Lectura
Enviado por llopezma • 27 de Marzo de 2014 • Informe • 408 Palabras (2 Páginas) • 215 Visitas
textos narrativos, en especial de los literarios, aunque no exclusivamente. Una importante
representante de este campo de estudios es Mieke Bal (1998). Esta autora sostiene que
“Un texto es un todo finito y estructurado que se compone de signos lingüísticos. Un
texto narrativo será aquel en que un agente relate una historia. Una historia es una
fábula presentada de cierta manera. Una fabula es una serie de acontecimientos
lógica y cronológicamente relacionados que unos actores causan o experimentan. Un
acontecimiento es la transición de un estado a otro. Los actores son agentes que
llevan a cabo acciones. No son necesariamente humanos. Actuar se define aquí como
causar o experimentar un acontecimiento.”[1]
Esta cita merece algunos comentarios. Si bien las definiciones que presenta son un tanto
esquemáticas, tienen la ventaja de brindarnos un punto de partida para discutir la noción de
narración, que aparece vinculada a las siguientes cuestiones:
· la narración se presenta bajo una forma material que supone el uso de un lenguaje
(Bal) restringe la narración al lenguaje verbal, pero podemos ampliarla a otros tipos
de lenguaje, como el del cine);
· la narración está indisolublemente ligada a una noción de tiempo que transcurre,
que avanza; y,
· la narración, para ser tal, necesita de actores que produzcan o sufran cambios.
Si bien esta caracterización es útil inicialmente, no es suficiente. La primera característica
es la más evidente. Sin embargo, las dos siguientes (que redefinen al tiempo y a los actores)
brindan una importante “pista” para establecer algunas hipótesis.
Según François Jullien[2], las culturas de los que habitualmente se denomina Occidente
conciben que el tiempo es progresivo y medible. La unidad que permite dar cuenta de que
el tiempo avanza y es susceptible de ser segmentado es la de ocasión, entendida como la
coincidencia (estratégica) entre el tiempo y la acción[3]. Esta estrecha relación entre el
tiempo y la acción, más precisamente, entre el tiempo y las acciones de los hombres, ha
marcado la noción de temporalidad en cultura occidental[4]. Podemos sostener, al menos a
modo de hipótesis, que, si la narración se define como discurso construido sobre una línea
temporal, no resulta extraño que la noción de actor sea necesaria. Y esta correlación entre
tiempo progresivo y acción puede ser una de las razones por la que se producen
coincidencias en las clasificaciones: el sustrato de las teorizaciones sobre la narración y de
sus clasificaciones cotidianas es, en parte, nuestra concepción cultural del tiempo, que
incluye la noción de actor. Es decir, la naturalización del sentido sobre qué es
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