Las Diversas Etapas
Enviado por AngieBeltran • 6 de Mayo de 2014 • Informe • 429 Palabras (2 Páginas) • 338 Visitas
1. LAS DIVERSAS ETAPAS Todo instinto, pulsión biológica primitiva, participa de un dato que caracteriza a todas las manifestaciones de la vida: el ritmo, (fases de reposo y de excitación alternantes). Las fases de reposo son mudas" las fases de excitación corresponden a la aparición de pulsiones. Y esto tanto para el hambre como para la libido. Las pulsiones instintivas estarán, pues, sometidas la repetición. Los instintos de conservación no pueden diferir mucho tiempo su satisfacción sin amenazar la vida misma del sujeto y, por este motivo, la energía que el individuo despliega para obtener su gratificación no puede desplazarse. Los instintos sexuales, al contrario, pueden ser diferidos y su energía puede transformarse en beneficio de otras actividades. Hemos visto que, en el sentido freudiano de la palabra, sexual no significa genital, y el calificativo de genital no se atribuye sino a ciertas manifestaciones de la sexualidad, las más tardías y más acabadas del desarrollo del individuo. Pero el hedonismo del niño (es decir, "la búsqueda del placer") se despierta extraordinariamente temprano. El placer que da la excitación rítmica de una zona corporal cualquiera debe, pues, calificarse de sexual, aun cuando no apunte a la unión de los gametos. En efecto, el principio pulsional que apunta en la infancia a la excitación de numerosas zonas erógenas (todo el cuerpo puede llegar a ser su sede) no difiere de aquel que, más tarde, se ligará a la vida sexual genital del adulto y cuyas manifestaciones resultaron incomprensibles hasta Freud. Al chupeteo del lactante (fuera de las mamadas) suceden el chupeteo del pulgar, de la pluma, del cigarrillo y el beso, acto hedónico al que no se puede negar el calificativo de erótico: Ahora bien, no hay mejor criterio objetivo del desarrollo humano que el criterio afectivo, es decir, el comportamiento del individuo en relación con los objetos de su amor. Para dar un nombre a esas épocas sucesivas del desarrollo individual, Freud escogió el que evoca la parte del cuerpo sobre la que se centra electiva mente el hedonismo del momento. Es por esto por lo que, en psicoanálisis, se distinguen sucesivamente la etapa oral, la etapa anal y la etapa fálica, llamados también etapas o estadios pregenitales. Los sucede una fase llamada de latencia, que se sitúa, en nuestros climas, más o menos entre los 7 y los 13 años. Viene después la pubertad y finalmente la etapa o estadio genital propiamente dicho, que alcanza su expansión definitiva en nuestros países alrededor de los 17 o los 18 años. Es la historia de estas etapas de organización provisional la que nos permite comprender las bases del comportamiento ulterior no sólo de los individuos considerados normales, sino también de aquellos que presentan anomalías, desde las simples excentricidades hasta los trastornos graves de la adaptación a la sociedad. Y el sometimiento estricto del desarrollo general al desarrollo libidinal explica este corolario inevitable de la edad adulta: un trastorno funcional en la esfera genital está necesariamente ligado a trastornos del comportamiento de orden afectivo e, inversamente, perturbaciones psicoafectivas se acompañan siempre de un comportamiento sexual característico. Es por esta razón por la que, en la intrincación de los síntomas tal como se observa en el enfermo adulto cuando viene a nuestra consulta, toda terapia que apunte a contrariar o disminuir el síntoma funcional no actúa sino a título de paliativo. Y la actitud efectiva del médico, que calma paternalmente con su autoridad las inquietudes morales del enfermo, no actúa psíquicamente sino por sugestión; y si esta actitud puede parecer a veces la única posible en muchos casos demasiado graves o demasiado inveterados, no deben disimularse que su eficacia terapéutica es dudosa y precaria.
ETAPA ORAL
Tal es el nombre que le da la fase de organización libidinal que se extiende desde el nacimiento al destete y que esta colocada bajo la primacía de la zona erógena bucal. (Se podría decir también "estadio bucal", a condición de no olvidar que se trata de toda la encrucijada aerodigestiva (prensión, labial, dental, gustación, deglución, emisión de sonidos, aspiración y expiración del aire, etc.)). La necesidad fisiológica de succionar aparece desde las primeras horas de la vida; pero, una vez saciado, el bebé continúa durante el sueno de su digestión realizando movimientos de succión con los labios, mientras que su aspecto exterior reposado y beatífico traduce la voluptuosidad. El placer de la succión independiente de las necesidades alimenticias es un placer autoerótico. Es el tipo de placer narcisista primario, autoerotismo original, en que el sujeto no tiene todavía la noción de un mundo exterior diferenciado de él. Si se le da la ocasión de satisfacer pasivamente este placer, el niño se apega a este objeto ocasional; el seno o el biberón con los que tanto le gusta jugar, aun cuando ya no tengan leche, y a los que les gusta chupetear sin hacer el esfuerzo de la aspiración y la deglución. El niño ama, al igual que a si mismo, todo lo que se le mete en la boca (el pezón, el chupete) y, por extensión (porque no ha adquirido la noción de los límites de su propio cuerpo) la nodriza o la madre siempre ligadas necesariamente al placer de mamar y a las que se identifica en consecuencia. Por lo demás, todos los momentos de sensación voluptuosa, el baño, el aseo, el mecerlo, se ligan a la presencia de la madre, por la vista, el sonido y el tacto. Asociada como está a estas sensaciones de placer, llega a ser en su presencia y en su persona, un objeto de amor (1) y el niño le sonríe y le hace fiestas incluso fuera de las horas de mamar. "
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