MICROCHIPS POR CEREBROS

Hoy en día las personas “normales” critican mucho a individuos que actúan de una manera diferente y los juzgan de locos, desadaptados, etc. Para mi esas personas todavía no saben captar la esencia de la vida (equivocarse, caerse, ser espontaneo, gritar, cantar, en fin, EXPRESARSE).

Al expresarse de manera espontánea liberamos algunos pensamientos, sentimientos y sueños.

Atreverse a imaginar, soñar no es algo infantil como dicen en esta fría actualidad. ¡Es sentirse vivo! Sentir que eres alguien, que eres tú mismo y nada ni nadie te podrá cambiar.

Ir contra la corriente, contra el frio y mantener la calidad de nuestros sueños, nos hace únicos, auténticos y DIFERENTES, pero pareciera que en este siglo lo que más importa es encajar, ser aceptado. ¿Acaso si no somos aceptados, no podemos ser felices?

Seguir prototipos de belleza, dejarnos llevar por el rio de reglas, invadir nuestra mente con montañas de pensamientos ajenos, simplemente cerrar con llave la puerta de ideas y de propuestas que podemos tener, por el simple hecho que nos da miedo no encajar.

¿Qué paso con los rebeldes que peleaban con palabras y conocimiento? Ahora solo quedan piedras y vidrios rotos, sin solución alguna.

Un país que lastimosamente los niños y jóvenes crecen como robots, la mayoría con un microchip, donde la espontaneidad sobra y los sueños se desvanecen dentro de un mundo cuadrado donde todo debe ser lineal.

Estructuras, columnas, paredes, son los obstáculos que nos impiden salir de este mundo de robots que cada día se expande más, implantado microchips a los pocos cerebros que quedan.

A pesar de todo sigo siendo optimista y tengo la esperanza que ese microchip falle, la manipulación cese, para que finalmente las estructuras y prototipos se destruyan en un sismo de libre expresión donde cada ser humano se pueda desarrollar a partir de sus ideas, de sus sueños, de sus propias estructuras y de los prototipos que él quiera crear en su mente.

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