La mujer en la sociedad incaica
Enviado por HirumaBad • 31 de Marzo de 2012 • Informe • 491 Palabras (2 Páginas) • 648 Visitas
La mujer en la sociedad incaica
Se sabe que tanto en la sociedad inca como en otras organizaciones sociales surgidas en los Andes, la posición de la mujer aparte de ser reconocida y exaltada, además, se consideró como necesaria y complementaria a la masculina, en todos los aspectos ya sean políticos, militares, religiosos y familiares.
Según esquemas cosmológicos elaborados por los incas, lo masculino y lo femenino representaban fuerzas indisociables, cuya complementariedad hacia posible la constitución del orden universal.
En materia religiosa, el rol que desempeñaban las diosas fue el de ser proveedoras de los productos necesarios para la subsistencia, a diferencia de sus pares masculinos, estuvieron mayoritariamente con fenómenos naturales (avalanchas, tormentas, etc.).
Entre las diosas principales estaban: Mama Cocha (el mar), Mama Quilla (la luna), y Urpayhuachac (diosa de los peces y aves marinas).
La mujer inca solía tener su primer hijo de joven, normalmente entre los 18 y 21 años, las relaciones sexuales entre los jóvenes no importaban, por el contrario, el hecho de mantenerlas era un símbolo de atractividad de la chica, que era capaz de conquistar a varios varones, con lo que conseguía prestigio, así como más facilidades a la hora de casarse. Asimismo, no era raro que de estas relaciones naciera algún hijo, con ello, la mujer también demostraba cuanto valía, pues era una prueba incuestionable de que era fértil. A la virginidad no se le daba el menor valor.
Desde que la mujer quedaba embarazada, efectuaba una serie de rituales para esperar la buena marcha del embarazo: invocaba a los dioses y multiplicaba sus ofrendas; esta práctica religiosa se extendía hasta el mismo día del parto. En cambio su existencia cotidiana no cambiaba en nada. Si durante el embarazo pudiera existir riesgo de aborto, inmediatamente se ponía en manos del hechicero para evitarlo. El hechicero practicaba una ceremonia muy complicada sobre el cuerpo de la mujer. En el ponía una pasta que se ponía encima del vientre de la embarazada; esta pasta curativa tenía varios ingredientes; el principal era el maíz, pero para que esto surgiera efecto tenía que haber sido masticado previamente por jovencitas vírgenes o por mujeres que cuidaran de permanecer castas y que no hubieses ingerido ni sal ni pimienta durante la preparación de dicha pasta.
Durante su embarazo, seguía trabajando al mismo ritmo que antes y paría allí donde se encontrara. Cortaba el cordón umbilical con un trozo de cerámica o con las uñas, y se lavaba ella y la criatura, pero sin sumergir al pequeño, bebía agua en su boca y rociaba el delicado cuerpo de su hijo.
La vida cotidiana se desarrollaba de una manera monótona y muy sencilla. Desde el mismo día de su nacimiento, era amorosamente atendido por su madre, que solía llevarlo en una cuna portátil, llamada “quiran”.
El marido
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