Pensamiento Critico
Enviado por gaby2916 • 3 de Julio de 2014 • 666 Palabras (3 Páginas) • 275 Visitas
No hay un tema que, a pesar de su enorme influjo en la vida ordinaria, presente un mayor número de opiniones e hipótesis científicas no sólo distintas, sino las más de las veces contrarias. Tal vez esto sea debido a tres motivos: a) la oscuridad que la afectividad presenta a la razón, b) la complejidad que el tema envuelve en sí mismo, c) la pluralidad de enfoques con que se lo puede analizar. En efecto, por una parte, la afectividad parece accesible a cualquier ser humano, en tanto que este es capaz de experimentar una gama muy variada de sentimientos (placer, dolor, odio, amor, ira, esperanza, etc.); por otra, pocas realidades, como la afectividad, son tan complejas y difíciles de explicar. ¿Cuál es su origen? ¿En qué consiste? ¿Qué función desempeña en la vida humana, en particular en el desarrollo de la racionalidad? Son sólo algunas de las preguntas que surgen al examinar el mundo afectivo.
Ya en la vida cotidiana descubrimos el carácter accesible y, al mismo tiempo, problemático de los fenómenos afectivos. Para ello, basta considerar las dificultades propias de la descripción de los sentimientos o la diversidad de palabras que el lenguaje corriente usa para denominarlos. Pasión, sentimiento, emoción, afecto, estado de ánimo... son términos que se utilizan aveces como sinónimos, por ejemplo, cuando se habla de la ira como pasión, como emoción, o como estado de ánimo. Otras veces —es el caso del dolor y del placer— el impedimento para describirlos es mayor aún, como se observa en el hecho de que para aludir a ellos se empleen indistintamente los términos de sensación y sentimiento. No cabe sorprenderse, pues, de que algunos filósofos hayan juzgado los nombres con que designamos los fenómenos afectivos como palabras carentes de significado por falta de una referencia firme y concreta [Wittgenstein 1970].
Si en la vida ordinaria la experiencia de la afectividad aparece dotada de una complejidad tan grande, esta aumenta todavía más en el ámbito de la reflexión filosófica. Allí, la elección de unos términos por otros —como la preferencia de la modernidad por los vocablos emoción y sentimiento, en lugar del término clásico pasión, o las sutiles distinciones de la fenomenología en el campo semántico de la afectividad— no obedece solo al intento de una mejor conceptualización y clasificación de una realidad vaga y de perfiles tan difuminados, sino que depende, sobre todo, de la unión estrecha entre la afectividad y una determinada concepción del hombre [Malo 2004].
Por último, por tratarse de una experiencia en que se muestra la complejidad del ser humano (cambios fisiológicos, conciencia de sí, juicios, inclinaciones hacia diferentes acciones, etc.), los métodos usados presentan una gran variedad: se va desde la introspección de la conciencia hasta el análisis del comportamiento, pasando por las neurociencias y la llamada inteligencia
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