La importancia de indagar acerca de la sexualidad en la cultura y el mundo actual

La importancia de indagar acerca de la sexualidad en la cultura y el mundo actual es porque la sexualidad es parte nodular de la estructuración subjetiva. Esto es el gran descubrimiento freudiano,retomado por Lacan. La sexualidad no es el sexo sino lo que de él estructura el inconsciente.
La sexualidad implica también un sexo atravesado por la cultura, regulado
por la ley y el lenguaje. El proceso necesario para ingresar como sujetos sexuados en
la cultura, podemos llamarlo también subjetivación del sexo o “el sexo en tanto subjetivado” y requiere de la significación que cada uno puede hacer de ello para culminar en la construcción de una sexualidad única. Hablar de sexualidad determinada por la cultura implica al sujeto como tal, definiendo para cada
uno de ellos el objeto de placer y los modos de gozar de manera singular.
La manera en que una sociedad concibe a la sexualidad determina no sólo modos de encuentro con el otro sino también una manera única y diferencial de vincularse con la propia sexualidad.
Lo que nos interesa abordar es cómo estos saberes inciden en cada sujeto, y en qué medida esto se impone bajo la forma de mitos, ficciones, tabúes, mandatos o ideales.
No hay un saber único acerca de la sexualidad, en tanto que cada quien su máximo disfrute en la manera única y particular en la que su mente y su cuerpo lo demandan. Si no hay un saber universal acerca de ello es justamente porque la sexualidad humana es un territorio de incertidumbres y no de certezas.
Sin embargo en el decir cotidiano muchas veces circulan aquellos secretos acerca de "como se goza y como se hace gozar al otro", cuando en realidad de lo que se trata es de una exploración, tanto de uno mismo como con el otro, de aquello que se vive como placentero.
Sería importante tratar de dilucidar, y con esto demostrar la singularidad de la sexualidad humana, que entendemos por " placer o displacer". Cuando hablamos de placer o displacer no hacemos referencia a lo que a una persona le gusta o le disgusta, sino a una cuestión de tensión psíquica, en tanto que la psiquis funciona sobre la base de diferentes grados de tensión que pueden aumentar o disminuir. Sin embargo en la sexualidad ocurre algo que parece contrariar esto, porque dado este esquema podemos entender que el placer estaría en la descarga de tensión acumulada y que el fin de la relación sexual sería entonces el orgasmo. Pero ¿porque si el placer está en la disminución de la tensión se disfruta tanto de una tensión extrema que psíquicamente debería ser vivida como displacentera?. Si pensáramos que la finalidad es la descarga y el orgasmo ¿porque hay quienes lo alejan o lo posponen en el tiempo?.

Podríamos decir que esto se da tal vez porque en la sexualidad se juega un más allá del principio del placer, lo cual explicaría porque el orgasmo conlleva algo del dolor. Basta con ver el descontrol, el pulso que se acelera, los gemidos, los gestos del rostro, para entender que algo de esto hay.

Si pensamos que el encuentro sexual está lleno de enigmas, entendemos porque en la pareja entra en juego esto de exigirle una prueba al otro (casi una garantía) de que lo ha pasado bien. Es a raíz de esto incluso esa idea estereotipada que circula sobre el fingimiento del orgasmo femenino. El fingimiento viene a cubrir muchas veces lo que es vivido como una falencia personal, donde se pone en juego la inseguridad tanto de uno como del otro.
La respuesta ante la demanda de la comprobación del orgasmo del partenaire sexual aparece entonces como un modo de encontrar tranquilidad ante la ausencia de un saber posible sobre la sexualidad.

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