Una Educación Positiva
Enviado por mcortina • 17 de Junio de 2015 • 2.141 Palabras (9 Páginas) • 173 Visitas
Una Educación Positiva.
En 1998 surge en Estados Unidos una nueva rama de la psicología; la psicología positiva. Esta corriente es acuñada por primera vez en la conferencia inaugural de Martin Seligman. En esta se propone que es necesario promover a través de la investigación los aspectos positivos del ser humano, aquellos que son emocionalmente beneficiosos para la salud mental de la persona. En el presente ensayo se expondrá su importancia en la educación, se demostrará que esta puede mejorar no solamente los aspectos académicos de la vida del alumno, sino también el desarrollo social y emocional a futuro.
Luego, en el minuto en que las exigencias académicas van copando la agenda de los alumnos, el desarrollo personal de estos pasa a segundo plano. Ya no hay tiempo suficiente para dedicar a actividades que desarrollen el área social y afectiva, y la escuela termina por ser solamente un medio para alcanzar el éxito en el futuro. Pero, ¿es este enfoque unilateralmente académico suficiente para educar personas íntegras? La investigación ha demostrado que no. Es por esto que se debe cambiar el currículo escolar incluyendo actividades basadas en la psicología positiva, para que los jóvenes se desarrollen de manera íntegra.
Además, frecuentemente se olvida lo difícil que es la etapa escolar. Esta se caracteriza por ser un período de busca de la identidad constante. Las típicas preguntas ¿de a dónde vengo? y ¿a dónde voy? no se responden por medio de logros académicos y competencia entre compañeros, sino que a través la búsqueda de qué es lo que ayuda a alcanzar la felicidad, como se presenta en la siguiente cita: “la pasión se relaciona con el entusiasmo, con el compromiso y la esperanza, que son características clave de la eficacia de la enseñanza” (Parra, 2014, p. 16).
Se deben fortalecer áreas de la mente que incrementan las habilidades sociales tales como la autoestima, la aceptación de la diversidad, el autocontrol, el respeto a las emociones ajenas y la comprensión de las propias. Se analizará por qué la sala de clases es un lugar privilegiado y preciso para la implementación de esta disciplina, y por qué este es un proceso que debe durar toda la etapa escolar, así como también la importancia e influencia que tienen los profesores como guías en cada área que se presente.
En definitiva, se debe replantear lo que se está enseñando, y la importancia de desarrollar las fuerzas personales como preparación para la vida, a la par con la enseñanza de conocimientos académicos. Tal como dijo Seligman, “el propósito de la Psicología Positiva consiste en comenzar a catalizar un cambio en el foco de la Psicología, superando la preocupación única en reparar las peores cosas de la vida, en pos de la construcción de cualidades positivas” (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000 en Arguís, et. al, 2010, p.11).
Para empezar, el enfoque que le quiere dar la psicología positiva a la educación, es aquel que desarrolle a los alumnos en un equilibrio entre los aspectos físico, intelectual, emocional y espiritual. Esto se debe lograr ya que es la manera más óptima para alcanzar la felicidad. Está claro que ser feliz va mucho más allá de una sonrisa, es bastante más complejo que eso, tiene que ver con el disfrute y el fluir de la vida. ¿Por qué en la escuela? Porque es el lugar donde un niño pasa la parte más importante de su vida en términos de aprender no sólo conocimientos académicos, sino que también a relacionarse con el resto y cultivar el carácter y la personalidad.
Ahora, educar aplicando esta disciplina significa reforzar las habilidades y fortalezas, en lugar de tratar constantemente de corregir los errores y defectos. De esta manera “muchas de esas debilidades se reducirán como consecuencia de centrar el crecimiento de la persona sobre sus cualidades naturales” (Perandones, Lledó & Grau, 2010). Aplicada en el aula, la mayoría de los programas educativos que utilizan esta psicología coinciden en: incrementar las emociones positivas, identificar las fortalezas y cualidades y aplicarlas a la vida diaria, potenciar el significado de la vida, entre otros. Esto se logra a través de “actividades positivas” incluidas en el currículo de las diversas materias (Arguís, Et. Al, 2010).
Lo que los educadores deben lograr es priorizar los componentes de la felicidad, como “las emociones positivas, las experiencias óptimas (fluir), el optimismo, la gratitud, las relaciones positivas, la esperanza y la atención plena” (Albertín, 2012). Este tipo de métodos permiten educar desde la perspectiva de lo que funciona mejor en los alumnos, es decir, sus fortalezas, y todo esto implica educar en la felicidad. A medida que esto se va logrando, se mejoran factores que van construyendo al niño armoniosamente. Aumenta la resiliencia y mejora la salud física y mental, lo que está íntimamente ligado a disminuir el riesgo de crear una depresión.
Las medidas más importantes que se deben tomar en los colegios son enseñar a los niños a ponerse metas; evaluar riesgos, esfuerzo, sacrificio y tiempo que esta traerá. Escribir cada semana las cosas buenas que sucedieron, los logros y las satisfacciones. Identificar las cosas nuevas que cada día trae, meditar cinco minutos antes de empezar la clase, contemplar imágenes y escuchar música, despertar la conciencia, aprender a sonreír porque sí. Existen estudios que dicen que la cara puede enviar señales al cerebro, para que de verdad se sienta una emoción positiva (Parra, 2014).
Además, no hay que olvidar que la adolescencia en general se caracteriza por ser una etapa conflictiva. La autoestima puede subir y bajar constantemente, se altera la personalidad y la relación con adultos es difícil, sobre todo con padres y profesores. En este plano, es importante manejar la incertidumbre de los alumnos y canalizar las emociones de todas las maneras expuestas anteriormente.
Los resultados a largo plazo serán notorios. Un niño que está bien consigo mismo puede relacionarse efectivamente con el resto de sus compañeros y con todo aquel que lo rodee. Esto implica que automáticamente se reforzará el compañerismo y como consecuencia el bullying será cada vez menor. Un niño feliz crece a ser un joven feliz, y un joven feliz termina por ser un adulto feliz. Estos pequeños detalles que pulen la personalidad son los que permiten que un adulto logre formar una familia y mantenerse en un trabajo. Al final, todo remite al saber relacionarse, y para eso se necesita autoestima, autocontrol, aceptación de la diversidad, empatía, entusiasmo, esperanza y trascendencia.
Por otro lado, otro beneficio clave de la aplicación de todo lo mencionado anteriormente, serán los cambios en el rendimiento. El nivel de vida más pleno que se alcanza incluye también
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