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Para Ser Buenos Padres Hay Cosas Que No Pueden Faltar


Enviado por   •  24 de Julio de 2013  •  1.166 Palabras (5 Páginas)  •  513 Visitas

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Los papás y mamás actuales se encuentran muchas veces desbordados. El ritmo de vida que les arrastra les deja poco tiempo para la reflexión. Las pautas educativas han cambiado tanto en tan poco tiempo que es difícil saber cómo actuar en las circunstancias complicadas. A los niños les compramos muchas cosas y los apuntamos a muchas clases, a los pequeños los estimulamos pero nos cuesta renunciar al ocio adulto para jugar con ellos. Cansados, caemos en los gritos, la impaciencia y los castigos, no sabemos cómo manejar las situaciones. Y es que para ser buenos padres hay algunas cosas que no pueden faltar.

Lo primero es tener autocontrol. Nos enfadamos con las rabietas, caprichos y regresiones de los niños, si lloran o gritan o patalean. Les exigimos un autocontrol que ellos no tienen y que lleva tiempo desarrollar. Pero lo vergonzoso es que les exigimos ese autocontrol prematuro y lo hacemos gritando, poniéndonos furiosos y atacados de los nervios.

Los adultos somos nosotros y si no hemos aprendido a estas alturas a controlarnos ya es hora de empezar a hacerlo. Nosotros tenemos que aprender a controlarnos y a organizar nuestro devenir cotidiano de un modo que nos permita disfrutar de esa mínima calidad de vida, en vez de montar en cólera si un pequeñín se ve desbordado por el cansancio o las emociones.

Además hace falta mucha coherencia. Los niños no aprenden de lo que les decimos que está bien o está mal. Los niños aprenden de lo que hacemos. Seamos coherentes y no digamos algo que no somos capaces de cumplir.

Nada mas ridículo y vergonzoso que un padre gritándole a un niño pequeño que como vuelva a pegarle a su hermanito le parte la cara. O ese que amenaza con cosas que no cumplirá, miente descaradamente para que el niño obedezca inventando castigos de Reyes Magos que no vendrán, pero se comporta de un modo maleducado y poco cívico mientras repite ideas educativas que hasta un niño de dos años se da cuenta que su padre incumple descaradamente.

Si le dices a tu hijo que no grite, no grites tu. Si no quieres que pegue, no pegues tu. Si quieres que respete a los mayores, respeta tu a los demás, incluídos a los niños. Si no quieres que diga tacos o insulte, ya sabes lo que debes abstenerte de hacer. Si quieres que sea limpio, lávate las manos y los dientes delante de él. Si quieres que no tire papeles y que cuide su salud, no fumes delante de él, no tires las colillas al suelo y menos a su parque, y no escupas en la calle. Si quieres que lea, empieza a leerle y a leer para ti mismo. Si quieres que estudie, apaga la tele y deja de ver tanto futbol y culebrones para ponerte a aprender cosas tu. El ejemplo es fundamental.

Hay que tener empatía y saber ponernos en la piel de nuestros niños, sintiendo lo que sienten, la pena, el miedo, la alegría, los nervios. Si somos capaces de empatizar con sus emociones es mucho más sencillo comunicarnos y escucharlos, sobre todo cuando no son todavía capaces de expresar perfectamente sus sentimientos con palabras.

No burlarnos, no provocar sus miedos, no azuzarlos, no exigirles que superen emociones que los paralizan, serán beneficiosas consecuencias de la empatía activa.

Los insultos, las mofas, las amenazas y el chantaje emocional son cargas con las que quizá crecimos pero ya es hora de reconocer que son algo dañino y vergonzoso aunque sobreviviesemos a ellas. Nada de lo que nos duele o nos molesta debemos

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