Trabajo Con Los Padres
Enviado por luis • 9 de Agosto de 2014 • 2.279 Palabras (10 Páginas) • 228 Visitas
SOBRE EL TRABAJO CON PADRES: su lugar en el tratamiento con niños.
“Destacar la incidencia de la función paterna y materna como clave fundamental en el entramado de la constitución subjetiva presupone pensar el campo y la función del lenguaje en el decir de aquellos que sostienen una función instituyente, la cual permitirá, en el mejor de los casos, que el niño encarne la chance deseante, pero también malestares, síntomas, inhibiciones y hasta su borramiento. Desde esta perspectiva, como decía Doltó, todo padre es adoptivo en tanto lo biológico se anuda con otra hechura fabricada a partir de las vicisitudes de la pulsión y las transferencias en juego”.
Teniendo en cuenta los temas que se presentaron en el programa del seminario, me propongo analizar el lugar de los padres en el trabajo con los niños desde el psicoanálisis. Para ello comenzaré revisando algunos aspectos teóricos sobre la concepción de la familia desde la enseñanza de Lacan. Luego desarrollaré ciertas perspectivas sobre los lugares que pueden ocupar los padres en el dispositivo clínico y las posiciones del analista producto del fenómeno de la transferencia. Finalmente realizaré una breve vinculación con fragmentos de un material clínico.
Consideraré en primer lugar la definición que plantea Lacan respecto de la función de la familia en “Dos notas sobre el niño”: “La función de residuo que sostiene (y a un tiempo mantiene) la familia conyugal en la evolución de las sociedades, resalta lo irreductible de una transmisión- perteneciente a un orden distinto al de la vida adecuada a la satisfacción de las necesidades- que es la de una constitución subjetiva, que implica la relación con un deseo que no sea anónimo”
En dicho fragmento, el autor advierte sobre la función residual de la familia en tanto la misma constituye una estructura que perpetúa en el tiempo otorgando la pertenencia del infans a un grupo social. Asimismo permite la subsistencia del recién nacido en la cultura más allá de cumplimentar con las necesidades físicas y hace posible la transmisión generacional. Podríamos decir que es esa unidad mínima que alberga al niño y ejerce la crianza entendida como el “tiempo de la estructuración subjetiva del infans. Temporalidad del Edipo” . Pues es en el seno familiar que el “pequeño cachorro humano” ingresa en el mundo del lenguaje a través del reconocimiento del Otro, quien será el encargado de realizar o al menos de propiciar las condiciones para que “la inscripción de un deseo que no sea anónimo” sea posible y de esta forma producir el advenimiento de un nuevo sujeto.
Tomando en cuenta estos postulados, puede formularse la pregunta sobre qué sucede cuando algunas o todas las funciones que se le atribuyen a la familia se encuentran ausentes o sufren excesivas fallas. ¿Hay en estos casos una familia? ¿Con qué impronta se configuran los lazos parentales? ¿Qué lugar alcanza el pequeño que llega al mundo en dichas situaciones? Muchos de estos interrogantes son los que se formulan en la clínica con niños perturbados cuando luego de la consulta de los padres, el analista decide el comienzo de un trabajo con el niño. Pues en estos casos es importante atender a las coordenadas de cada caso para revisar los diferentes “lugares” a los que puede verse llevado el profesional si se ubica desde ciertas determinaciones imaginarias. Con esto me refiero a que muchas veces se presentan posiciones como éstas: - el niño como objeto de violencia, de descuido y abandono, donde se establecen relaciones en término de víctima-victimario respecto del pequeño y sus padres funcionando el analista como legalidad en tanto se presenta como una terceridad mediadora.
- el niño como objeto de disputa producto de la rivalidad imaginaria entre el analista y los padres sobre desacuerdos en la crianza. Los mismos pueden causar efectos colaterales como el retiro parcial y la finalización abrupta del tratamiento. - la fantasía de salvar al niño de vivir con estos padres y el trabajo sobre la impotencia y las frustraciones del analista. - la consulta de los padres que no vienen a pedir tratamiento para sí.
Respecto de este último punto me interesa profundizar algunos aspectos, sin dejar de mencionar que los anteriores resultan de igual importancia y que cada uno de ellos obedece al trabajo sobre la lógica del caso y las vicisitudes de la transferencia.
Bajo diferentes modalidades, los padres deciden realizar una consulta y es sobre su discurso que se deslizan las representaciones, los deseos, los síntomas. En este punto resulta esclarecedor revisar las “opiniones” como lo llama Alejandro Ariel sobre dicha temática en la tradición analítica. En primer lugar, nos encontramos con la hipótesis de que el niño funciona como soporte transferencial para sus progenitores y como causa del deseo de sus padres. Dice Lacan: “El síntoma del niño está en posición de responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar” . Es decir que mediante el lazo transferencial con el analista se reeditan los fantasmas de la pareja ahora en un soporte real como es el cuerpo del niño funcionando éste como causa del deseo parental y como síntoma en cada estructura familiar. En segundo lugar, puede ubicarse el síntoma de la pareja en tanto el nombre que cada uno de ellos le da a su existencia en su función como madre y como padre y que el niño “soporta”. En este sentido, “el síntoma puede representar la verdad de la pareja familiar” en tanto funciona como el nombre, el representante para el Sujeto y como significado del Otro en el Sujeto. En tercer lugar está la pregunta: “¿Lo estamos haciendo bien?” que muchas veces aparece velada en el sufrimiento del hijo por el que consultan, del hermano del hijo, en la violencia de alguno de los progenitores, por la admonición de la escuela, el club, otras familias, etc. De lo que se trata aquí, afirma Ariel, es de una “SUPERVISIÓN de la FUNCIÓN PATERNA” es decir, “de
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