Los Actos Fallidos En El Trabajo
Enviado por tavig • 18 de Enero de 2015 • 2.292 Palabras (10 Páginas) • 199 Visitas
¿Le pasó alguna vez que terminaba de escribir un correo dirigido a un compañero, comentando algo negativo de su jefe, y sin querer lo dirigió a su superior?.
¿Nunca dejó (justo) el papel que esa persona no debe ver en su escritorio?.
¿O saber que hoy venía uno de los Directores y se mancha la corbata (que nunca usa) con café?.
Una más: Ud. sabe que debe entregar un trabajo el miércoles a última hora, y al momento de imprimirlo cae en la cuenta que se quedó sin tinta hace dos días y olvidó avisar al responsable…
Estas y otras tantas situaciones similares, propias de la cotidianeidad en cualquier empleo pueden ser leídas como simples equivocaciones, o bien ser pensadas desde otro lugar.
Cuantas veces sucede que cometemos errores, faltas o deslices que nos sorprenden. En esos momentos, si de algo estamos completamente seguros es que "No queríamos hacer eso, sino otra cosa". Además, convengamos que si bien en Argentina está bien popularizado el lenguaje psicoanalítico, sus conceptos parecen ser más aplicables cuando los vemos en otra persona y no en uno. Cuando se trata de mí, del que yerra sin querer, ahí la cosa se pone más difícil y preferimos atribuirlo a una mera casualidad o a algo con poca importancia.
Quien primero corre el velo a esto, quitándole su apariencia de ingenuidad es Freud, el inventor del concepto Acto Fallido: "Las funciones fallidas, o sea el olvido ocasional de palabras y nombres, el de propósitos, las equivocaciones orales en la lectura y la escritura, el extravío de objetos, la pérdida definitiva de los mismos, determinados errores contrarios a nuestro mejor conocimiento, algunos gestos y movimientos habituales, todo esto que reunimos bajo el nombre común de funciones fallidas del hombre sano y normal ha sido, en general, muy poco atendido por la Psicología, atribuyéndose a la «distracción» y considerándose derivado de la fatiga (o) la falta de atención (..) Las funciones fallidas son verdaderos fenómenos psíquicos y entrañan siempre un sentido y una tendencia, constituyendo la expresión de determinadas intenciones, que a consecuencia de la situación psicológica dada no encuentran otro medio de exteriorizarse. Tal situación, es, por lo general, la correspondiente a un conflicto psíquico y en ella queda privada de expresión directa, y derivada por caminos indirectos la tendencia vencida[1]
De esta manera, admitir que la conciencia no es la que prima siempre en nuestra conducta es la condición necesaria e indispensable para comprender las razones fundamentales capaces de explicar los fenómenos mencionados.
"Si queremos proseguir consecuentemente nuestra interpretación de las operaciones fallidas (...) nos veremos obligados a suponer que en el hombre hay tendencias que pueden ser eficaces sin que él sepa nada de ellas. Pero con esto nos ponemos en contradicción con todas las opiniones predominantes en la vida ordinaria...[2]".
El hombre intenta negar casi sistemáticamente la preponderancia del inconciente en sus actos diarios. Cuestión que también fue advertida por Freud al establecer que una de las principales afrentas del psicoanálisis hacia el narcisismo de la humanidad tiene que ver con que "El Yo no es amo en su propia casa" lo que implica pensar que nos encontramos bajo el dominio del Inconciente, a quien podríamos ubicar de manera no anatómica como aquella parte de la estructura psíquica en la se hallan cuestiones reprimidas, en tanto intolerables si seguimos a Freud; o Innombrables si Lacan es nuestro guía.
Así, no será lo mismo decir subconciente, porque supondrá un "estar por debajo de la conciencia", que establecer una entidad aparte e independiente que pujará por expresarse: el Inconciente. Y sin entrar en detalles que exceden las pretensiones de este texto, puede decirse sin ambages que esa fuerza permanente (perentoria, al decir de Freud) tratará de aparecer de alguna forma. Ejemplo de esto serán los síntomas, los sueños, la repetición y los actos fallidos.
"(…) los procesos anímicos son, en sí y por sí, inconcientes y los procesos concientes son apenas actos singulares y partes de la vida anímica total (…) estamos habituados a identificar lo psíquico con lo conciente … a la conciencia la consideramos el carácter definitorio de lo psíquico (…) Su definición (del psicoanálisis) de lo anímico dice que consiste en procesos del tipo del sentir, el pensar, el querer; y se ve obligado a sostener que existe un pensar inconciente, hay un querer inconciente"[3].
Volviendo al inicio, se impone la pregunta por la nominación: Por qué ese nombre?. Qué significa exactamente que sea un acto y además fallido?.
Lo primero que es necesario entender es que en el acto fallido hay un conflicto. Una lucha entre tendencias en niveles fuera de la conciencia, y cuya pelea no se manifiesta en sueños o palabras, sino en acciones.
"Freud deduce que lo actos fallidos con equivalentes a los síntomas, pues en definitiva no son más que un retorno de lo reprimido. Pero lo hay que tener en cuenta es que (…) el retorno se hace como acto. Freud lo dice como que ´está ligado a la motilidad`"[4].
Y son conductas que además son fallidas, porque en ellas no queda clara la relación con un objetivo o fin determinado. Su "para qué" queda en la oscuridad en nuestra conciencia, la que supone que estos actos sorprendentes realmente no poseen un objetivo o no guardan vínculo con una causa específica.
Sin embargo, se establece que el hecho de carecer de explicación lógica no implica que no tengan un sentido. El asunto estriba en que el sentido es inconciente y como tal no podemos comprenderlo en forma directa. Entonces, y esto es fundamental, puede decirse que el sentido del acto fallido es tramitar aquel conflicto.
Una vez comprendido lo anterior, se propone leer la clasificación freudiana y desde allí pensar tales situaciones o conductas extrañas para la vida de vigilia, a los fines de dar cuenta de las mismas bajo la mirada psicoanalítica.
1) El acto fallido como intento de evitar un disgusto (displacer).
"¿Cómo se llamaba ese tipo que nos visitó hace unos días?.. El que vendía ese sistema tan interesante… El de bigotes…. Pero, si lo tengo en la punta de la lengua…".
"¿Alguien vio la lapicera que trajo Alberto, que no la encuentro?"
O anotar el número de teléfono y los datos de un cliente clave en un papel cualquiera, que, mágicamente, se pierde...
Según Freud: "El motivo que más frecuentemente nos mueve a reprimir una intención, obligándola así a contentarse con hallar expresión indirecta en un acto fallido, es la evitación de displacer. De este modo olvidamos tenazmente
...