Modelo(s) Político(s) De La Lepra-Peste
Enviado por FrEliSha • 21 de Mayo de 2014 • 2.264 Palabras (10 Páginas) • 710 Visitas
Modelo(s) Político(s) de la Lepra-Peste
Foucault entiende el poder soberano como la facultad de disponer de la vida de los individuos. Soberano es aquel que tiene en su mano el derecho de vida o muerte. Esta forma de poder, con sus modificaciones, ha venido ejercitándose hasta la Edad contemporánea, pero en su forma más reconocible, con el espectáculo del suplicio como rito característico, tiene su ocaso hacia el final de la Edad clásica. “El poder era ante todo derecho de captación: de las cosas, del tiempo, de los cuerpos y finalmente de la vida; culminaba con el privilegio de apoderarse de ésta para suprimirla.” (Foucault, 1998) El ejercicio del poder soberano evolucionara hacia otras formas con el inicio del proceso de la Modernidad. El poder ya no se ejercerá sobre la vida para suprimirla sino para administrarla y para maximizarla como recurso del que el poder dispone.
Ahora bien, el Occidente conoció desde la Edad clásica una profundísima transformación de esos mecanismos de poder. Las “deducciones” ya no son la forma mayor, sino sólo una pieza entre otras que poseen funciones de incitación, de reforzamiento, de control, de vigilancia, de aumento y organización de las fuerzas que somete: un poder destinado a producir fuerzas, a hacerlas crecer y a ordenarlas más que a obstaculizarlas, doblegarlas o destruirlas. A partir de entonces, el derecho de muerte tendió a desplazarse o al menos apoyarse en las exigencias de un poder que administra la vida, ya a conformarse a lo que reclaman dichas exigencias. (GR 165)
Este poder sobre la vida se desarrolla a partir del siglo XVII en dos formas principales: el modelo jurídico-institucional o disciplinario y el modelo regulatorio o biopolítico. Entre los siglos XVII y XVIII aparecen las tecnologías disciplinares, centradas en el cuerpo individual constituyéndose de este modo una anatomopolítica del cuerpo (VC) De otra parte, a finales del siglo XVIII surgen las tecnologías biopolíticas cuyo objeto será el hombre-especie, constituyendo una biopolítica de la especie.
Posteriormente estos dos dispositivos llegarán a articularse y superponerse el uno al otro para constituir o que Foucault denomina “sociedad de normalización”. Dicho esto, y en el contexto de la sociedad de normalización, “la norma puede aplicarse tanto al grupo que se quiere disciplinar, como a una población que se quiere regularizar. La sociedad de normalización no es, por tanto, en estas condiciones, una especie de sociedad disciplinaria generalizada cuyo espacio se había conjuntado y finalmente recubierto en su totalidad por las instituciones disciplinarias; esta no es más que una primera interpretación, insuficiente, de la idea de la sociedad de normalización. La sociedad de normalización es aquella en la que se cruzan, siguiendo una articulación ortogonal, la norma de la disciplina y la norma de la regulación.” (GR 244-245)
La disciplina se refiere a las operaciones que se aplican en los cuerpos a fin de convertirlos en cuerpos dóciles y esta, se complementa con la regulación, con los mecanismos del biopoder. Foucault dirá que “ese poder sobre la vida se desarrollo desde el siglo XVII en dos formas principales; no son antitéticas; más bien constituyen dos polos del desarrollo enlazados por todo un haz intermedio de relaciones. Uno de los polos, al parecer el primero en formarse, fue centrado en el cuerpo como máquina: su educación, el aumento de sus aptitudes, el arrancamiento de sus fuerzas, el crecimiento paralelo de su utilidad y su docilidad, su integración en el sistema de control eficaces y económicos, todo ello quedo asegurado por procedimientos característicos del poder de las disciplinas: anatomopolítica del cuerpo humano. El segundo, formado algo más tarde, hacia mediados del siglo XVIII, fue centrado en el cuerpo-especie, en le cuerpo transido por la mecánica de los viviente y que sirve de soporte a los procesos biológicos: la proliferación, los nacimientos y la mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida y la longevidad, con todas las condiciones que pueden hacerlos variar; todos estos problemas los toma a su cargo una serie de intervenciones y controles reguladores: una biopolítica de las poblaciones.” (2003. 168) la biopolítica se ejerce no sobre los cuerpos individuales sino sobre las poblaciones. El trabajo de los mecanismos biopolíticos se centra en le hombre-especie.
Foucault muestra que el poder, como potencia para transformar la vida de una colectividad, hace dos siglos ha experimentado una metamorfosis. Ha dejado de ser el derecho de matar, en la forma de ejecución pública, para convertirse en capacidad de hacer vivir. Es así que se desplaza el problema de la soberanía pues, si antes se definía en función de un territorio, ahora, será referida a la gestión de la población. Es decir, la población pasara a ser la principal preocupaciones gubernamentales. Frente a esta situación el territorio es algo secundario. Por esta razón, desde finales del siglo XVIII, se estudian los ritmos de natalidad, mortalidad, y enfermedad de los individuos. La incidencia de las epidemias y la forma de combatirlas se incluyen entre las nuevas preocupaciones del Estado. Por un lado, los gobiernos crean las condiciones de higiene y división de los espacios urbanos que serán capaces de albergar a la población lo cual es proporcionado por la nueva ciencia, la estadística. Por el otro, ponen en funcionamiento las disciplinas para obtener de los sujetos los comportamientos que exige el trabajo en las fábricas, el ejército y la colonización.
La transformación de la política en biopolítica, indica que en le nacimiento de la Modernidad la vida natural de los hombres empieza a ser incluida en la esfera del poder estatal, constituyendo al cuerpo viviente de los sujetos en blanco de las estrategias políticas del Estado. “Pues, en ese contexto, era importante que los obreros se adecuaran la ritmo de trabajo que imponía el nuevo modo de producción, el capitalismo industrial.”
(Fränkel, Daniel. La saga eugenesia social. Radicalidad del mal banal en las políticas públicas. Revista Argumento. Vol. 26. No 54. Julio-Septiembre. 2008.) En etapa Biopolítica asistimos a un entrelazamiento de tecnologías eugenésicas combinadas pero contradictorias entre si; replantean los aforismos foucaultianos “dejar vivir/hacer morir” y “hacer vivir y dejar morir” por “hacer vivir, dejar morir en vida.” Se trata de cambios en los procesos de administración de los cuerpos, de la existencia cargada de un sesgo individual. La vida, el gobierno de la vida es objeto político. Guarda simultáneamente implicancias con un molde humano universal y perfecto –el harás humano- y con imperativos de muerte y discriminación:
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