Las Situaciones De Riesgo Y Los Adolescentes
Enviado por robertoruizlopez • 31 de Julio de 2011 • 432 Palabras (2 Páginas) • 3.067 Visitas
Crisis de la educación o crisis de la sociedad?
Los padres echan la culpa a la escuela, la escuela a los padres, todos a la televisión, la televisión dice que ella depende de los espectadores, y que si mejoramos a los espectadores ella mejorará los programas, por fin todos nos dirigimos al Gobierno y el Gobierno hace una ley. Y vuelta a empezar”. Ha quedado al descubierto una vez más, que las reformas legales se quedan en la superficie, se obsesionan con los síntomas, pero no van a la raíz de los problemas. No esperemos que una ley educativa nos resuelva el problema global de la educación, ya que es una solución política y simple para un problema humano y complejo. ¡Hay que moverse!, pues no basta con la declaración de principios, y si no tenemos en nuestras manos la solución a todos los problemas educativos, no olvidemos que ante estos problemas todos tenemos manos.
La crisis de la educación no sólo se debe a que el sistema educativo no responde a las exigencias de la sociedad, sino a que ésta tampoco responde a las necesidades del hombre. Por eso, así como sería utópico querer cambiar la sociedad sólo desde la escuela, también lo sería querer dar un vuelco al sistema de enseñanza, sin trabajar a la par por una orientación ética de la sociedad. No es sólo la educación escolar la que está en crisis, sino también la educación social y familiar de toda la vida, hora tras hora.
¿Qué podemos hacer? En principio reconocer que ante la crisis educativa todos hemos de despertar nuestra responsabilidad educadora. Toda la sociedad es como una inmensa aula de clase, educadora o deseducadora. ¿Qué reacción cabe esperar? Seguir formando para el “hacer” antes que para el “ser”, o dar un giro hacia una verdadera educación, que encamine al ser humano hacia lo más valioso, hacia la excelencia humana, hacia la plenitud del ser.
Creo que la mejor inversión pedagógica sería la de una seria formación ética de los alumnos, presente de forma directa e indirecta en el diseño curricular. Si la educación no es en valores, no es educación, y un profesor que no se preocupa y ocupa de esta dimensión esencial de la educación, no puede llamarse educador y puede ser reemplazado por un libro, un video o un programa informático. Por consiguiente, en el sistema educativo es imprescindible la figura de un formador en valores, que configure la personalidad ética de los niños y jóvenes, como prolongación y fundamentación de las diferentes opciones éticas del entorno familiar, social y religioso en el que éstos viven.
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