NO HAY ESTUDIANTE SI NO HAY DOCENTE

Y entonces todos vivimos a diario que no hay democracia. ¿Y qué tiene que ver esto con el título de este ensayo? Pues tiene que ver mucho.

Los nuevos modelos educativos buscan que el alumno se independice del maestro y que el maestro no interfiera con el alumno, sino que lo guíe. Tanto maestro como estudiante tienen su razón de ser; uno de ellos no existe si el otro no está presente. Y sin duda, el maestro debe ser un “máster” en lo que haga, de lo contario, no hay maestro y no hay estudiante. Es menester comprender la dialéctica que hay entre roles, que si bien pueden ser intercambiables ante las situaciones y lo que se tenga que aprender de las mismas.

Jesús Palacios (1989) cuando hace referencia a la escuela nueva, menciona:

“Como resultado directo de la libertad concedida a los niños , el maestro debe jugar un papel muy distinto en la educación […] en un acto común de cooperación […] El papel del pedagogo no tiene razón de ser sino es como auxiliar del libre y espontáneo desarrollo del niño […]; el maestro será el guía que va abriendo camino y mostrando posibilidades a los niños”.

Estas premisas de la educación tienen sus antecedentes desde el primer tercio del siglo XX con el movimiento de la escuela nueva. Conforme pasan los años, el fenómeno se presenta con mayor sinceridad. Sin embargo, la pregunta sería ¿Qué es lo que entorpece el alance a este ideal?

Si bien, esto ha sido estudiado desde la sociología con visiones como la de Miche Foucault, quienes mostraban la otra cara de la moneda, al mencionar que:

“Dentro de este marco, el panoptismo puede verse reflejado en ciertos tipos de instituciones, las cuales ejercen vigilancia y poder sobre los individuos. Ejemplo de ello son: instituciones de tipo pedagógicas, […] (que) responden a la corrección y normalización del individuo. En este sentido, y haciendo alusión a la escuela, esta no excluye a los individuos, si no que los encierra, y en palabras de Foucault <los fija en un aparato de transmisión de saber>” (Valenzuela y Pino, sin año).

Por lo tanto, visualizar los ideales de la escuela nueva, no es corresponder a un sentimiento romántico de la educación. Simplemente su manifestación está en las espontaneidades del aprendizaje de cada individuo y su entorno, retomando a Vygotsky, en el individuo y en su Zona de Desarrollo Próximo, y con Ausubel comprendido en su llamado andamiaje. Y la unicidad de estas perspectivas teóricas siempre apuntan al individuo y la responsabilizarción del mismo de su proceso de aprendizaje.

Y a la par que el estudiante se responsabiliza, hay un profesor que en un momento determinado sabe qué es la experiencia de ser estudiante. Y bajo estos términos, la educación <debe> ser así, sin exclusión de la flexibilidad, como lo menciona Jesús Palacios (1989) que la relación maestro estudiante responde a un “y

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