Paralelismo
Enviado por stephanie1232 • 8 de Noviembre de 2022 • Tarea • 1.387 Palabras (6 Páginas) • 47 Visitas
“El hombre que confundió a su mujer con un sombrero” y muchos, muchos otros más casos neurológicos que llegaron a la consulta del Dr. Oliver Sacks, están contenidos en este libro.
Bastante interesante es poder leer esos casos que datan de la época de los 70’s y los 80’s. Un momento en la historia de las neurociencias, en donde no existían tantas tecnologías ni formas de saber exactamente las enfermedades de los pacientes.
Era poco lo que se había escrito sobre las psicopatologías, al menos eso me deja a entender el material. Los medios en su práctica diaria, debían depender del ingenio, la creatividad, y demás trucos para poder lidiar con los pacientes del área neurológica.
Muchas veces, tenían que referir a sus pacientes a otros doctores como psiquiatras, o algún especialista del área del cuerpo que se estaría viendo afectada, para cerciorarse y poder descartar enfermedades psiquiátricas o corpóreas en lugar de neurológicas.
Este libro divide los relatos en aquellos basados en deficiencias, excesos, arrebatos y el mundo de los simples.
Las deficiencias o perdidas, indican un menoscabo o incapacidad de la función neurológica. Los excesos son superabundancia en la función. Los arrebatos, una manifestación, quizás, de actividad inconsciente o preconsciente.
El mundo de los simples se refiere a los retrasados. Se relaciona con cualidades de la mente que están preservadas, potenciadas incluso, de modo que, aunque «mentalmente deficientes» en ciertos sentidos, pueden ser mentalmente interesantes, incluso mentalmente completos, en otros.
Para mejor sistematización de este ensayo, lo divido por estas mismas partes en las que el libro está divido, y no incluyo todos los capitulo como pudiera ser opción.
Las deficiencias
El hombre que confundió a su mujer con un sombrero
Todo comenzó con el extraño caso del doctor P. el cual no era ningún doctor, el doctor P era un músico. Un músico famoso y prominente que se convirtió en maestro. Pero, ¿por qué era doctor? ¿Dónde puede uno convertirse en doctor en musicología? Me interesaría volverme doctora de las artes escénicas yo también.
Este caso, se nota que llamó la atención del autor, porque lo pone de título del libro, aun cuando hay muchos otros casos, 23 casos más para ser exactos. No contento con esto, también lo pone como el primer caso del libro, así que basada en esas evidencias puedo asegurar que este fue el caso favorito del Dr. Sacks.
Lo interesante del caso del doctor P, – del cual tengo un impulso mayúsculo de llamarlo señor o maestro – es que de repente, y progresivamente, ya no podía reconocer caras, pero afortunadamente podía reconocer voces. Este problemita lo metía en líos talvez, pero no lo suficiente para buscar ayuda médica. Ni siquiera cuando el asunto llego a peores, puesto que luego, ya no solo no podía reconocer las caras de las personas, sino que también reconocía caras donde no las había: en objetos inanimados.
Por supuesto, todas las personas alrededor del doctor P, podían saber que algo andaba mal e inmediatamente empezaron aquellos síntomas buscaron ayuda para el profesor… ¡PUES NO! ¡Para nada! Todo el mundo se encontraba el asunto de lo más chistoso. Que ingenio aquel el de doctor P, saludando a los muebles de la casa. Mira que gracioso el doctor P está hablando con un parquímetro.
¡Qué curioso la falta de preocupación del ser humano! Cuando algo evidentemente está mal con esta persona, y nadie lo lleva a recibir la ayuda médica que tanto necesita.
Hasta que cierto día le diagnosticaron con diabetes. Una enfermedad mucho más popular que la agnosia visual, por supuesto. Vamos al médico por diabetes, claro que sí. Al doctor P. también se le ocurrió ir al oftalmólogo porque él sabía muy bien que la diabetes podía darle ceguera.
Buenas noticias, el doctor P tenia visión 20/20. Pero el oftalmólogo se dió cuenta que el doctor P. tenía problemas en las zonas visuales del cerebro y lo refirió a donde un neurólogo donde por fin se iba a acabar ese asunto de creer las “bromitas del doctor P. Y así, fue como él llegó al consultorio del Dr. Oliver Sacks.
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