Psicologia Social
Enviado por pequi07 • 6 de Septiembre de 2013 • 1.499 Palabras (6 Páginas) • 212 Visitas
Hacer terreno
“Reconocer que el otro en la comunidad es poseedor del saber, del conocer que en la vivencia cotidiana ha construido, es un camino para pasar de la intervención al encuentro, de la imposición al diálogo”.
El encuentro con la comunidad nos coloca en un lugar de exposición que, aunque necesario, también nos despierta sentimientos de inquietud y de inseguridad ante la respuesta de la población y de las instituciones.
Esta incertidumbre implica un reposicionamiento de los que trabajamos en el sistema de salud: no tenemos todas las respuestas, lo que sabemos no es suficiente para solucionar los problemas que sufren las comunidades con las que trabajamos. Es un riesgo, es poner el cuerpo, sentir que desconocemos muchas cosas: ¿cómo soluciona sus problemas esta comunidad en particular? ¿Cuáles son los recursos con los que cuenta? ¿Cuáles son sus necesidades reales? ¿Por qué no funcionan los programas que se imparten desde los centros de salud y hospitales?
Al mismo tiempo, la formulación del pedido de parte de la comunidad hacia nosotros (cuando la hay) implica el reconocimiento de un saber y de una autoridad. Por un lado, esto posibilita una intervención y, por el otro, un tentador espacio de ejercicio de poder.
Aceptar y reconocer este lugar que ocupamos ante el otro, nos permitirá (o no) trabajar junto a otros. Se trata de un compromiso ético, de poner nuestros conocimientos y herramientas de intervención a disposición de quienes lo requieren. El riesgo está en hacerse cargo de este supuesto saber en su totalidad, asumiendo un lugar experto, centralizándose todo el poder en una parte de la relación. Lo percibimos cuando asumimos los roles que se nos suponen, sin mediar cuestionamiento alguno.
Estos aspectos exigen ponerse en juego uno mismo cuando conocemos, cuando nos acercamos, en definitiva, cuando salimos a terreno.
“Y veremos que no siempre las enfermedades se tratan como se trata una enfermedad en un hospital, en una gran ciudad, veremos, entonces, cómo el medico tiene que ser también agricultor (…) Veremos, entonces, cómo tendremos que ser, en estas circunstancias, un poco pedagogos…, cómo tendremos que ser políticos también, cómo lo primero que tendremos que hacer no es ir a brindar nuestra sabiduría, sino ir a demostrar que vamos a aprender” (Guevara, 1960).
Al momento de realizar una intervención comunitaria nos conducen algunas premisas básicas:
1. Una postura ética que nos acompaña desde el momento en que hacemos contacto con un grupo. Implica responsabilidad y compromiso por cada una de las acciones que realizamos y las que no realizamos.
2. La convicción que las comunidades tienen los recursos o potencialidades para identificar sus necesidades y problemas y para resolverlos. El énfasis está puesto en integrar elementos propios del cotidiano comunitario, teniendo en cuenta tanto ideologías, culturas, identidades como los recursos (humanos y materiales).
3. El cambio debe generar relaciones de poder horizontales y sentido de solidaridad, responsabilidad y pertenencia del individuo a la comunidad.
4. Respeto por el conocimiento y la cultura popular. En las intervenciones el eje no está puesto en el conocimiento técnico. Es imprescindible tener en cuenta e integrarnos a los saberes de la comunidad.
5. Cambiar el rol de experto en que se ubicó generalmente al psicólogo.
6. Los individuos y las comunidades tienen el derecho de participar en las decisiones que los atañen.
Consideramos como entrada del proceso el primer contacto que tenemos con la comunidad: el diagnóstico de situación, el cual incluye por un lado, un conocimiento institucional, entendiendo junto a Ulloa, que las instituciones reflejan y dramatizan el contexto comunitario en que están incluidas y, a su vez, tienden a modificar este contexto (Ulloa, F, 1996); en este caso, Ministerio de Salud Pública y sus instituciones. Por otro lado, implica la necesidad de un conocimiento de la comunidad; el área de responsabilidad del centro de salud al cual nos sumamos. Es el punto de partida necesario que nos permitirá realizar un trabajo interinstitucional e intersectorial y tomar contacto con otros, encontrándonos con las diversas miradas existentes: en un determinado territorio, con una población específica, que tiene recursos, demandas particulares y una dinámica de relaciones de poder, formas de relacionarse y negociar, toma de decisiones y búsqueda de soluciones a sus problemas.
Esta aproximación (nunca acabada) se realiza a partir de técnicas cualitativas y cuantitativas. Los instrumentos más utilizados por nosotros son la observación participante, las entrevistas, los grupos de discusión y el cuaderno de campo. Estas técnicas se utilizan por nuestra parte sin intervenciones que tiendan a provocar modificaciones en el escenario observado, con una mirada “ingenua”, sin juzgar ni proponer situaciones que modifiquen un espacio que es suyo, y donde vienen desarrollando actividades, posicionamientos
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