PSICOLOGÍA DEL ADICTO CONDICIONAMIENTO, EMOCIÓN Y MOTIVACIÓN LAS ADICCIONES SON MÁS QUE SIMPLEMENTE EXPERIMENTAR
Enviado por Tanatos2010 • 22 de Diciembre de 2011 • 1.433 Palabras (6 Páginas) • 1.259 Visitas
Examinemos brevemente, cual es uno de los diagnósticos clínicos y psicológicos más difíciles, y además complicados de abordar, como los son las adicciones, substancialmente cuando de sustancias psicoactivas se trata. De estas circunstancias nace el hecho de que una cantidad grande de personas pueden obtener un tratamiento, luego de mínimo cuatro o cinco años de consumo.
Comprendemos así que, es frecuente encontrarse desde el inicio con un gran problema para afrontar, puesto que los cambios contundentes que el consumo puede producir en un adicto, no solo acude a cambios orgánicos y fisiológicos, sino que engloba en todos los detalles, contrariedades psicológicas que se pueden producir tanto en el, cómo en su familia.
Sin embargo, análogamente, cabe preguntarse, ¿es posible encontrar un adicto a la felicidad, a la ira o al amor?, referido a este contexto, es posible relacionar la manera involuntaria como actúan nuestras emociones en una adicción. Por ejemplo, Mientras viajamos, es posible recibir una llamada donde lo invitan a disfrutar de ciertos paisajes y actividades, las cuales le brindan a usted un sentimiento de aceptación que lo hacen feliz. Su felicidad se convierte en una emoción, la cual conforme a sus pensamientos se dirige hacia una aventura, paseo, diversión, compañía o un sinfín de prontitudes que gustan de usted. El día llega; aun sintiéndose feliz y emocionado, pero, avanzando el tiempo, encontramos que tenemos que afrontarnos a acciones que son más difíciles que lo que se esperaba. Primero nos vemos preocupados y luego un miedo total con la necesidad de huir, sabiendo la respuesta correcta y aun así dudando para responder.
Pero antes de seguir adelante, parece perfectamente claro que la emoción siempre cambiante, está en todo momento con nosotros y motivándonos en forma constante para adaptarnos a las situaciones y retos que se nos presentan.
Es probable que encontremos personas que disfrutan de situaciones una y otra vez, adictos al trabajo, al alimento -aunque hayan comido- e incluso algunas con gran necesidad al sexo. Podemos así decir que la adicción no tiene límites pues no solo se producen por psicoactivos o narcóticos, sino que puede ser ocasionada por cosas tan naturales como el sexo o la necesidad de ciertas respuestas emocionales.
Como se indico, las emociones se relacionan con la motivación y es posible encontrarla de dos formas. Inicialmente, “las emociones proporcionan una lectura del estatus de los estados motivacionales siempre cambiantes de las personas. Es otra forma de decir que la motivación y la emoción existen como dos caras de la misma manera” (Buck, 1988). En otras palabras las emociones nos pueden respaldar de un indicador de progreso que ayuda a realizar ciertas conductas y nos inhibe a otras. Segundo, “las emociones funcionan como un tipo de motivo y constituyen el sistema motivacional primario” (Tomkins, 1962, 1963, 1984; Izard, 1991), definiendo así como las emociones energizan las acciones de una persona, captando toda su atención y dirigiéndola a conductas que decidan tan solo encontrar su único propósito, como es el caso de los adictos.
De modo que, tradicionalmente, decimos que el adicto es un enfermo de las emociones. Por ejemplo, el miedo es posible utilizarlo como un método de defensa normal con la que actuamos ante una situación amenazante de peligro, preparándonos así para una huida, o por otro lado produciéndonos un estado de estrés como respuesta habitual a cualquier experiencia incomoda que se nos presente, induciendo un estrés crónico.
De esta manera la persona es víctima de un condicionamiento aprendido, “proceso mediante el cual se asocia un estimulo a otro repetidamente, que aboga por énfasis a un complejo aprendizaje de las muchas relaciones entre los estímulos” (Pavlov, 1890) y “adquiriendo fuertes reacciones emocionales, como el miedo o la ansiedad a esos estímulos” (Neal Miller, 1948) que lo ata al pasado y que diseña su futuro, siempre actuando de la misma forma ante cualquier estimulo que asocie con dolor físico o psicológico.
Este panorama, es posible verlo reflejado en la familia, cuando uno o más de los miembros de la familia es adicto, pues las consecuencias adversas la afectan de manera contundente en su funcionamiento, por ejemplo generando una mayor predisposición a desarrollar enfermedades adictivas por otro miembro de la familia, disuadiendo a la familia codependiente, desarrollando conflictos interpersonales y generando tensión alrededor de todo el que rodee al enfermo mental.
Cabe entonces preguntarse, ¿Cuál sería la mejor estrategia para promover el cambio del adicto?, ¿Qué es más efectivo: presionarlo, confrontarlo, dejarlo solo, castigándolo o provocando miedo en el hasta que
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