MOISES Y LA RELIGION MONOTEISTA
Enviado por lapeque198 • 21 de Septiembre de 2011 • 1.396 Palabras (6 Páginas) • 997 Visitas
MOISES Y LA RELIGION MONOTEISTA
El hombre Moisés, que para el pueblo judío fue libertador, legislador y fundador de su religión, pertenece a épocas tan remotas que no es posible rehusar la cuestión previa de si fue un personaje histórico o una creación de la leyenda. Si realmente vivió, debe haber sido en el siglo XIII, o quizá aun en el XIV antes de nuestra era; no tenemos de él otra noticia sino la consignada en los libros sacros y en las tradiciones escritas de los judíos. Aunque esta circunstancia resta certeza definitiva a cualquier decisión al respecto, la gran mayoría de los historiadores se pronunciaron en el sentido de que Moisés vivió realmente y de que el Éxodo de Egipto, vinculado a su persona, tuvo lugar en efecto. Con toda razón se sostiene que la historia del pueblo de Israel sería incomprensible si no se aceptara esta hipótesis. Por otra parte, la ciencia de nuestros días se ha tornado más cuidadosa y procede mucho más respetuosamente con las tradiciones que en los primeros tiempos de la crítica histórica.
Lo primero que atrae nuestro mi en la persona de Moisés es precisamente su nombre, que en hebreo significa Mosche. Puedo preguntar: ¿De dónde procede este nombre; qué significa? Como se sabe, ya el relato del Éxodo, en su segundo capítulo, da una respuesta. Nárrase allí que la princesa egipcia, cuando rescató al niño de las aguas del Nilo, le dio aquel nombre con el siguiente fundamento etimológico: «Pues yo lo saqué de las aguas.» Mas esta explicación es a todas luces insuficiente. Un autor de Jüdisches Lexikon opina así: «La interpretación bíblica del nombre -el que fue sacado de las aguas- es mera etimología popular, y ya la forma hebrea activa (Mosche podría significar, a lo sumo: el que saca de las aguas) está en pleno desacuerdo con ella.» Podemos apoyar esta refutación con dos nuevos argumentos: ante todo, sería absurdo atribuir a una princesa egipcia una derivación del nombre sobre la base de la etimología hebrea; por otra parte, las aguas de las que se sacó al niño no fueron, con toda probabilidad, las del Nilo.
Muy distinto es el caso de Moisés. La primera familia, generalmente la noble, es aquí bastante modesta: Moisés es hijo de judíos levitas. La segunda, en cambio, la familia humilde en la cual suele criarse el héroe, está sustituida, aquí por la casa real de Egipto: la princesa lo cría como hijo propio. Muchos estudiosos se extrañaron ante esta discrepancia de la leyenda típica. Eduard Meyer y otros después de él aceptaron que la leyenda tuvo originalmente otra versión: El faraón habría sido advertido por un sueño profético de que un hijo de su hija le depararía peligros, a él y a su reino. Por eso hace abandonar en el Nilo al niño que acaba de nacer, pero éste es salvado por judíos, que lo crían como hijo propio. A causa de «motivos nacionales», como dice Rank, la leyenda habría sido elaborada hasta adoptar la forma que conocemos.
Pero la menor reflexión demuestra que jamás pudo existir semejante leyenda mosaica original, concordante con las demás de su especie. En efecto, la leyenda sólo pudo haber sido de origen egipcio, o bien judío. El primer caso queda excluido de antemano, pues los egipcios no tenían motivo alguno para ensalzar a Moisés, que no era un héroe para ellos. Por consiguiente, la leyenda debe haber surgido en el pueblo judío, es decir, se la habría vinculado en su versión conocida a la persona del caudillo. Mas para tal fin era completamente inapropiada, pues ¿de qué podía servirle a un pueblo una leyenda que convirtiera a su gran hombre en un extranjero?
Pues si Moisés era egipcio..., pues entonces esta hipótesis nos ofrece, como primer resultado, un nuevo enigma de difícil solución. Cuando un pueblo o una tribu se dispone a una gran empresa, cabe esperar que uno de sus miembros se erija en jefe o sea elegido para esta función. Pero no es fácil conjeturar qué puede haber inducido a un encumbrado egipcio -príncipe quizá, sacerdote o alto funcionario- a encabezar una horda de inmigrantes extranjeros, culturalmente inferiores, para abandonar con ellos su país. El conocido desprecio de los egipcios por los pueblos extranjeros presta particular inverosimilitud a semejante decisión,
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