OJOS ENGAÑADOS: ANOREXIA, LA DISTORCIÓN DE LA REALIDAD
Enviado por Lewis00 • 4 de Junio de 2015 • 4.096 Palabras (17 Páginas) • 215 Visitas
OJOS ENGAÑADOS: ANOREXIA, LA DISTORCIÓN DE LA REALIDAD
“La belleza exterior no es más que el encanto de un instante. La apariencia del cuerpo no siempre es el reflejo del alma”
George Sand (escritora francesa)
Introducción
El presente ensayo tiene como tema principal el trastorno alimentario de la anorexia, los síntomas, la importancia el concepto y tratamiento del mismo, se tratara de dar importancia a los aspectos emocionales de las personas con esté trastorno, como viven ellos esta enfermedad y como son dañados día a día por pensamientos de índole depresiva y con pulsiones de muerte Pero, para conocer un concepto debemos saber un poco de cómo ha nacido es así que veremos un poco de la reseña histórica sobre la enfermedad, su concepto, y algunos síntomas de enfermedades que se podrían considerar hermanas a la misma. Todo esto con el fin de acercarnos un poco a la manera en que la persona anoréxica mira su enfermedad.
La frase de George Sand nos habla sobre belleza, un concepto importante para este trastorno, ya que “su belleza” y la nuestra está bastante lejos de ser iguales, así como dice Sand, la apariencia del cuerpo no siempre es el reflejo del alma, es como en estos casos, una persona delgada no siempre se siente bella no siempre se siente bien, inclusive muchas de estas se sienten mal, culpables, ansiosas y con dolor físico y mental que soportan solo con la idea de ser más bellas, esto claro en algunos casos, en otros, el acto de no comer se ha vuelto tan cotidiano que se vuelve una normalidad que buscan seguir y no salir de este régimen estricto que se han impuesto.
“Seis treinta y cuatro. Acabo de despertar y desearía no haberlo hecho. Grandioso, me siento gorda, Otro día de pensar y no pensar en comida y nada más. Otro día repugnante. Quiero volver a dormir. No puedo. No puedo dejar de pensar en comida. No puedo quitar de mi mente el frasco de pasas. Quiero una, sólo una. Sí, sólo una para acallar mi mente y volver a dormir. No, no puedo. Si como una, voy a querer otra y otra y no podré detenerme, y voy a comer y comer y comer y coy a acabar más gorda, y no podré comer en una semana y quizá me falle la voluntad y no podré aguantar y...Oh, Dios!, tengo hambre. ¿Por qué tuve que despertar? ¿Por qué puedo pensar? Desearía no poder hacerlo. ¿Cómo lograré terminar el día? Quisiera saber cuánto peso esta mañana, anoche era un asco- ENORME. ¿Seguiré siendo de la misma talla? Si es así, no podría soportarlo. Pánico. No soporto ver lo enorme que soy. ¿Y si estoy pero que anoche? No, no puede ser. Eso no sería posible. Nadie puede estar más gordo de lo que yo estaba anoche –nadie. Pero, ¿y si lo estoy? ¿y si eh acumulado cientos de kilos más? ¿Qué voy a hacer?. Nunca voy a bajarlos. Demonios. Me siento espantosa. Mis piernas, mi estómago, todo, YO. Soy una asco. No puedo ni verme. Es ofensivo. Es lo que soy. Me odio, odio ser yo. No me atrevo a subir la báscula. Voy a pesar demasiado y no podré soportarlo. ¿Por qué no puedo estar flaca? ¿Qué eh hecho para merecer esto? Desearía saber si subí de peso durante la noche. Tal vez perdí un poco. No, no puede ser, me siento más gorda que ayer. ¿Lo estoy? ¿Por qué no lo sé? Necesito saber. Dios, necesito saberlo pero no me atrevo a subir a la báscula. ¿Por qué no puedo bajar de peso?. Si pudiera llegar a treinta y cinco, no, a treinta y dos kilos, sería feliz. Sé que lo sería. Me sentiría mejor que como estoy ahora –GORDA. ¿Cómo me veo? No quiero saberlo. Me siento toda hinchada. Hinchada, enorme y gorda. Repulsiva. Mírenme, estoy espantosa. No puedo soportar esto, sólo véanme, mi cara está gorda. ¿Por qué no puedo ser delgada?
Nunca seré lo suficientemente delgada, también podría rendirme. ¿Qué caso tiene? No creo que tenga ningún caso. Desearía estar dormida todavía. Seis treinta y nueve. Demonios, todavía no son ni las siete y ya estoy fastidiada de todo el día. Pasas, malditas pasas. ¿Por qué no puedo dejar de pensar en comida? Pasas, granola, nueces de Brasil, dátiles, pan tostado, Kitkats ¿Kitkats?, mmhm, podría devorar uno. No, no voy a comer ninguno. Sé que no puedo, así que quizá sea mejor olvidarme de ellos. Piensa en algo más. ¿Qué voy a hacer hoy? No quiero hacer nada. Estoy demasiado gorda. Ni siquiera puedo levantarme de la cama –de cualquier modo, no quiero hacerlo, Sólo quiero dormir. No debería, pero así es. ¡Aaaaay! ¿Qué caso tiene? Púdrete, mundo. Sólo púdrete y déjame tranquila. Sola y dormida. Cielo azul nuevo, maldito azul perfecto, otro día soleado. ¿Por qué? No quiero que esté soleado, no puedo soportarlo más. Empeorara todo. Me recuerda todo lo que los demás disfrutan y que a mí me hace sentir culpable. Culpable por no hacer lo que debería, culpable por desear ya no estar aquí y culpable por sentirme deprimida sin razón y sin saber por qué.
De por sí ya me siento bastante mal. Sé que debería aprovechar al máximo el verano. Sé que debería divertirme y entretenerme como todos los demás. Sé que desperdicio tiempo, diversión, entretenimiento y todo lo que debería disfrutar, pero no puedo evitarlo. Tan sólo no puedo. Ya no disfruto de nada y lo odio. OJALA LLOVIERA. Tal vez si lloviera no me sentiría tan mal, tal vez mañana. Diablos, tengo hambre. Tomaré otro Diet Coke. Hasta estas tengo que esconderlas. No quiero que mamá y papá sepan cuantas estoy bebiendo. Espero que alguien se haya comido el pan y el budín de mantequilla que quedó anoche en el refrigerador. Si sigue ahí me volveré loca. Quiero comerlo, pero sé que no puedo. Comí demasiado ayer, estoy muy gorda, no merezco comer y me odiaré.
Debería poder controlarme como cualquiera. KitKats, quiero chocolate y hay uno en el refrigerador. No, me va a engordar y me voy a arrepentir. De cualquier manera, si como algo ahora, querré comer todo el día. ¿Por qué no puedo volver a dormir? Ojalá que ya hubiera terminado el día. ¿Por qué no puede ser así? Dieciocho horas por transcurrir antes de volver a dormir.
“Mi primer sentimiento al despertar cada mañana era el de estar gorda. Mis primeros pensamiento siempre eran sobre comida, seguidos inmediatamente por la desesperación de darme cuenta que a) estaba despierta y b) aún estaba demasiado gorda como para comer algo. Me sentía estúpida. Me odiaba a mí misma y todo el tiempo escapaba temerosa. Convencida de que a nadie podría agradarle, me sentía el mayor fracaso sobre la Tierra y sentía que no merecía nada mejor que sentirme mal y culpable por todo. Lo que había tenido siempre no era sino para ser feliz y debería haber sido feliz, pero no lo era. Era tan infeliz y no sabía por qué. Completamente fuera de control, mi vida ya no tenía ningún sentido y había renunciado a tratar de entender por qué debía sentirme
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