TERAPIA CONDUCTUAL
Enviado por • 8 de Octubre de 2012 • 2.025 Palabras (9 Páginas) • 2.990 Visitas
TERAPIA CONDUCTUAL
O terapia del comportamiento. Inspirada en los métodos y conceptos fundamentales del conductismo, intenta describir, explicar y modificar los trastornos del comportamiento. Esta terapia considera que los trastornos psicológicos hay que interpretarlos como trastornos conductuales, y que éstos son consecuencia del aprendizaje de hábitos perjudiciales o desajustados. La terapia consistirá en enseñar al paciente a emitir respuestas adaptativas ante los estímulos que les provocan respuestas inadaptadas, bien sea con un desaprendizaje o extinción de la conducta inadecuada, bien sea aprendiendo un comportamiento más adecuado. La terapia conductual ha desarrollado múltiples técnicas terapéuticas, entre las que destacan la desensibilización sistemática, las técnicas aversivas, la terapia implosiva y las técnicas operantes.
TERAPIA CONDUCTISTA
Cambiar conductas mediante recompensas
¿Qué es?
Cada vez que celebramos las bromas de un amigo, castigamos a un niño travieso o damos un premio al que se ha portado bien, estamos practicando una forma espontánea de terapia conductista. Son muchas las situaciones de la vida diaria en que aprobamos las conductas que nos parecen deseables y reprobamos las indeseables.
De la misma manera, los terapeutas conductistas se valen de un sistema de recompensas (y a veces castigos) para ayudar al paciente a abandonar hábitos inaceptables o que son una amenaza para sí mismo o para los demás, como el tabaquismo, el alcoholismo, la conducta violenta o ciertas formas de temor irracional.
La terapia se basa en el principio de que las malas conductas, sea cual sea su origen, se adquieren como resultado de un aprendizaje. Los niños, por ejemplo, pueden aprender a portarse indebidamente si sus padres y maestros “premian” el mal comportamiento concediéndole demasiada atención. Por su parte, un adolescente puede caer en el consumo excesivo de bebidas alcohólicas para obtener la aceptación de otros jóvenes (que también beben en exceso).
Otro ejemplo de conducta alterada es el de las personas que padecen estrés pos-traumático, un conjunto de reacciones emocionales prolongadas que puede sobrevenir como consecuencia de haber vivido acontecimientos impresionantes.
En cualquier caso, la terapia conductista se propone desarraigar los hábitos nocivos y el comportamiento indeseable adiestrando al paciente a sustituirlos por reacciones más constructivas.
Utilidad
El tratamiento está orientado a la solución de problemas específicos como tabaquismo, alcoholismo, comportamiento obsesivo-compulsivo, fobias, temores y trastornos infantiles de la conducta como la enuresis y ciertas formas de comportamiento antisocial.
Como sucede con casi todas las formas de psicoterapia, la eficacia del adiestramiento conductista depende de dos condiciones fundamentales: el terapeuta debe inspirar absoluta confianza y el paciente debe tener el deseo genuino de superar su problema.
¿Cómo es una consulta?
La terapia conductista sólo debe ser aplicada por un psicólogo clínico o un psicoterapeuta competente. Después de preguntar al paciente cuál es la conducta que quiere modificar, cuándo empezó a manifestarse y qué consecuencias tiene para sí mismo y para los demás, el terapeuta elegirá la técnica apropiada de adiestramiento. Por regla general, el tratamiento se distribuye en sesiones semanales y tiene una duración total de tres meses.
Los casos de fobias y temores suelen tratarse con una técnica conocida como desensibilización sistemática: el paciente comienza por practicar ciertos ejercicios de relajación mientras imagina las situaciones que le causan temor; una vez que logra mantener la calma, se le hace afrontar gradualmente las mismas situaciones, pero en la vida real, sin olvidar la práctica de la relajación. Con el tiempo, esta última llega a aprenderse tan bien que se convierte en una reacción espontánea, y los temores o fobias quedan superados.
Un método más rápido para tratar ciertas fobias es la exposición forzada o confrontación directa, que consiste en obligar al paciente a afrontar la situación que teme; pasada la reacción inicial, y una vez que éste se da cuenta de que no sufre ningún daño, su miedo se desvanece y se impone el dominio racional. Muchas personas han aprendido a tolerar de este modo insectos, alturas, espacios cerrados y muchos otros motivos de fobia.
En el caso del alcoholismo suele utilizarse la terapia por aversión, uno de cuyos recursos más eficaces es la administración regulada de disulfiram, medicamento que produce náuseas, malestar general y otras reacciones físicas adversas cuando se com-bina con bebidas alcohólicas; en consecuencia, el enfermo tarde o temprano acaba por adquirir aversión al alcohol (y en ocasiones al simple olor del mismo). Una técnica menos radical de deshabituación, empleada para combatir todo tipo de adicciones, es la aversión imaginativa, que consiste en asociar mentalmente la sustancia a la que se es adicto con algún recuerdo o sensación desagradable.
El punto de vista ortodoxo
La terapia conductista está respaldada por investigaciones científicas sobre el proceso de aprendizaje, y muchos médicos reconocen su eficacia para combatir trastornos específicos de la conducta, que se beneficiarían poco con un tratamiento exclusivamente medicamentoso.
Principios de la terapia conductista
A finales del siglo pasado, el fisiólogo ruso Iván Pavlov (1849-1936) cobró fama al lograr que un perro salivara cada vez que oía una campana cuyo sonido había aprendido a asociar con la llegada de su alimento. Pavlov llamó reflejo condicionado a este proceso, y lo aplicó al estudio del aprendizaje en el hombre. A principios de nuestro siglo, el psicólogo estadounidense John B. Watson expuso el conductismo, doctrina psicológica que descarta los conceptos de mente y conciencia, y sólo da validez a la conducta observable del individuo. Muchos de los principios expuestos por ambos cien-tíficos constituyen los fundamentos de la terapia conductista moderna.
Después de la Segunda Guerra Mundial, otro psicólogo estadounidense, B. F. Skinner, formuló el concepto de reforzamiento, mecanismo por el cual una recompensa o experiencia agradable que el individuo asocia con determinada conducta aumenta las probabilidades de que ésta se repita. Por ejemplo, la agorafobia puede reforzarse en una persona por el alivio que ésta experimenta si se queda en su casa; con el tiempo, la persona puede acabar por no salir en absoluto.
La solución de Skinner a este problema consiste en asociar la falta de ganas de salir con una experiencia desagradable, a la vez que se asocia el hecho de salir con una recompensa. Este método aún se emplea
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