TRANSTORNOS DE LA PERSONALIDAD
Enviado por reychel1213 • 11 de Diciembre de 2013 • 2.383 Palabras (10 Páginas) • 307 Visitas
Este trabajo pretende generar una reflexión dentro del marco del V Congreso Nacional de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria, en torno a las características de la personalidad del drogodependiente y a las dificultades que encuentran los profesionales de la salud en la práctica clínica con esta población en medio penitenciario. Las teorías psicológicas de la personalidad son tributarias de la representación social de la persona, por ello, toda psicología de la personalidad implica una concepción filosófica del hombre. Cada teoría presenta una construcción conceptual establecida en base a una metodología diferente y se aplica en función de la realidad individual. En psicología, el concepto de personalidad es una construcción científica elaborada para poner en evidencia y esclarecer la realidad psíquica del individuo1.
La psicología de la personalidad intenta explicar el funcionamiento de la persona normal. Paralelamente, desde el ámbito de la psiquiatría, se ha estudiado la personalidad patológica y se han elaborado sistemas de diagnóstico y clasificación categoriales y descriptivos, utilizados por la Clasificación del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) de la Asociación Americana de Psiquiatría y la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) de la OMS, que consideran distintos grupos de signos y síntomas para identificar un trastorno de personalidad2.
La personalidad, siguiendo el modelo cognitivoconductual, se define como la integración estable de un conjunto de comportamientos, emociones y cogniciones que caracterizan el estilo de vida de un individuo y su modo de adaptación y que representa su estabilidad en el tiempo y a través de situaciones diversas. Es la expresión característica de la manera de vivir del individuo, de concebirse a sí mismo y de establecer las relaciones con el medio.
Los trastornos de la personalidad, según la CIE 10, se definen como modos de comportamiento, profundamente enraizados y duraderos, que consisten en reacciones inflexibles a situaciones personales y sociales de muy diversa naturaleza. Suponen desviaciones extremas o significativas de las percepciones, de los pensamientos, de las sensaciones y en particular de las relaciones con el entorno2. Estas desviaciones, según el DSM IV, deben manifestarse en más de uno de los siguientes aspectos: las cogniciones, es decir, formas de percibir e interpretarse a uno mismo, a los demás y a los hechos o situaciones; la afectividad (por ejemplo, la gama, intensidad, labilidad y adecuación de la respuesta emocional); la actividad interpersonal y el control de los impulsos3. Estos comportamientos son, en general, estables y engloban múltiples facetas del comportamiento y del funcionamiento psicológico del individuo.
Pueden estar asociados a un sufrimiento o malestar subjetivo y a una alteración del funcionamiento personal y de las competencias sociales. Ciertos tipos de comportamiento aparecen precozmente en el trascurso del desarrollo del individuo, con la influencia de factores constitucionales y sociales. Las modificaciones de la personalidad, por el contrario, son adquiridos en la edad adulta como consecuencia de situaciones de stress severos o prolongados, de un aislamiento extremo del entorno, de trastornos psiquiátricos severos, de enfermedades, de lesiones cerebrales o del abuso y la dependencia de sustancias psico-activas2.
La preocupación de los profesionales por el diagnóstico y tratamiento psiquiátrico de drogodependientes ha aumentado considerablemente estos últimos años. Con frecuencia, tras el fracaso terapéutico de ciertos pacientes drogodependientes encontramos una patología psiquiátrica subyacente. Su abordaje constituye en la actualidad uno de los aspectos fundamentales de los programas asistenciales: por su elevada prevalencia, por su significado en relación al pronóstico y por su complejidad a la hora de establecer un diagnóstico y elaborar un programa terapéutico. Nos referimos a la llamada patología dual que constituye una nueva entidad clínica que resultaría del sinergismo entre un trastorno psiquiátrico y un trastorno por abuso de sustancias, pudiéndose diferenciar en su curso y en su pronóstico de los síndromes psiquiátricos clásicos y necesitando asimismo de un abordaje específico6.
Según diferentes estudios epidemiológicos, hasta el 80% de los adictos tendrían un diagnóstico psiquiátrico no relacionado con el abuso de sustancias. Aproximadamente el 50% de los pacientes con trastorno por uso de sustancias tiene al menos un diagnóstico de trastorno de la personalidad, oscilando entre un 46% para los alcohólicos y el 65-68% para los dependientes a opiáceos7. Estas cifras pueden alcanzar el 71% en el caso de los programas de prescripción de heroína5.
Uno de los principales puntos en la investigación en los trastornos relacionados con sustancias ha sido la búsqueda de una tipología adictiva en la personalidad de los pacientes. En la actualidad no se puede hablar de personalidad adictiva pero es probablemente en las llamadas personalidades «impulsivas, dramáticas e hiperemotivas », recogidas en el grupo B del DSM IV, donde se encuentran representados la mayoría de estos pacientes, es decir en las personalidades antisocial, límite o borderline, narcisista e histriónica. Éstos plantean en ocasiones grandes dificultades de conducta y en el establecimiento y mantenimiento de las relaciones interpersonales5.
El paciente borderline se caracteriza por la inestabilidad afectiva, la presencia frecuente de disforia, ansiedad, irritabilidad e ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés o síntomas disociativos graves, la impulsividad, la inadaptación a las reglas y la alternancia entre posiciones extremas con comportamientos autolíticos (tentativas de suicidio o automutilaciones). El paciente antisocial muestra un comportamiento impulsivo, irritabilidad y agresividad, una inestabilidad social y personal, ausencia de culpabilidad e inadaptación a las normas sociales. El histriónico se caracteriza por la búsqueda constante de la atención, el egocentrismo, la dramatización y la respuesta emocional exagerada. En el paciente narcisistaencontramos una gran dificultad a la autocrítica, reforzado por la negación de la realidad y la intolerancia a las frustraciones. La poca empatía y una actitud arrogante puede dificultar la relación en gran medida.
La sintomatología de los trastornos de la personalidad se complica cuando existe un consumo concomitante de sustancias, pudiendo desencadenar otra cascada sintomatológica secundaria y complicar el cuadro clínico primario. Con frecuencia, nos encontramos pacientes afectados de trastornos graves de la personalidad que son dependientes a varias
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