Terapia Centrada en la Persona II El crecimiento Humano.
Enviado por aseps • 17 de Noviembre de 2016 • Tarea • 2.379 Palabras (10 Páginas) • 261 Visitas
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Alberto Carlos Sepúlveda Ibarra.
Maestria en Psicoterapia Humanista.
Terapia Centrada en la Persona II
El crecimiento Humano.
Carl Rogers desarrollo un talento especial para la observación y compresión del fenómeno del crecimiento. Tal vez debido a este talento su hipótesis acerca del crecimiento especifico del organismo humano atraves de la relación interpersonal no emanan de modelos teóricos filosóficos sino de la captación cuidadosa de las condiciones favorables a este en los seres vivos, especialmente en los humanos.
El desarrollo de todos los organismos fácilmente puede identificarse atraves de la observación empírica, las tendencias básicas o pautas fundamentales en la evolución del crecimiento.
La estructura de la reseña consta de tres partes:
- La importancia de los procesos de integración de la experiencia en el hombre en su búsqueda de autonomía.
- La función de la terapia que en dicha integración.
- Datos importantes sobre la gestación de la psicología humanista en México
Lafarga sostiene en buena medida que la psicología humanista, se concentra en el problema de la auto-imagen y dicho de otra forma, en el amor hacia el sí mismo. “En el organismo humano, esta imagen de sí mismo es en parte refleja y en parte consecuencia.
Puede estar asociada con sentimientos de estima y afecto o con sentimientos de
rechazo. El medio social en que el niño nace y se desarrolla, es el factor determinante del tipo de sentimientos que éste asocia con su propia imagen.
Si un niño vivió en ambientes que lo hicieron experimentarse como un ser querido, se querrá por “reflejo” a sí mismo. Sentirá que es correcto ser él mismo y aceptará la demanda de sus propias necesidades.
En cambio, si este niño creció en ambientes hostiles, sentirá vergüenza y rechazo
de ciertos aspectos de sí, pues se la ha enseñado que no está bien ser lo que él mismo es.
Incluso aquel humano que se formó en condiciones que le facilitaron el apreció de
si, debe enfrentar sentimiento de no sentirse lo suficientemente valioso porque siempre habrá alguien mejor que uno- y difícilmente, se tiene el aprecio constante de los que uno quiere.
En consecuencia, tanto el que tiene alta autoestima como el que no, tiene la tendencia de ocultar aspectos de sí a la propia mirada o a la ajena, en función de la preservación de la propia imagen y estima.
La ventaja radica en comprender que este fenómeno deviene del proceso de crecimiento y/o autonomía, que se consolida como integración de la experiencia. Quien puede mantener una imagen favorable de sí mismo frente a una situación que limite sus deseos “es capaz de encontrar formas de superar dichas limitaciones y de convivir con las frustraciones y reacciones que éstas generan, y encontrar así satisfacciones compensatorias y pautas constructivas de conducta que mantienen y aumentan la estima propia.
Para Lafarga, el que se dé la posibilidad de ese movimiento de integración tan importante, tiene que ver con la propia imagen que se tenga de sí. Entre más se es capaz de tolerar lo que se oculta, y entre menos tiemblen las referencias de la auto-imagen en el encuentro con lo indeseado, mayores serán la posibilidades de apertura a la experiencia, de aprendizaje, y de autenticidad.
Sí hay crecimiento en la apropiación del carácter autónomo, aquél que niega las experiencias que le permitirían superar los propios miedos, está destinado a mantener relaciones de fuerte apego, y de tipo narcisistas; es decir, se mantendrá como un ser humano incapaz de aceptar que el devenir de la vida, con sus bajos y altos, está por encima de su voluntad.
Por tanto, este mismo niño no podría desarrollar su autosuficiencia, si por estar en la guardería, no fuera capaz de aceptar la ausencia momentánea de sus padres.
Para recobrar las propias fuerzas y generar con actividades el sentimiento de la vida o expansión, el adulto tiene que superar la pérdida de un objeto de deseo, así como también, el de las distintas limitaciones ocasionadas por sus miedos.
En el libro Desarrollo humano, problemas como la conciencia, la construcción del self, la autoestima o la agresividad, son temas que se van a estar discutiendo a la luz de contrastar si en efecto, el ser humano tiene ese cierto impulso tanto hacia el crecimiento físico como
al psicológico.
Este último lo caracteriza como autonomía y se mide en el carácter humano cuya “virtud” se ve más claramente en el enfrentamiento con situaciones indeseables, así como en la facilidad para extraer de dichas situaciones, las más posibles satisfacciones.
Y como todo esto tiene que ver con la línea central que articula el pensamiento del autor, el amor es el eje que será tematizado siempre y en todos los capítulos: “Tal vez el proceso de crecer a través de la experiencia psicoterapéutica, pueda describirse como pasar del narcisismo a la experiencia del amor
¿Si no es con la capacidad de integración de la experiencia, cómo lograr entonces, esa tolerancia frente a cualquier representación indeseada que conlleve la disminución de un sentimiento de propia valía?
El amor, experiencia fundamental del hombre, podría vivirse mas plenamente, en razón de la capacidad para aceptar revelar al otro lo que se consideran las propias faltas.
¿Por qué no generamos con facilidad esa intimidad?
¿Qué impide experimentar este amor que potencializaría el crecimiento personal y el
ajeno?
¿Por qué ese “anhelo colérico de control” tanto sobre uno mismo como sobre
el otro?
Lafarga insistirá a lo largo de las páginas, que esos movimientos de ocultamiento, están arraigados en miedos por la pérdida de la autoimagen. Aunque parezca que el deseo de poder finalmente tenga como objetivo la suspensión de ese miedo.
I. El marco teórico que Juan Lafarga denomina como “Desarrollo humano”, se definirá como relación entre el impulso del crecimiento y la búsqueda de autonomía:
Como un concepto más amplio que abarca todas las teorías y todos los sistemas prácticos para promover el crecimiento personal de los individuos, las parejas, las familias, los grupos y la sociedad; el desarrollo humano desde cualquier perspectiva conductual, psicoanalítica, gestalt y de mas paradigmas, sobre la base de que el desarrollo humano radica en la proyección del enfoque centrado en la persona que ya se dejaba ver, en forma latente, desde sus primeras formulaciones, hasta convertirse en una disciplina científica profesional
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