PREGUNTAS INOCENTES- RESPUESTAS NATURALES
Enviado por FREDSISTEMA • 24 de Junio de 2013 • 2.313 Palabras (10 Páginas) • 405 Visitas
¿PREGUNTAS INOCENTES...?
RESPUESTAS NATURALES
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Hace poco tiempo me encontraba en un parque sentado en un banco de madera
vigilando a mis nietos que correteaban entre los balancines, toboganes y columpios
que allí había.
Al poco rato un matrimonio joven se sentó a mi lado ya que era el único sitio libre en
todo el recinto y mientras su hijo jugaba por las instalaciones del parque corriendo
tras las palomas que picoteaban los restos de merienda de los niños.
En un momento determinado el niño se acercó s sus padres corriendo y preguntó.
- ¿Papá porqué vuelan las palomas?, tras unos segundos de silencio ambos padres
contestaron a la vez
Por que tienen alas, contestó el padre, porque las asustas, dijo la madre.
El niño permaneció unos instantes mirándoles con cara interrogante y al ver que sus
padres daban por terminado el coloquio salió corriendo de nuevo tras las aves.
Una hora más tarde la pareja se marchó y llegaron mi mujer y los padres de mi nieto
que se habían quedado en casa terminando de arreglarse y se sentaron junto a mí y
mientras charlábamos se acercó corriendo el niño y dijo
- Papa, papá ¿Porqué…? y antes que sus padres contestaran nada cogí a mi nieto por
la manó y le acerque a mi al tiempo que le explicaba en lenguaje infantil la respuesta
correcta a su pregunta.
- ¡Ah! Exclamó el niño con evidente señal de que lo había comprendido y siguió
jugando tranquilamente.
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¿PAPA PORQUE…?
Esa es la pregunta universal con que todos los niños desde el origen de la vida
bombardean a los padres diariamente en su afán de comprender
porqué suceden las cosas..., ¿Porqué vuelan los pájaros?..., ¿Porqué
nadan los peces?..., ¿Porqué cojea ese señor?..., ¿Porqué tienen distinto
sexo él y su hermanita?..., ¿Porqué tienes pelos en las axilas y yo no?...,
¿Porqué te afeitas papá?..., ¿Porqué te pintas mamá?..., ¿Porqué?...,
¿Porqué?..., ¿Porqué?..., ¿Porqué?..., ¿Porqué?...
Y así todos los días a todas horas y en cada momento en que el retoño intenta
comprender algo que su vista ha fotografiado y que la memoria del ordenador de su
mente todavía no ha grabado o por lo menos no lo ha hecho con la definición tan
exacta como para entenderla.
Para estas ocasiones todos los seres de la creación son infinitamente sabios, bueno
todos menos el hombre, y así como en todos los casos los padres enseñan a sus
retoños los secretos de la vida, bien genéticamente o por paciente aprendizaje, el ser
humano se inhibe casi totalmente de este deber de progenitor y solo se concentra en
los principios básicos para librarse de ciertas tareas engorrosas como alimentarles o
limpiar pañales, el resto lo dejan a cargo de la madre Naturaleza.
Esta cumple su función primitiva como con el resto de los retoños de la creación pero
a pesar de su sabiduría la Naturaleza no dispone de medios para introducir datos en
los archivos del cerebro humano, solo le provee de los medios necesarios para que los
asimile a través de las enseñanzas paternas.
Por consiguiente si los padres se desentienden de este cometido los niños por si solos
tardarían mucho tiempo en rellenar esa parte de su archivo cerebral y es entonces
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cuando ante la recepción de un nuevo suceso en el espacio vacío de su mente provoca
la pregunta..., ¿Porqué?..., ¿Porqué?....
Y aquí viene la tragedia…, En un porcentaje muy elevado los padres escurren el bulto
con evasivas unas veces y reprimendas otras en las que la pregunta entra en el campo
que los padres consideran “Apto para mayores con reparos”.
El cuento de Teresa y Luis no es tan imaginario como podría parecer a simple vista en
los tiempos actuales ya que su infancia discurrió en momentos en los que hasta bien
avanzada edad la mayoría de ellos trataban de usted a los padres.
Teresa, tres años mayor, y Luis eran hijos de un matrimonio con una elevada
formación cultural pero educados en el seno de sendas familias de arraigado
sentimiento religioso y costumbres ancladas en el siglo XIX.
Ambos niños crecieron al amparo de un profundo amor paternal pero con un total
aislamiento en cuanto a la información que todos los niños necesitan para enfrentarse
en el futuro a la vida en solitario, hasta tal punto de que Teresa no descubrió hasta los
seis años que su hermano tenía un apéndice del que ella carecía.
Automáticamente corrió hasta su madre para hacerle partícipe de su descubrimiento
más por el temor de que se tratase de un defecto físico de su hermano que por la
necesidad de averiguar el significado.
La respuesta materna fue una monumental reprimenda y un castigo por haber
descubierto el secreto que tan celosamente había conseguido guardar durante los tres
últimos años.
La curiosidad de Teresa pudo más que el miedo a la reacción de su madre y siguió
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investigando por su cuenta que el sexo de los niños era diferente al de las niñas, pero
este descubrimiento trajo consigo dos consecuencias para su mente infantil.
La primera fue que la información le llegó a través de amiguitas de su edad y por lo
tanto totalmente deformada de la realidad y la segunda que aquel descubrimiento era
algo sumamente pecaminoso por la desproporcionada reacción de su madre.
En los tres años siguientes casos similares se sucedieron para los dos hermanos pero
el más significativo fue cuando el padre sorprendió a Luis observando el sexo de su
hermana y aunque fue una acción totalmente ingenua sus posaderas tardaron días en
recuperar la normalidad de la tremenda azotaina que recibió.
Poco a poco los niños fueron creciendo incorporando a sus mentes infantiles
conceptos erróneos o cuando menos desfigurados de la realidad cotidiana, hasta tal
punto que en la confesión previa a su primera comunión se acusaron de tal cantidad
de faltas que parecía que en su corta existencia no había hecho otra cosa más que
pecar a diestro y siniestro.
El caso más sangrante de esta historia fue cuando Teresa con diez años confesó a su
madre un sueño en el que junto con varios amiguitos se estaban bañando desnudos en
el río.
La reacción de la madre fue la de declarar culpable a la niña del suceso involuntario
...