Psicomagia
Enviado por zato23 • 5 de Noviembre de 2014 • 2.592 Palabras (11 Páginas) • 263 Visitas
Psicomagia
Alejandro Jodorowski, este chileno de origen ruso, radicado durante muchos años en México y ahora enraizado en Francia, es un personaje que los novelistas de hoy, demasiado gélidos, no podrían crear, un ser que ha llevado la imaginación al poder en todos los recovecos de su existencia multidimensional.
En este libro nos revela acerca de lo que es la psicomagia, de cómo surgió y como es aplicada incluso en la vida diaria.
Psicomagia es el nombre que le otorga a una técnica labrada y utilizada por él, que “consiste en dar consejos para solucionar conflictos psicológicos utilizando toda clase de actos simbólicos y metafóricos que puedan ser propuestos a una persona para lograr una catarsis de curación.
La poesía es una de las raíces en su ayuda para ir formando esta técnica y con la cual aprende acerca del acto poético. El menciona que gracias a su suerte de nacer en chile en los años 50´s, asi como la influencia de poetas de esa época, tales como Pablo Neruda, Vicente Huidrobo, Gabriela Mistral, Pablo de Rokha y Nicanor Parra; es como se fue moldeando su existencia al realizar actos poeticos.
¿Y cuál es la definición del acto poético?
Debe ser bello, estético y prescindir de toda justificación. Puede también acarrear cierta violencia. Por ello, cuando se realiza un acto diferente de las acciones ordinarias y codificadas, es importante hacerlo conscientemente, medir y aceptar de antemano las consecuencias. Conviene no identificarse con el acto poético, no dejarse llevar por las energías que éste libera, ya que el acto no consciente es una puerta abierta al vandalismo. Por lo tanto el acto poético debe siempre ser positivo, ir en el sentido de la construcción y no de la destrucción.
Después de la poesía, pasa a dedicarse al teatro, más específicamente, el teatro efímero pánico.
El amor al acto lo llevó a crear objetos, títeres y es esta relación tan profunda con los títeres lo que hizo nacer el deseo de convertirse en uno de ellos, es decir en actor de teatro.
Para él, el teatro autodenominado realista se desentiende de la dimensión inconsciente, onírica y mágica de la realidad. En general, los comportamientos humanos están motivados por fuerzas inconscientes, cualesquiera que puedan ser las explicaciones racionales que les atribuyamos luego. El propio mundo no es homogéneo, sino una amalgama de fuerzas misteriosas.
¿Qué es exactamente «lo efímero pánico»?
Puesto que lo «efímero» es una manifestación concreta, no se puede evocar en él problemas de espacio y de tiempo: el espacio tiene sus medidas reales y no puede simbolizar otro espacio: es lo que es en el instante mismo.
El pánico piensa que en la vida cotidiana todos los «augustos» caminan disfrazados interpretando un personaje y que la misión del teatro es hacer que el hombre deje de interpretar un personaje frente a otros personajes, que acabe eliminándolo para acercarse poco a poco a la persona, el pánico intenta llegar desde el personaje que es a la persona que lleva encerrada dentro de sí mismo. El hombre pánico no se esconde detrás de sus personajes, sino que intenta encontrar su modo de expresión real. En vez de ser un exhibicionista mentiroso, es un poeta en estado de trance.
El acto en sí mismo implica conectarse con lo oscuro y violento, inconfesable y reprimido que uno lleva dentro. Por positivo que sea, todo acto arrastra consigo cierta «negatividad». Lo importante es que esas energías destructivas, puedan ventilarse en una expresión canalizada y transformadora. La alquimia del acto logrado transmuta las tinieblas en luz.
El teatro es una fuerza mágica, una experiencia personal e intransmisible. No pertenece a los actores, sino a todo el mundo. Basta con una decisión, un atisbo de resolución para que esa fuerza transforme la vida.
Alejandro ve al ego como una copia pálida, una aproximación de nuestro ser esencial; la idea que tenemos de nosotros mismos es como una caricatura de nuestra identidad profunda, un “doble”. Por lo que tenemos que regresar a lo que él llama el “original”. En cierta medida el teatro nos puede ayudar a volver a ese ser, adoptando un punto de vista totalmente distinto, convirtiéndonos en alguien más, logrando así ser un autor-actor-espectador.
Aplicaba esta teoría a sus consultantes y luego les fijaba un programa, un acto o una serie de actos para realizar en la vida en un tiempo dado. Un programa elaborado en función de su dificultad, destinado a romper el personaje con el cual se habían identificado para ayudarlos a restablecer los lazos con su naturaleza profunda. Creaba de este modo un personaje destinado a implantarse en la vida cotidiana y a mejorarla. De director se transformo en consejero teatral, dándoles instrucciones a las personas para tomar su lugar en cuanto personaje en la comedia de la existencia.
También se dedico al estudio de los sueños, aplicando a su vida diaria lo que aprendía en sueños, incorporando posteriormente estas enseñanzas a la práctica de la psicomagia.
Aunque la interpretación de los sueños es una práctica tan vieja como el mundo. Con el tiempo, sólo han cambiado las formas de interpretación, desde el sistema simplista que consiste en atribuir sistemáticamente un significado simbólico concreto a tal o cual imagen hasta el concepto de Jung, según el cual no se trata de explicar el sueño, sino de seguir viviéndolo, mediante el análisis, en estado de vigilia, a fin de ver adonde nos conduce. La etapa siguiente, situada más allá de toda interpretación, consiste en entrar en el sueño lúcido, en el que sabes que estás soñando, conocimiento que te da la posibilidad de trabajar sobre el contenido del sueño.
Durante su aprendizaje en el tema de los sueños, comprendió finalmente que, en la vida como en el sueño, para permanecer lúcido es necesario distanciarse, no identificarse con la acción. Es un viejo principio espiritual que el sueño lúcido lo hizo recordar.
Menciona otras formas de sueños, como por ejemplo:
El sueño terapéutico, dentro del cual la lucidez es utilizada para curar una herida o consolar de una carencia que se experimenta en el estado de vigilia. Este tipo de sueños resulta tremendamente positivo. Son sueños reparadores en todo el sentido de la palabra y en los que el inconsciente canaliza su fuerza para curar.
El sueño humilde. Es donde se asiste al sueño en calidad de simple observador. En esos casos uno deja que el sueño se desarrolle, que siga su curso, pero sin ser absorbido por él, permaneciendo lúcido. Se es espectador del sueño y se abstiene de toda intervención.
El
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