Nuestro Projimo Y El Amor

El amor mueve montañas dice un adagio muy antiguo… y estamos totalmente de acuerdo con esto, pero me pregunto si reconocemos que este sentimiento tan inefable e inherente a nosotros es tan importante, porque estamos dejando que merme en nuestro interior y en nuestro entorno.

Amar a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo nos insta Jesús, diciendo “No hay mandamiento mayor que este”, vaya que importancia tiene el amor, pues en torno a él comienza y termina todo dentro de este conglomerado al que llamamos humanidad.

¡Cuánta sabiduría engloba este mandato!

Amar al prójimo encierra mucho y tiene miles de caras, amar es dar sin esperar nada a cambio, es querer que nuestro prójimo goce de las mismas oportunidades que yo tengo, es compartir el pan y promover que este llegue a nuestro prójimo equitativamente, es dotar de salud y seguridad a mi prójimo si esta en mis manos hacerlo, es no decirle al que te pide ayuda ve y vuelve mañana teniendo que darle.

Amor y respeto van de la mano, no se puede decir que se ama si no respetamos a nuestros congéneres, sean padres, hijos, esposos y esposas, hermanos, amigos, compañeros de trabajo, no podemos decir que amamos mientras herimos, irrespetamos y vejamos, pero lo peor de todo es que hasta el respeto hacia nosotros mismos esta muriendo.

Cuando veo lo que acontece en mi país, cómo de tanto recibir noticias nefastas nuestro corazón se va endureciendo y el factor sorpresa va desapareciendo de nuestro diccionario, pienso en este primer mandamiento y en las consecuencias que estamos sufriendo por la falta de obediencia al mismo.

Existe falta de amor en los Estamentos Estatales, pues a muchos niveles se evidencia la ausencia de voluntad política contra los males que nos aquejan, debiéndose trabajar mas en la prevención y en la educación que en la persecución, que de hecho, en múltiples casos deja mucho que desear, por las experiencias vividas como sociedad.

Falta de amor en la institución familiar y esto explica el incremento en nuestros jóvenes y los no tan jóvenes en el consumo de drogas, que como fusta esta haciendo su agosto en cada uno de los meses del año, acabando con nuestra sociedad, evidenciándose el vacío existencial, que no es más que falta de amor.

Falta de amor hacia el prójimo que conforma nuestra sociedad en las autoridades pertinentes, al no establecer estrategias definidas que a un mediano y corto plazo minimicen este flagelo que se lleva tantas vidas inocentes a través de las mil y una facetas que tiene, trayendo un mar de tristeza a las familias y a nuestra sociedad, y es que se contraponen múltiples intereses.

Nunca es tarde pare reconocer nuestro ausentismo de amor, vayamos tras ese sentimiento que Dios nos instruyo tener, solo así tendremos la esperanza de mejorar como sociedad,

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