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Trastorno De pánico


Enviado por   •  30 de Junio de 2013  •  3.438 Palabras (14 Páginas)  •  771 Visitas

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¡Que no cunda el Pánico!

Guía educativa para pacientes con crisis de pánico

Dr. Danilo Quiroz

Centro de Enfermedades del Ánimo Efeso

¿Qué es el Trastorno de Pánico?

El trastorno de pánico consiste en

CRISIS DE MIEDO y SÍNTOMAS FÍSICOS (crisis de pánico) que se repiten con frecuencia,

MIEDO A TENER NUEVAS CRISIS (ansiedad anticipatoria) y

TEMOR DE ENFRENTAR SITUACIONES RELACIONADAS CON LAS CRISIS (agorafobia).

Crisis de pánico

Las crisis de pánico son crisis de miedo acompañadas de síntomas físicos intensos y molestos. El comienzo del trastorno de pánico generalmente ocurre con una o varias crisis, sin que la persona pueda identificar una causa evidente; se presentan como un malestar corporal que incrementa rápidamente su intensidad, en segundos o pocos minutos.

Los síntomas físicos usualmente son alarmantes: sensación de falta de aire o de opresión en el pecho que puede ser incluso dolorosa (pudiendo parecer un infarto cardíaco), malestares de tipo neurológico como mareos y hormigueos (que pueden hacer pensar en un infarto cerebral), malestares gástricos, etc. (ver cuadro 1).

En estas circunstancias la persona siente que algo grave está ocurriendo: “estoy sufriendo un infarto”, “algo está pasando en mi cerebro”, “se está rompiendo un aneurisma”, etc.

Por esta razón, generalmente las personas con crisis de pánico consultan en un servicio de urgencias, donde son chequeados y se descarta que existan tales problemas. Otras veces, los pacientes consultan diversos especialistas para descubrir qué enfermedad “grave” tienen, siendo “defraudados” cuando después de varios exámenes, estos no arrojan resultados positivos.

Si bien el trastorno de pánico es un trastorno por ansiedad o angustia, es frecuente que los pacientes no se den cuenta que el miedo o la angustia excesiva es parte importante de la crisis, sino que la atención está puesta en los síntomas físicos, por eso buscan ayuda médica y no consideran que sea una condición psiquiátrica.

Es importante destacar que las crisis son autolimitadas, es decir siempre se detienen dentro de algunos minutos (generalmente no más de 5 o 10 minutos).

Miedo a tener una nueva crisis (ansiedad anticipatoria)

Luego de tener una o dos crisis de pánico, las personas pueden desarrollar temor a tener nuevos episodios similares, por miedo a una consecuencia catastrófica (“ahora sí que tengo un infarto”, “ahora sí se está rompiendo un aneurisma”) lo que nuevamente es descartado con nuevas visitas al servicio de urgencias o más exámenes.

Este temor puede estar presente buena parte del día, disminuye cuando se está distraído o cuando no existen situaciones que puedan desencadenar una crisis.

También este temor puede manifestarse como preocupación excesiva sobre el estado de salud, por ejemplo: pequeños malestares son interpretados como posibles causas de las crisis y se piensa que son señales que algo malo está pasando, lo que finalmente se acompaña de una nueva visita al médico u otro examen de laboratorio.

Temor a los lugares (agorafobia)

La agorafobia consiste en el temor y evitación de las situaciones o lugares que se asocian a una mayor probabilidad de tener nuevas crisis. Esta evitación no necesariamente es “consciente”, es decir la persona no elige ni se da cuenta porqué está evitando dichas situaciones.

Como consecuencia, las personas presentan una restricción en su estilo de vida producto de limitar su “radio de acción”, dejando de hacer diferentes cosas para no tener una nueva crisis de pánico.

Las circunstancias que generan este tipo de temor, son aquellas que se han asociado a las crisis, por ejemplo, lugares con mucha gente, centros comerciales, metro o locomoción pública, estar solo de noche, estar viajando y pasar por un túnel, etc.(ver cuadro 2). Sin embargo, las asociaciones pueden ser muy variadas y específicas para cada paciente.

El desarrollo de este temor funciona más o menos así:

Ejemplo 1. Tengo una crisis de pánico en el metro →

→ evito subir al metro en horario punta →

→ evito subir al metro en cualquier horario →

→ ya no puedo subir al metro (nunca más).

Ejemplo 2. Tengo una crisis de pánico asociada a mareo y siento que puedo perder el conocimiento → → mirar debajo de la cama a buscar los zapatos me produce mareo→ tengo temor a mirar debajo de la cama.

¿Qué tiene que ver mirar bajo la cama con la crisis de pánico? Nada, salvo que existe una asociación entre el síntomas (mareo) y el miedo a tener una crisis de pánico.

La conducta de evitación puede ser desde mínima (tengo de temor de subir al metro, pero lo hago de todas formas, aunque en horas con menos gente) a extrema (no salgo de la casa, ya que de solo pensarlo tengo una crisis de pánico).

En la medida que se evita estas situaciones, cada vez es más difícil enfrentar la misma situación en la siguiente oportunidad, se consolida más el miedo y por lo tanto la restricción de la actividad y del estilo de vida.

¿Cómo se trata el trastorno de pánico?

Podemos dividir el tratamiento del trastorno de pánico en dos partes:

a. Suprimir las crisis de pánico inmotivadas

b. Perder el miedo y las evitaciones relacionadas a las crisis

Es sumamente importante tratar ambos componentes, pues ocurre con alguna frecuencia que los pacientes eliminan las crisis de pánico a costa de restringir su nivel de actividad -“si no salgo, no tengo crisis de pánico”- lo cual no es un resultado óptimo.

El objetivo del tratamiento es volver a tener un nivel de actividad comparable al que se tenía previo al comienzo de las crisis.

En términos generales, el primer objetivo se puede conseguir con algunos medicamentos y el segundo objetivo con cambios conductuales dirigidos a vencer el miedo y recuperar el espacio perdido con las evitaciones adquiridas en el tiempo.

Para suprimir las crisis de pánico inmotivadas es necesario mencionar que “todo comenzó...con una crisis de pánico”.

Usualmente se utilizan medicamentos de dos tipos, antidepresivos “antipanicosos” y benzodiazepinas.

i. Los antidepresivos “antipanicosos” disminuyen progresivamente la frecuencia e intensidad de las crisis de pánico. La disminución en la intensidad de la crisis, muchas veces es percibida por los pacientes como una “crisis abortada”,

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