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Resumen del libro La llama doble


Enviado por   •  27 de Mayo de 2014  •  Resumen  •  1.872 Palabras (8 Páginas)  •  1.176 Visitas

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Casi a sus ochenta años, Octavio Paz se sentó a escribir un libro que llevaba redactando en la mente desde 1965. En diciembre de 1993 recordó el pendiente que tenía y sintió vergüenza por haber olvidado “ese proyecto”. Se hizo dos preguntas: “¿no es un poco ridículo, al final de mis días, escribir un libro sobre el amor?, ¿es un adiós, un testamento?” Un día se levantó con desesperación, empezó a escribir y tiempo después, listo, La llama doble ya estaba encendida.

En el prólogo de la edición de La llama doble para celebrar los 100 años del nacimiento del único escritor mexicano que ha ganado un premio Nobel de Literatura, el historiador Enrique Krauze remite a la división entre “aristotélicos y platónicos” propuesta por Coleridge para explicar que Octavio Paz, en cuestión de amores, era un platónico.

“En el tema del amor, los aristotélicos, ya sea de la tradición latina o de la árabe, compusieron célebres preceptivas que seguían al amor en su movimiento habitual: del flechazo al encuentro, del abrazo al lecho, de la costumbre al desencuentro, de la separación a la ruptura.

La llama doble no pertenece a esa rama, sino a la contraria. Es el libro de un poeta platónico. Aunque desliza aquí y allá una sutil y variada preceptiva, no mira a la tierra, sino al cielo, al cielo de las esencias”.

En este libro, Paz aborda los conceptos del amor, la sexualidad y el erotismo, y los lazos que guardan entre sí. La sexualidad, como lo más animal y primitivo del ser humano; el erotismo, la expresión humana de la sexualidad que deviene en rituales, ceremonias, conquistas, normas sociales; y el amor, la combinación de ambas y de elementos mágicos que nadie (ni la ciencia) puede entender.

Para Octavio Paz, el ser humano sólo puede amar a otro ser humano. Ni a la religión, ni a la patria, ni al futbol. Y amar amar, tampoco a nuestros padres, hijos y amigos porque en ese tipo de sentimiento falta el “elemento erótico, la atracción hacia un cuerpo”.

Según Paz, faltarían los elementos de la pasión amorosa: el descubrimiento de la persona amada, generalmente una desconocida; la atracción física y espiritual; el obstáculo que se interpone entre los amantes; la búsqueda de la reciprocidad; en fin, el acto de elegir una persona entre todas las que nos rodean.

“El amor está compuesto de contrarios pero que no pueden separarse y que viven sin cesar en lucha y reunión con ellos mismos y con los otros. Estos contrarios, como si fuesen los planetas del extraño sistema solar de las pasiones, giran en torno a un sol único. Este sol también es doble: la pareja. Continua transmutación de cada elemento: la libertad escoge servidumbre, la fatalidad se transforma en elección voluntaria, el alma es cuerpo y el cuerpo es alma. Amamos a un ser mortal como si fuese inmortal. Lope lo dijo mejor: a lo que es temporal llamamos eterno. Sí, somos mortales, somos hijos del tiempo y nadie se salva de la muerte. No sólo sabemos que vamos a morir sino que la persona que amamos también morirá. Somos juguetes del tiempo y sus accidentes: la enfermedad y la vejez, que desfiguran al cuerpo y extravían al alma. Pero el amor es una de las respuestas que el hombre ha inventado para mirar de frente a la muerte. Por el amor le robamos al tiempo que nos mata unas cuantas horas que transformamos a veces en paraíso y otras en infierno. De ambas maneras el tiempo se distiende y deja de ser una medida”, dice Paz en La llama doble.

En este libro, Octavio Paz describió los elementos del amor. Recuerden que Paz habla sobre el “deber ser” del amor, no del ser, no de la realidad práctica, o al menos no siempre.

Aquí van, en sus propias palabras:

*Exclusividad:

El amor es individual o, más exactamente, interpersonal: queremos únicamente a una persona y le pedimos a esa persona que nos quiera con el mismo afecto exclusivo. La exclusividad requiere la reciprocidad, el acuerdo del otro, su voluntad.

El deseo de exclusividad puede ser mero afán de posesión. Ésta fue la pasión analizada con tanta sutileza por Marcel Proust. El verdadero amor consiste precisamente en la transformación del apetito de posesión en entrega. Por esto pide reciprocidad y así trastorna radicalmente la vieja relación entre dominio y servidumbre.

La exigencia de exclusividad es un gran misterio: ¿por qué amamos a esta persona y no a otra? Nadie ha podido esclarecer este enigma, salvo con otros enigmas, como el mito de los andróginos de El Banquete. El amor único es una de las facetas de otro gran misterio: la persona humana.

Y en este apartado, Octavio Paz toca el tema de la infidelidad y el “amar a dos personas al mismo tiempo”.

¿Pero la infidelidad no es el pan de cada día de las parejas? Sí lo es y esto prueba que Ibn Hazm, Guinezelli, Shakespeare y el mismo Stendhal no se equivocaron: el amor es una pasión que todos o casi todos veneran pero que pocos, muy pocos, viven realmente. Admito, claro, que en esto como en todo hay grados y matices. La infidelidad puede ser consentida o no, frecuente u ocasional. La primera, la consentida, si es practicada solamente por una de las partes, ocasiona a la otra graves sufrimientos y penosas humillaciones: su amor no tiene reciprocidad.

El infiel es insensible o cruel y en ambos casos incapaz de amar realmente. Si la infidelidad es por mutuo acuerdo y practicada por las dos partes -costumbre más y más frecuente- hay una baja de tensión pasional; la pareja no se siente con fuerza para cumplir con lo que la pasión pide y decide relativizar su relación. ¿Es amor? Más bien es complicidad erótica. Muchos dicen que en estos casos la pasión se transforma en amistad amorosa. Montaigne habría protestado inmediatamente:

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