor (o mejor dicho el 'hablante lírico'), narra en la primera mitad de los versos, todo lo que ha padecido durante su niñez a causa del flagelo tremendo que significa la carencia de todo lo mo más necesario para un niño. La vivienda digna, la comida, el cuidado de su salud, el amor y la protección del entorno.

Le reprocha por las goteras que dejaban pasar las lluvias, por el frío, por los zapatos rotos, por el hambre y sus malos dientes.

Luego sigue recordándole lo mal que pasó su adolescencia de muchacho pobre, en una pensión oscura y helada. Más tarde, se refiere a su madurez pobre, soportando hospitales, guerras y todo tipo de calamidades, siempre seguido sin descanso por su falta de recursos y sus penurias.

Pero hacia la segunda mitad del poema, es escritor habla de una 'venganza'

Le cuanta sus planes de hacerla fracasar en su intento de hacer infelices a otros niños y a otros hombres!

Le promete que hará muchos 'cantos', infinidad de poemas que serán leídos en todos los lugares y por toda la gente, para ya no ser tan pobres!

Sus cantos estarán al alcance de los pescadores, de los enfermos, de los tristes. En los lugares más comunes, tanto como en los menos sospechados, allí estarán sus versos 'enriqueciendo' a las multitudes y luchando contra las injusticias de la Pobreza, hasta expulsarla de la faz de la Tierra, con la ayuda de otros hombres, de otros poetas.

Es una obra bellísima!! No la desperdicies!

Saludos y buena tarea!

ODA A LA POBREZA

Cuando nací,

pobreza,

me seguiste,

me mirabas

a través

de las tablas podridas

por el profundo invierno.

De pronto

eran tus ojos

los que miraban desde los agujeros.

Las goteras,

de noche, repetían

tu nombre y tu apellido

o a veces

el salto quebrado, el traje roto,

los zapatos abiertos,

me advertían.

Allí estabas

acechándome

tus dientes de carcoma,

tus ojos de pantano,

tu lengua gris

que corta

la ropa, la madera,

los huesos y la sangre,

allí estabas

buscándome,

siguiéndome,

desde mi nacimiento

por las calles.

Cuando alquilé una pieza

pequeña, en los suburbios,

sentada en una silla

me esperabas,

o al descorrer las sábanas

en un hotel oscuro,

adolescente,

no encontré la fragancia

de la rosa desnuda,

sino el silbido frío

de tu boca.

...

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