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Perfil Criminologico De Un Tratante De Personas


Enviado por   •  9 de Agosto de 2012  •  2.291 Palabras (10 Páginas)  •  2.654 Visitas

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Victimas Invisibles y Silenciadas: “Características de una problemática oculta”

Ya en el siglo XVII había comenzado a hablarse de “traite des nègres”, y en el siglo XX por oposición y extensión de “traite des blanches” (Esta expresión encierra una notable discriminación respecto de las esclavas procedentes del África, para contrastarla con las mujeres blancas sometidas a la trata, y pretendiendo de esta manera marcar la “superioridad” de la trata de mujeres blancas por sobre la de mujeres de raza negra).

Tanto la OIM (Organización Internacional de Migraciones) como la ONU (Organización de las Naciones Unidas) definen la “trata de personas” (La palabra “trata”, deriva del latín traho, traxi, tractum, que significa tirar hacia sí, arrastrar, llevar con fuerza y por la fuerza. La palabra “tráfico”, deriva del mismo origen pero en su versión de “trajinar”, remite a trasladar los negocios y las cosas de los negocios de un lugar a otro. Si bien, trata y tráfico no son lo mismo, coadyuvan entre sí) como un delito de lesa humanidad que incluye la captación, transporte, traslado, acogida o recepción de personas, recurriendo a la amenaza, uso de la fuerza, u otros mecanismos de coacción, tales como el engaño, rapto, fraude, abuso de poder, concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener un logro mediante la explotación de dichas personas.

Eugenio Freixas (Director General de la Oficina de Asistencia Integral a la Víctima del Delito de la Procuración General de la Nación de Argentina), define dos metodologías de trata: trata “dura” y trata “blanda”. En la primera, la víctima es capturada a la fuerza y llevada al lugar de cautiverio donde será explotada sexualmente. En la segunda en cambio, interviene el engaño respecto de propuestas laborales.

Explica incluso que hay proxenetas que trabajan con métodos similares a los de la venta en consignación (La consignación es una entrega en depósito, y las relaciones que se establecen entre el consignador y el consignatario corresponden a las que en derecho mercantil se estudian como depósito y agencia), es decir, dejando a su grupo de chicas por un lapso de tiempo en un prostíbulo, pasando a buscarlas tiempo después, y cobrando incluso, además de la comisión correspondiente, una especie de “multa”, en caso de ser restituidas en malas condiciones.

Otra metodología con la cual también trabajan estas organizaciones delictivas, es la del delivery, y que consiste en llevar a las víctimas donde el cliente dice.

Pueden ser trasladas dentro de un mismo país (trata nacional), o cruzando fronteras internacionales (trata internacional) a fin de alejarlas de su ámbito social y familiar.

Una de las formas más efectivas de ejercer el “control” sobre ellas, es generando un vínculo de dependencia económica en virtud del cual, los traficantes cobran generalmente una suma de dinero por el transporte y por la restitución de los documentos de identidad de los cuales las mujeres son despojadas durante o después de finalizado el traslado; de modo tal que las víctimas, al llegar a destino deben “abonar” esa suma mediante alguna forma de prostitución. “El endeudamiento se suscita cuanto el traficante no permite a las mujeres que abandonen la prostitución, hasta que hayan saldado sus cuentas, y en muchos casos, éstas crecen por efecto de los cargos por alojamiento y alimentación debidos como sanciones pecuniarias” (Phinney Alison, “Trafico de Mujeres y niños/as para la explotación sexual en las Américas” pág. 5. Programa Mujer, Salud y Desarrollo. Organización Panamericana de Salud: http://www.paho.org/Spanish/HDP/HDW/TraffickingPaperSpanish.pdf:).

La privación de su libertad puede hacerse efectiva a través de diferentes mecanismos de coacción, para que la víctima no pueda, o crea que no puede escapar. Son frecuentemente encerradas y sometidas a toda clase de malos tratos, torturas y amenazas, en burdeles o casas, reforzándose el control mediante el enrejado de ventanas, candados en las puertas, guardias y métodos similares.

También es habitual que los traficantes recurran a la violencia y a las amenazas de emplearla como medios de iniciación, intimidación, castigo y control. Se emplea la agresión física y la violación para “iniciar” a las mujeres en la industria del sexo y para obligarlas al cumplimiento. Algunas sobrevivientes recuerdan incluso haber sido violadas y golpeadas como castigo por el rechazo de clientes, presentación de reclamos, intentos de fuga, o sencillamente para gratificación del traficante o rufián (Rufián es una palabra derivada del latín que significa “alcahuetear a una mujer”, en conexión con la expresión “rufus” es decir pelirrojo, o cabellos rojos, por cuanto las prostitutas romanas usaban pelucas rojas y rubias).

Consecuencias Físicas y Psicológicas

Las mujeres sometidas a la esclavitud sexual pierden no sólo su derecho a la identidad, sino también a la parentalidad (dejan de ser hijas, madres, novias, esposas); a disponer de sus cuerpos y de sus bienes; a reproducirse libremente, por cuanto en caso de resultar embarazadas son forzadas a abortar, -o peor aún-, en caso de parir, son obligadas a entregar sus hijos como instrumento propicio para el tráfico de niños, o de órganos.

La Violencia física y psicológica generadas por este delito, provoca depresión, insomnio, paranoia, sensación de desamparo y escasa autoestima, pensamientos e intentos de suicidio, lesiones físicas como hematomas, fisura de huesos, heridas de arma blanca, lesiones en la cabeza, boca y dentadura, y en muchos casos la misma muerte.

Ello sumado al riesgo de contraer infecciones y enfermedades transmisibles por vía sexual (ITS) como el VIH/SIDA, gonorrea, clamidia, inflamaciones pélvicas, etc. Riesgo que puede atenuarse o agravarse en función del número de clientes y del uso de profilácticos.

Frente a esta realidad, el consumo de estupefacientes suele ser un recurso común de “escape” para las víctimas, pero principalmente un medio empleado por los proxenetas para mantenerlas dóciles y dependientes.

Otro tanto ocurre con la explotación sexual de niños, niñas y adolecentes, quienes, además de sufrir iguales riesgos de contraer enfermedades e infecciones de transmisión sexual, también sufren las consecuencias de una “sexualización traumática”, en situaciones en las que el sentimiento de haber sido traicionados, y la impotencia frente a la irrupción sexual adulta en el universo infantil, terminan por ser perjudiciales para el desarrollo del niño y el adolecente, viéndose disminuida su capacidad para

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