Revista.

El envejecimiento es una parte natural del ciclo de la vida de un ser humano y es un fenómeno social inevitable, anteriormente, la figura del adulto mayor era considerada con mucho respeto y se le atribuían características únicas, era un modelo y un ejemplo a seguir, y esque verdaderamente eso era mi padre, José Néstor Villota,un hombre íntegro, trasmisor de valores éticos y morales, el siempre repetía, “el trabajo hecho con amor, la palabra cumplida, la eucaristía dominical, mis hijos y el amor de mi Jael, son la savia de mi vida”.SiJael mi madre a quien él amaba tanto.

Mi padre nació en la segunda década del novecientos, en Samaniego, un maravilloso pueblito del departamento de Nariño, siendo muy niño perdió a su madre (mi abuela Pastora), con grandes dificultades y por su gran responsabilidad y ganas de superaselogro terminar la primaria y dos años de secundaria. Toda su vida vivió en el campo convirtiéndose en un investigador, conocedory protector dela naturaleza.

En las tardes de encuentro familiar y al rededor del fogón de leña, el cual todavía nos reúne al lado de nuestra madreanciana, expresaba sus fervientes deseos para que nosotros sus doce hijos fuéramos profesionales y lo logro. El un cultivador de ideas, conocimientos y proyectos, fue un constante autodidacta, dedico tiempo a la generación del aprendizaje autónomo e independiente, pensaba, soñaba con un mundo mejor, solidario y más humano.

Hace aproximadamente seis meses lo veía ir y venir por los senderos cercanos a la casona, nuestra morada campesina, preocupado por los obreros, la cosecha, la lluvia y el verano, pero la preocupación que verdaderamente nos unía era su decadencia física a causa de la deficiencia en sus riñones y sus huesos, mi querido padre estaba viviendo sus últimos meses junto a nosotros.

Ya casi al final, Néstor,expresaba con mucha tristeza y amargura “en estos mis últimos días se han olvidado de mí, los caudillos políticos,el gobierno indolente e indiferente, los médicos que no hacen nada por curarme, solo quedo a merced de mi esposa y ustedes mis hijos”.

Mi padre como muchos otros abuelos de nuestro país murió con la desesperanza de verse abandonado de sus amigos y conocidos.

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