SUGERENCIAS PARA PADRES SOBRE NIÑOS PEQUEÑOS Y LA LECTURA
Enviado por Claudia_yazz16 • 11 de Marzo de 2015 • 3.224 Palabras (13 Páginas) • 181 Visitas
Todos sabemos lo divertidos y estimulantes que pueden ser los libros infantiles. Y también sabemos que, si entre las actitudes definidas de los padres se halla una valoración positiva de la lectura, los hijos tienden a leer con mayor facilidad. Si, por el contrario, quienes deberían poner la literatura en manos del niño no lo hacen, se corre el peligro de que los aprendices de lectores asocien el libro con lo impuesto y decidan rechazarlo sin llegar a apreciarlo como un pasatiempo relevante.
La famosa autora de Pippa Mediaslargas —conocida en el medio televisivo por Pipi Calzaslargas--, Astrid Lindgren, señalaba hace años en Mi mundo perdido (Juventud):"Todos los padres saben que sus hijos necesitan libros. ¿O quizá todavía no? Si aún hay quien ignore algo tan importante, decídmelo, queridos amigos. No sé qué deseáis para vuestro hijo ni que esperáis de él, pero tengo la certeza de que se enfrentará mejor con todas las vicisitudes de la vida si es aficionado a la lectura. (...) Tendréis que indicarle el camino de aquellos libros que despiertan su afición a la lectura porque son divertidos y emocionantes. Juntos tenéis que leer libros, y tanto da que sean alegres o tristes porque éstos son el mejor eslabón que existe para establecer la comunicación. Pero habéis de hacerlo enseguida antes de que sea, sencillamente, demasiado tarde para encontrar el camino de la más extraordinaria de todas las aventuras".
Pues bien, una vez aceptado quiénes tienen la responsabilidad de acompañar a los niños en el camino para convertirse en lectores activos, falta concretar cómo hacerlo. Daniel Pennac señala en su libro Como una novela (Anagrama) (Nota de Imaginaria: El libro también se encuentra publicado por Grupo Editorial Norma, de Colombia) que los adultos han convertido la alquimia de la lectura en una obligación para los chicos y hay que cambiar esta perspectiva de exigencias para recuperar el placer que entraña.
Numerosas investigaciones de ámbito internacional han demostrado que los padres desempeñan un inestimable papel en la cimentación del aprendizaje de la lectura y en todo el desarrollo lector posterior. Hasta el punto, incluso, de que muchos de los auténticos lectores se forjan en hogares donde hay libros, donde es costumbre sacarlos prestados de una biblioteca, donde uno apaga de vez en cuando el televisor y se deja seducir por el contenido de cada volumen, descubriendo las posibilidades que le ofrece el texto como fuente primordial de disfrute, aventura y saber. Quizás merezca la pena invertir algo de tiempo en hablar sobre libros y hacerles un hueco entre los objetos relacionados con las rutinas cotidianas, como el cepillo de dientes.
De hecho, cada vez hay más padres jóvenes, interesados en la educación de sus hijos y en su formación lectora, que demandan orientación sobre libros recomendables. Para ellos no es lo mismo adquirir un libro que un paquete de cereales o un par de zapatos en el hipermercado; porque está claro que no es sólo un objeto banal de consumo sino también un bien cultural y no podemos dejarnos tentar por el precio más económico, por la "oferta" del 2 x 1 o porque nos regalen un peluche (sin olvidar que hay saldos y liquidaciones de libros nada despreciables). Si nos importa que nuestros hijos sean lectores críticos y selectivos en el futuro hemos de prestar atención a los buenos libros, aunque algunas veces no sean los más baratos (un ejemplar que vale la pena, aunque cueste más dinero, puede influir en el valor real que el niño conceda a los libros; al fin y al cabo "solamente un necio confunde valor y precio"), ni los más fáciles de encontrar, ya que en las grandes superficies son más habituales las obras que siguen la estela de Walt Disney, que no es siempre lo mejor, en lugar de productos más cuidados que realizan algunas editoriales pequeñas con menor capacidad de distribución.
Claro que encontrar los libros adecuados para ellos entre una producción anual que ronda la cifra de 5.000 títulos es casi como hallar una aguja en un pajar. Y es lógico que nos quedemos desconcertados ante la falta de información en un sector saturado de colecciones, donde no es fácil distinguir unas de otras. Pero no hay que desanimarse porque siempre hay profesionales, como los libreros o los bibliotecarios, que pueden guiarnos y recomendar un libro en función de nuestros gustos o necesidades. En cualquier caso, es aconsejable leer la contraportada y hojear varios títulos con tranquilidad en las librerías especializadas en literatura infantil y juvenil, antes de optar por alguno. Por otra parte, no se ha de olvidar que este es un mercado dinámico en el que se imponen las novedades frente a la reedición de títulos que fueron un hito en su momento y, a veces, un adulto que ha leído buena literatura infantil cuando era más joven, solicita en las librerías aquello que le gustó y descubre que está descatalogado; aún queda la posibilidad de localizarlo en una biblioteca pública donde además se pueden obtener otras valiosas informaciones: sobre cómo contar cuentos, qué libros han sido premiados recientemente, cuáles tratan sobre un tema determinado, etc.
A continuación proponemos unas pautas sencillas, seguidas de títulos concretos para nuestros hijos. Si preparamos un menú con cuentos populares, libros de contar números y formas, alguno de animales y otros con su personaje favorito, poesías tradicionales y buenos álbumes ilustrados (libros donde la ilustración desempeña una función narrativa tan destacada como el texto), seguramente lograremos que les encante leer. Y leer será uno de sus entretenimientos favoritos.
Los libros adecuados antes de empezar a leer
El niño atraviesa distintas etapas en las que su psicología, sus necesidades afectivas y culturales, así como sus intereses cambian. Por eso es necesario acompañarles en los primeros pasos y descubrir los libros apropiados, sin forzarles; si están bien hechos y les gustan, querrán más como ese: troquelados, desplegables, de plástico, grandes, pequeños, en forma de casita, etc. Y, por supuesto, trataremos de no preocuparnos demasiado si un libro se rompe accidentalmente o sufre algún otro desgaste porque, aunque se tenga cuidado, la curiosidad y el entusiasmo con que tratan a estos compañeros de juegos no siempre garantiza una perfecta conservación.
El hecho de manipular los libros les permite distinguir la portada como parte delantera, que las letras se leen avanzando de izquierda a derecha, que esos signos negros forman palabras y que hay que pasar las páginas para seguir una historia; todos ellos son conceptos significativos sobre lo impreso que se aprenden de manera natural como casi todos los aprendizajes de la edad temprana.
Además los prelectores tienen un interés real por decodificar palabras de
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