Salud Publica Salud Mental
Enviado por michi23 • 13 de Mayo de 2017 • Resumen • 1.963 Palabras (8 Páginas) • 966 Visitas
Salud Pública – Salud Mental
El texto de Lores Arnaiz nos permite ubicar el concepto de paradigma, como esa visión de la realidad que está internalizada en nosotros y que se expresa en nuestros conceptos; son nuestros supuestos más generales y al mismo tiempo, más recónditos, a menudo inconscientes. No son explícitos; pero podemos volver nuestra vista hacia ellos, examinarlos, hacerlos explícitos.
Hay un paradigma de salud que podríamos llamar tecnocrático, que disocia un plano físico y uno mental. Entiende que la salud es poseída -o no- por el individuo y no por la familia o la comunidad. Como buen paradigma positivista, centra el progreso en el avance científico y técnico; y nos cierra así la comprensión del “ser humano enfermo”; identifica el avance con incrementos en tecnología, servicios, camas, agentes físicos y químicos; y no repara en las relaciones de intercambio y comunicación entre los agentes de la salud y sus receptores. Presenta a las enfermedades como algo aislado que le pasa a un aspecto aislable de un organismo; y no como efecto que altera una totalidad viviente. Asume la estandarización de las enfermedades; ataca sobre todo síntomas y lo hace principalmente a través de medios químicos o mecánicos.
A pesar de sus éxitos, el mismo paradigma tecnocrático de salud ha ido dando cuenta de ciertos fenómenos que anuncian su disolución.
- Iatrogenia: los efectos enfermantes de los recursos concebidos originariamente para curar. Es decir, el poder enfermante de la curación.
Frente a este paradigma tecnocrático, que se asume como ciencia, surge un paradigma alternativo, este se asume desde un paradigma y concibe al hombre como una totalidad biopsíquica inserto en una sociedad y un medio ambiente; tiene un enfoque totalizador de las enfermedades, el enfermo es una persona en un momento vital e histórico peculiar; la salud mental no depende solo de factores orgánicos, sino que es resultado de la calidad de los vínculos, la comunicación y la inserción social de la persona. Plantea la prevención y abordaje de las enfermedades declaradas por medios a la vez técnicos, químicos y humanos; propone una comunicación permanente y profunda con los pacientes, teniendo en cuenta la eficiencia institucional en términos cualitativos; por último, no deposita propiedades mágicas a la droga, sino que ésta es un auxiliar, con efectos positivos y negativos.
Habiendo planteado estos paradigmas, el texto de Mario Testa “El hospital: visión desde la cama del paciente” nos permite observar que la objetualización del paciente es una necesidad de la eficacia del procedimiento terapéutico dentro de este paradigma tecnocrático. Sin embargo, el desconocimiento de la subjetividad y también de la socialidad del paciente disminuye la eficacia de la intervención; aporta consecuencias negativas no sólo para el paciente, sino también para los trabajadores de salud. Y esto es mala medicina.
El caso del personal de enfermería es aún más grave, debido a que se encuentra en permanente contacto con los enfermos; a diferencia del personal médico, quienes conservan un grado de autonomía mucho mayor, hay una cierta protección del médico.
El resultado sobre el enfermo de las normas impuestas junto a los comportamientos de los trabajadores del hospital es la anulación simultánea de su individualidad y de su sociedad. Este comportamiento deteriora sus características y capacidades como sujeto; En esta relación institucional, la que Mario Testa no duda en calificar de perversa, todos salimos perdiendo.
En “Santiago S. y la institución psiquiátrica”, Galende plantea que la enfermedad de Santiago es la hospitalización misma; en tanto sujeto psiquiatrizado, ya no puede desprender los problemas que lo aquejaron, de su condición de institucionalizado.
Nos encontramos con una iatrogenia, ya que la solución psiquiátrica misma es patológica. Santiago ha encontrado en su condición de loco institucionalizado una identidad que lo exime de un tormento que ya no soportaba.
Floreal Ferrara en “Conceptualización del campo de la salud” plantea que la O.M.S., conceptualiza a la salud como el completo estado de bienestar físico, mental y social. Sin embargo, se le critica a tal definición su apreciación básica de bienestar, es decir, de otorgarle a la salud sólo la perspectiva de involucrar con el bienestar sus atributos de sentirse bien o estar bien, que transforma tal definición en una simple e irreductible tautología.
No es el conflicto lo que define lo patológico, sino el bloqueo de los conflictos y la imposibilidad de resolver ese conflicto, físico, mental o social, lo que certifica la idea de enfermedad.
La salud tiene que ver con el continuo accionar de la sociedad y sus componentes para modificar aquello que deba ser cambiado y permita crear las condiciones donde a su vez se cree el ámbito preciso para el óptimo vital de esa sociedad.
Por lo tanto, no se trata de un estado de salud, sino de un proceso salud-enfermedad, pues se trata de un proceso incesante, que hace a la idea de acción frente a un conflicto, cuya idea esencial reside en sus caracteres histórico y social. La salud entonces, es entendida como proceso con caracteres histórico-sociales, despojada del individualismo.
Definimos como Campo a un espacio de luchas e intereses donde siempre hay algo en apropiación, según Bourdieu es un espacio (real o virtual) en el que está en juego un conjunto de saberes, practicas e intereses.
Stolkiner, en “Prácticas en salud mental”, dice que existe un campo de prácticas sociales que se denominan de Salud Mental. En el mismo co-existen y antagonizan cuerpos conceptuales diversos, entran en contradicción formas hegemónicas y alternativas, se imbrican ideologías y teorías.
No hay una distinción tajante entre ciencia e ideología, ésta relación no es de ruptura, sino de articulación. Es esta concepción las que nos lleva a afirmar, que es esperable el surgimiento de propuestas originales en teoría y prácticas de la salud en los países de América Latina y el Tercer Mundo en general, por tratarse de un campo de problematización del saber atravesado por múltiples contradicciones.
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