RESUMEN DE CAP:9 DE PAUL WATZLAWICH
Enviado por karenjaeltolaba • 11 de Agosto de 2014 • 1.267 Palabras (6 Páginas) • 209 Visitas
Cap. 9: LA PRÁCTICA DEL CAMBIO
Se mostrara cómo pueden ser mejor aplicados dichos principios al tratamiento práctico de los problemas humanos.
En efecto, desde nuestro punto de vista la labor clínica constituye tan sólo un caso especial del campo, mucho más amplio, de la resolución de problemas.
Abordar un problema teniendo en cuenta los principios antes mencionados, conduce a la formulación y aplicación de un procedimiento en cuatro etapas. Dichas etapas son las siguientes:
1. una clara definición del problema en términos concretos;
2. una investigación de las soluciones hasta ahora intentadas;
3. una clara definición del cambio concreto a realizar;
4. la formulación y puesta en marcha de un plan para producir dicho cambio.
Por lo que se refiere a la primera etapa, es obvio que a fin de poderse resolver, un problema ha de ser ante todo un problema. Lo que queremos decir con esto es que la traducción a términos concretos de un problema vagamente formulado permite la distinción crucial entre problemas y pseudo problemas. En este último caso, la elucidación no da lugar a una solución, sino a una disolución de las correspondientes quejas. Esto, desde luego, no excluye que queden dificultades para la cual no exista remedio conocido y que se hayan de conllevar. Así por ejemplo, nadie en sus cabales intentaría encontrar una solución a la muerte de un ser amado o al pánico producido por un terremoto, con excepción quizás de ciertas casas de productos farmacéuticos, las cuales, al anunciarlos formulan la utópica afirmación de que toda manifestación de malestar emocional es patológica y, por ende, puede (y debe) ser combatida mediante fármacos. Por otra parte, si una queja no está basada en un pseudo problema, la realización de la primera etapa revelará el problema en términos tan concretos como sea posible y ello constituye una lógica condición previa en la búsqueda de su solución.
Poco más necesitamos decir acerca de la segunda etapa. Una cuidadosa exploración de estas tentativas de solución no sólo muestra qué clase de cambio no ha de ser intentada, sino que revela también qué es lo que mantiene la situación que ha de ser cambiada y dónde, por tanto, hade ser aplicado el cambio.
La tercera etapa, con su implícita demanda de una meta concretamente definible y prácticamente alcanzable, protege al propio solucionador del problema contra el hecho de quedar encerrado en soluciones erróneas, complicando de este modo el problema. El psicoterapeuta que introduce una meta utópica, o bien la acepta a partir de su paciente, termina tratando involuntariamente una condición patológica que ha ayudado a crear y que es luego mantenida mediante la psicoterapia. No es de sorprender que bajo tales circunstancias, el tratamiento sea largo y dificultoso. Si los síntomas aparentes son típicamente considerados como la cúspide del mencionado y mítico iceberg, se verifica una reestructuración negativa, con la cual se hace tan compleja y profundamente arraigada una dificultad existente, que tan sólo complejos y profundos procedimientos ofrecen esperanza alguna de cambio. El solucionador de problemas que suscriba la hipótesis del iceberg por lo que se refiere a los problemas humanos (y en especial a los de índole emocional) y plantee sus metas de acuerdo con ella, creará fácilmente un efecto Rosenthal y a consecuencia de ello, el camino hacia la solución será largo, tortuoso e incluso peligroso. En contraste con ello, nuestra labor nos ha enseñado que la fijación de una meta definida y concreta da lugar a un efecto Rosenthal positivo. La necesidad de iniciar un tratamiento con una meta claramente definida y concreta es recientemente admitida por multitud de psicoterapeutas interesados en intervenciones breves. Pero la delimitación de las quejas del paciente sobre un fondo inmenso y vago no es ni sencilla ni fácil. Pero es la gran vaguedad de estas metas lo que hace imposible alcanzarlas. Si se les insiste
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