Relaciones
Enviado por • 30 de Mayo de 2015 • 319 Palabras (2 Páginas) • 114 Visitas
Puede que no lo digas, que no lo exteriorices. Pero la preocupación sigue ahí.
No es necesario que lo digas en voz alta para que sea real. De vez en cuando el pensamiento vuelve a tu cabeza y se posa en él como un insecto que no se mueve, como una mancha que por más que la laves, no va a salir. Y es que dentro de todas las preocupaciones que nos impone nuestra sociedad, también está la de no encontrarse sola. La de tener una pareja. Y más que social, es personal.
Te preocupa que mientras buscas y no encuentras a “tu hombre ideal”, se te vaya la vida. Que nunca lo encuentres. Sabes que no ocupa tu mente en cada minuto del día, pero cada cierto tiempo vuelve y se queda ahí esa idea. La premisa de que esté en tu mente y lo estés intentando demasiado. Aún eres joven pero te mueres de ganas por amar y ser amada. Por experimentar esa sensación de la que todos hablan, y que aún no ha tocado tu puerta.
No es el centro de tu vida, para nada. Pero está ahí. En cada pregunta, en la cara de cada hombre que conoces fortuitamente, de cada uno con quienes comienzas a congeniar, antes de que las cosas no funcionen, o prefieran ser amigos. “¿Será ahora el momento?”, te llegas a preguntar, “¿será esta mi persona al fin?”.
Ya quieres saber lo que se siente tener la tan bien ponderada alma gemela. Sigues esperando a alguien, que no sabes cómo es, pero tienes esta figura en la cabeza y sabes que debes quitártela de encima y sacar ese peso para que las cosas realmente funcionen. Más bien, para que tú realmente funciones. No debes esperar a tener una pareja para hacer ciertas cosas, pero crees que sí, lo sientes así. Te falta una parte que no sabes dónde encontrar. Y ese es el problema mayor.
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