Lic. En Psicologia
Enviado por paraguero • 21 de Noviembre de 2013 • 1.148 Palabras (5 Páginas) • 263 Visitas
La angustia que experimentamos no siempre es producto de los pensamientos de autodesprecio ante la posibilidad de algún fallo o debilidad personal que pudiera hacerse público. Una segunda forma de angustia proviene de una manera de pensar común a muchas personas, de hecho, a la mayoría, y que recibe el nombre de "baja tolerancia a la frustración", o BTF. La idea básica que sustenta dicha BTF es: "La vida debería ser fácil y transcurrir por donde quiero sin demasiados problemas y molestias; y si no es así, es horrible y no puedo soportarlo." Si acepta esta idea, se encontrará cogido en la "trampa de la comodidad". Algunas variaciones típicas son: "debo sentirme bien", "No debo sentirme angustiado", "Debo ser frío, mantener la calma y el sosiego". Con estas ideas, y dado que lo más probable es que nos empecemos a sentir mal en el mismo momento en que nos entreguemos a este tipo de pensamientos, lo normal será que suframos un ataque de angustia. Se puede llegar a sentir angustia por miedo a sentir angustia.
La angustia es un círculo vicioso. Una vez que se ha experimentado la angustia "sin razón alguna", aparece una actitud angustiada ante la perspectiva de sentir angustia. Aparecen pensamientos del tipo de "sería horrible si empezara a sentirme angustiado". Pensar de ese modo nos provoca la angustia. Inmediatamente, notamos la angustia y pensamos algo así como "es terrible, me estoy angustiando". Esto lleva a incrementar la angustia, que a su vez nos hace pensar cosas tales como "Estoy perdiendo el control. ¿Y si me desmayo (o me coge un ataque de pánico, o cometo una locura, o me da un ataque al corazón)? Sería terrible." La angustia crece por momentos y nos conduce a pensamientos cada vez más angustiantes. El proceso se desarrolla con gran rapidez y de lo único que somos conscientes es de un progresivo sentimiento de pánico.
Además, a muchas personas les ocurre que "respiran excesivamente" cuando sienten angustia, lo que las conduce a inspirar un exceso de oxígeno y, paradójicamente, sentir que necesitan inspirar más aire cuando en realidad necesitan menos. La respiración excesiva provoca sensaciones de mareo y de vértigo, así como palpitaciones. No sabiendo esto, es fácil pensar que esas sensaciones son una prueba de que algo en nosotros no funciona correctamente, y ese pensamiento produce aún más ansiedad, lo que refuerza el círculo vicioso.
Hay muchas personas que combaten las situaciones que les provocan angustia con una serie de conocidas técnicas pensadas para distraerse de la angustia (relajación, contar hasta diez, beber, etc.). Pueden ser útiles a corto plazo pero en general no resuelven el problema.
Veamos qué se puede hacer. En primer lugar, distinguir entre lo "incómodo" y lo "terrible". S probable que para nosotros "terrible" signifique el fin del mundo. La ansiedad no es el fin del mundo. Es incómoda, incluso muy incómoda, pero no es terrible a no ser que así la definamos. Si definimos la ansiedad como una sensación terrible estaremos dando otra vuelta al círculo vicioso. Así pues, para empezar, cuando se sienta angustiado, demuéstrese a sí mismo que la angustia es incómoda, mala, inconveniente, pero no es peligrosa ni es el fin del mundo.
En segundo lugar, demuéstreselo en la situación que habría querido evitar. Parece simple, y lo es; pero no es fácil. Recuerde esta distinción, es importante. Se ha acostumbrado a pensar que la ansiedad es terrible y su cuerpo reacciona conforme a esa definición. Cuesta cierto tiempo acostumbrarse a pensar que la ansiedad, aunque
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