PROBLEMAS DE APRENDIZAJE RELACIONADOS CON LA GRAFIA

En 1997 el Claustro Moderno inició la aplicación de un tipo de letra para el proceso de aprendizaje de la escritura en las etapas 0 y 1. Tradicionalmente la letra usada en el Claustro fue la script o imprenta, (o despegada), con la cual aprendieron a escribir los alumnos durante más de 30 años. No se contempló la cursiva, a pesar de su uso frecuente por parte de muchos colegios colombianos de mediados del siglo XX, porque en su contra se ha enunciado siempre la demora que genera en el reconocimiento de la letra imprenta y, en consecuencia, de la lectura.

Las bondades de la letra script, asociadas principalmente con el hecho de que es la letra tipográfica por excelencia,  se pudieron comprobar en muchos de los alumnos que la aprendieron, pero no en todos. Se calcula que el 10% de los niños que aprenden la letra script adquieren problemas de dislexia o disgrafía, manifestados en la dificultad de reconocer algunas letras o en la confusión de por ejemplo la p con la q y la b con la d, o de la a con la d la g o la q; y aunque la tendencia normal es a la disminución o desaparición gradual del problema, a veces esto no sucede.

Otra dificultad asociada al uso de la letra script es el progresivo deterioro del trazo y de la estética de la escritura en la edad escolar. Los alumnos hacia el quinto grado y de ahí en adelante, al necesitar escribir con mayor rapidez, empiezan a deteriorar su letra hasta volverla en algunos casos casi completamente ilegible. Esto se asocia con el hecho de que el alumno deba ir interrumpiendo su escritura al escribir cada letra, lo cual va en detrimento de su memoria para recordarlas.

Al respecto, la experiencia española es significativa. Por muchas décadas del siglo XX se usó una combinación entre la letra script y la cursiva, en una letra que llamaron Memima (por derivación de mi mamá me mima) y que une las letras con suaves trazos continuos. Entre sus particularidades se destaca el hecho de que todas las mayúsculas se escriben como minúsculas agrandadas:

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Esta letra fue incluso adoptada por la mayoría de editoriales españolas para rotular los libros infantiles y los libros de texto para preescolar y primaria. Sin embargo, a mediados de esa década, las autoridades pedagógicas decidieron que todos los escolares debían aprender a escribir las mayúsculas como si fueran letras de palo. La letra Memima evolucionó hacia lo que sus creadores catalanes (Joan Manuel Urós y Joan Barjau) llamaron Memima Alternate y que se conoce también como Edelfont o Massarella:

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Esta es la letra que empezamos a adoptar en el Colegio, pero con una modificación institucional, elaborada a partir de nuestra propia experiencia con los niños: a las mayúsculas rectas les añadimos unas ‘colitas’ para unirlas con las minúsculas, lo cual suaviza el trazo y permite mayor fluidez. A esta letra la llamamos Claustro y la aplicamos desde Transición hasta Quinto, con la flexibilidad que se requiere en el caso de los alumnos nuevos que van ingresando con una letra diferente ya aprendida. Igualmente, a partir de quinto grado, el uso de la letra Claustro no es obligatorio. Los niños que la usan correctamente y desean continuarla, bien pueden hacerlo. Otros prefieren despegarla y también pueden hacerlo, con una factura estética muy adecuada.  Los problemas de dislexia, por supuesto, desaparecieron.

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