Mi Historia

El color café en todos lados me hacía oler un poco el ambiente relajado, un aire tibio y muy delicioso que frotaba mi cabello recogido por una cola hasta mi espalda. Me miraba al espejo de enfrente de la silla en la que estaba sentada platicando con unas amigas mías sobre sus amores platónicos.

Claro, no encajaba en esa conversación pues mi novio estaba al fondo de mi izquierda. Con su simetría perfecta, unos lindos ojos grandes oscuros y brillosos, una sonrisa tan amplia y blanca, brillante por los frenos que tenía, su cabello ondulado acomodado perfectamente, con ese suéter que me volvía loca, un azul aqua que hacia marcar mejor su cuerpo y hombreras. Sí, ese suéter me encantaba.

Cumpliendo quizá un año y varios meses de estar juntos, como un amor a primera vista fue cuando me enamore de él, un épico momento en que lo conocí por una conversación tan tonta. Y así fue dando el tiempo.

Y siempre tan pegada a él, siempre con la necesidad de dejarme acariciar por sus tiernos besos tan suaves y exquisitos, olvidaba la parte en que es extremadamente encantador.

Tomaba un vaso de whisky y desde aquel rincón en que se encontraba con sus amigos hablando, volteo a verme. E inexplicablemente me mire al espejo colorada de mis cachetes, evite mirarlo y empecé a conversar con mis amigas.

-¡Seguro! Que Smith es un hombre de muy laaargas razones para admirarlo.

-Tranquila Daniela, dejaras incomodas a todas.

-Seguro Jacobo, pues Mario te ha estado mirando con una mirada muy picarona.

-WIIIIN! –gritaron todas.

Tome un vaso de Michelada fría, le di un sorbo pequeño y la espuma de la cerveza había quedado en mi labio. Y al mirar de nuevo a Mario descubrí que aún me miraba.

Vi mis manos alargadas pintadas de verde, con una diamantina en la punta.

En el fondo se escuchaba apenas empezar Muse-Feeling Good, un clásico romántico.

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