Los Obstáculos Principales: El Abordaje De Las Resistencias.

“Los obstáculos principales: el abordaje de las resistencias.”

Las personas suelen retirarse muy automáticamente de la conciencia de las vivencias dolorosas. Las defensas son un mecanismo de protección necesario, pero si son demasiado extremas, el proceso puede interferir notablemente en la curación emocional. A menudo encontramos vías con la que eluden los sentimientos auténticos: indecisión, evitación, verbalización forzada de los problemas sin apenas intervención emocional. Es probable que este alejamiento de la vivencia emocional no sea consciente ni aleatorio, sino motivado por la emergencia del dolor emocional. Las resistencias son mecanismos de defensa en acción en determinados momentos de la terapia. Cuando el cliente se acerca a lo que parece una toma de conciencia importante y significativa, de pronto se retira. La expresión afectiva se inhibe. Como sugiere Meisels, ello provoca una reacción de contratransferencia en el terapeuta(frustración, irritación o impaciencia hacia el cliente). Suele haber una herida narcisista y es habitual culpar al cliente. Meisels ve la resistencia como una fase de la emergencia del material hacia la conciencia; una parada en el camino (1988). Con esta perspectiva se valoran sus avances y su coraje y se acepta su miedo y su deseo de autoprotección. Es una fase importante y un deseo humano natural de evitar el dolor o la vergüenza: la persona tiene miedo.

Las defensas excesivas

El crecimiento y curación emocionales se entorpecen cuando las defensas son excesivas: neurosis. Estas personas están desconectadas de sus emociones. Si el uso es duradero, suele resultar un sentido del yo sofocado. Están demasiado aislados de la fuente interna de vida estilo neurótico reprimido. Las intervenciones para reducir resistencias solo son útiles si:

• Se establece una relación de apoyo con el terapeuta para que el cliente pueda sentirse seguro.

• La fuerza del yo es suficiente. En las personas débiles (borderline) las defensas pueden fallar, lo que les produce un fuerte descontrol o recurrirán a defensas desesperadas y no adaptativas. Con ellos, es mejor primero fortalecer las defensas, no reducirlas.

• El momento es adecuado. La persona está dispuesta a abrirse, es capaz de sentir y tolerar sus emociones y procesar la vivencia y no sentirse abrumado por ella.

Las resistencias

• La mayoría están fuera del control consciente: automáticas e inconscientes.

• Aparecen cuando el cliente empieza a abordar un material demasiado intenso o doloroso que podría generar vergüenza o vulnerabilidad.

• Hay que distinguir entre la resistencia (cliente) y la reacción a la resistencia (terapeuta).

Tipos de resistencias

Al cambio en general . Lo conocido parece más seguro.

Al proceso terapéutico . Golpe para el narcisismo. Puede provocar sentimientos de vulnerabilidad, baja autoestima y vergüenza.

A la influencia del terapeuta. Ser controlados por las figuras más importantes (puede ser una señal de fuerza). Personas que intentan desarrollar un yo más autónomo (forma de autoactivación).

Necesidad de competir o del miedo a sentirse dependiente. Puede interpretar las respuestas del terapeuta como críticas o humillantes.

A la conciencia del sí. La toma de conciencia puede provocar miedo o resultar dolorosa.

Las resistencias más frecuentes

1. Minimización: la emoción o necesidad se reconocen parcialmente pero rápidamente se minimizan: se reduce la intensidad y se vuelve a un estado de control emocional.

2. Paso de una actitud pasiva a otra activa: el cliente espera ser juzgado y criticado, por lo que empieza a criticarse él mismo.

3. Órdenes críticas “Tengo que ser fuerte”, “No debería preocuparme tanto”…

4. El terapeuta señala una respuesta afectiva que acaba de producirse y el cliente

la niega.

5. Síntomas disociativos: signos externos y vivencias internas. Estados emocional o psicológico extraño. Puede haber un cambio en lo que dice y hablar con dificultad, de forma vaga y poco clara.

6. Al pedírsele más información, responde

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