Psicoanalisis; neurosis como estructura existencial.
Enviado por konelacan • 7 de Diciembre de 2016 • Ensayo • 1.472 Palabras (6 Páginas) • 238 Visitas
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DIMENSION PSICOANALÍTICA.
ESPECIALIDAD EN PSICOANÁLISIS.
ESTRUCTURAS PSÍQUICAS I.
“ESTRUCTURACIÓN DE LA NEUROSIS POR VÍA DE LA REPRESIÓN”.
ARMANDO ARREVILLAGA C.
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Hablar de estructuras clínicas en el ámbito psicoanalítico es hablar de la posición del sujeto, pero, específicamente, la posición que ocupa dentro del drama existencial que le resulta la vida, por ello, a lo largo del seminario trabajamos desde esa perspectiva, tratamos de dejar de lado por unos momentos la consideración las estructuras como algo fijo e inamovible, ya que eso sería reducirles al discurso médico o de clasificación diagnostica y acumulación de síntomas, y lejos de ello, optamos por pensarles como posiciones en la que el sujeto puede fluctuar, teniendo siempre una base dentro de ellas y moviéndose aleatoriamente sin dejar la esencia de la disposición en la que habita. Es decir, pareciese que el sujeto puede alternar diversos episodios en los cuales roza alguna estructura sin tener que posicionarse en ella, esto puede explicarse justo como un recorrido sintomático que el individuo hace, sin que ello signifique que no tenga una estructura definida, todo lo contrario, es gracias a esa conformación que puede pasar tal línea sin que se pierda en alguna de esas instancias psíquicas, pero para poder entender ello resulta necesario hacer una breve explicación de cada una de las estructuras y como es que estas se afianzan, y como sabemos, la nosología lacaniana identifica tres estructuras; neurosis, psicosis y perversión.
En el siguiente trabajo se pretende resumir de manera puntual la constitución de una de tales estructuras, que en este caso será la neurosis, vista como un pasaje donde la represión y el deseo juegan un papel fundamental. Esperando que más adelante se pueda profundizar en las otras estructuras y después problematizar en ello y la anudación de las mismas.
Para hablar de la neurosis, hay que remitirnos de inmediato a la posición del sujeto frente al lugar del Otro, y es desde por dicha posición que Lacan afirma que la esencia de la neurosis es una pregunta, ya sea sobre la identidad sexual o bien, sobre la existencia, razones por las cuales, debemos pensar en el Otro como una alteridad, que en tanto lugar, puede ser ocupado por diversas figuras, entre ellas, la madre, quien desde la llegada del bebe, lo introduce de inmediato al lenguaje, ello incluso ante de que él “llegue”, es decir, desde antes de la concepción al darle un nombre y transmitirle sus significantes ya lo ha atravesado por tales. Pero como pudimos corroborar en “masculino y femenino”, el Otro también es el padre, quien impone la ley y con ello los limites, especialmente los limites en el deseo de esa relación madre e hijo. Y además el lugar del Otro, es también el lugar de la cultura, ya que es esta la que determina los roles y las funciones de acuerdo a los primeros, la cultura además también nombra las normas y leyes, y organiza a los sujetos en un espacio cultural especifico, ello a partir del lenguaje que se ha desarrollado en ese lugar geográfico particular, toda vez que es ahí, en donde se impone, o interioriza o “crea” Dios, tema que no profundizaré, pero que sirve para afianzar la idea del Otro y el lugar que ocupa en la vida de los sujetos actualmente. Para Lacan, desde el momento en que se nombra al sujeto, se le incluye en el discurso, discurso que como ya sabemos consta de dos niveles: un nivel significante (del enunciado), y el nivel del significado (de la enunciación). A nivel del enunciado, podemos escuchar los significantes con los que el Otro nombra justamente al sujeto, y con ello, logramos vislumbrar la posición que se le otorga en el discurso, ya sea como un ser “inteligente, lento, rápido, tonto, malo”, etc. Por nombrar algunos, posiciones en las que el sujeto decidirá en cuales inscribirse.
Sin embargo, debajo de lo que se dice, va insistiendo el significado de las palabras con las que el Otro nombra al sujeto. Y es a este nivel, de la enunciación, que podemos encontrar los elementos que van construyendo el inconsciente (del sujeto).
De allí que ahora tiene más sentido cuando Lacan afirma: “el inconsciente es el discurso del Otro”. Es decir, si bien el Otro es “el lugar” del lenguaje y del saber, este Otro al igual que el sujeto, está en falta en tanto que no todo lo sabe, no todo lo puede y sobre todo porque muchas veces está encarnado por y en personas, sujetos divididos, sujetos que, por ser sujetos, ya se encuentran en falta. En la Neurosis, el sujeto reconoce esta falta, pero la reconoce principalmente en el otro, ello le genera angustia y opta por reprimirla para poder seguir creyendo, creyendo en el Otro, pero es justamente la falta (en el Otro) la que le da la posibilidad al sujeto de ingresar en el nivel del deseo, y tal condición lo llevará a buscar un objeto que lo complete, de manera que desde esta postura, la falta no es más que el pasaje al deseo, el que en todo caso será el motor del actuar del sujeto, lo que a su vez, dependerá de los rasgos de este y como responde mediante ellos. En este punto podemos pensar en la filmografía de Woody Allen, y como él cineasta es capaz de retratar a la perfección estos momentos “neuróticos”, veamos el caso de Alvy Singer en “Annie Hall”, él, sabe de su falta, pero opta por depositar en Annie esa completud, para con ello poder seguir sosteniendo esa relación, esa creencia de totalidad. Incluso vemos como ella es quien juega el papel “masculino” en esa relación, Allen es muy inteligente y nos lo hace evidente al vestir a Annie con ropa unisex, ello solo para reforzar el como el neurótico de Alvy estructura su represión.
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