Una Flecha En La Diana - La Evaluacion Como Aprendizaje
Enviado por williamperez • 19 de Agosto de 2011 • 1.323 Palabras (6 Páginas) • 1.615 Visitas
Una flecha en la diana.
La evaluación
como aprendizaje
aprender y mejorar. Y son reprobables
aquellas evaluaciones de las
que se derivan comparaciones injustas,
clasificaciones insensatas,
descalificaciones agraviantes o exclusiones
perversas. Son admirables
los usos didácticos, éticos y políticos
de la evaluación. Son inadmisibles
los abusos (Santos Guerra,
1995).
Una de las finalidades que ha
de perseguir la evaluación es el
aprendizaje. El aprendizaje de los
patrocinadores, de los evaluadores,
Miguel Ángel Santos Guerra
Catedrático de Didáctica y Organización Escolar
Universidad de Málaga
tas esenciales de la evaluación son
éstas: ¿qué beneficios persigue?, a
qué personas ayuda?, ¿a qué valores
sirve? (Santos Guerra, 1998a).
No tiene mucho sentido evaluar por
evaluar. Tiene menos lógica y ninguna
ética evaluar para jerarquizar,
atemorizar, perseguir y castigar.
Las evaluaciones que se cierran
sobre sí mismas, que no tienen más
finalidad que decir que se han hecho
no tienen razón de ser. Aquellas
que tienen fines pedagógicamente
pobres tienen poco significado para
“Las actitudes que hacen posible el
aprendizaje tienen que ver con la
apertura, con la humildad y
con la responsabilidad”
8 Nº 34 - Diciembre de 2002
Opinión
de los evaluados y de los testigos de
la evaluación.. Aprendizajes que se
pueden derivar del proceso y también
del contenido o resultado de la
evaluación. Para que el aprendizaje
se produzca hacen falta unas condiciones
en la dinámica de la evaluación
y unas actitudes en los protagonistas.
Las condiciones se refieren
a la transparencia, al rigor, a la
difusión. Las actitudes que hacen
posible el aprendizaje tienen que
ver con la apertura, con la humildad
y con la responsabilidad.
Quien no quiere aprender no
aprenderá.
Obsérvese que la evaluación
tiene dos componentes esenciales.
En uno de ellos se ha hecho tradicionalmente
mucho hincapié. Me
refiero a la comprobación. La evaluación
permite saber (con mayor o
menor rigor) si se han alcanzado
los fines que se perseguían. Pero tiene
otro componente en el que no se
ha reparado. O, si se ha hecho, ha
sido de forma interesada y arbitraria.
Me refiero a la explicación o
atribución. En efecto, la evaluación
no sólo dice si se han alcanzado los
fines sino por qué no (o sí) se han
conseguido. En el caso de la evaluación
de los alumnos se ve con
claridad que cuando éstos no han
conseguido realizar los aprendizajes
exigidos (componente de comprobación)
es por algún defecto suyo
(componente de explicación). Es
decir o son torpes o son vagos o no
estaban suficientemente preparados
(Santos Guerra, 1998b). Desde
esta suposición, el aprendizaje de
los docentes resulta imposible. Si el
fracaso se explica de forma tan poco
rigurosa y exigente, es imposible
poner en cuestión las prácticas profesionales.
Explicaré a continuación el por
qué del título que encabeza estas líneas.
Me gusta realizar con mis
alumnos y alumnas un ejercicio que
refleja nítidamente el trasfondo de
estas páginas. Contaré esquemáticamente
cómo se desarrolla la acti-
El ejercicio puede tener muchas
variantes. Por ejemplo le doy varias
vueltas sobre sí mismo al
que va a realizar el lanzamiento,
de manera que acabe casi mareado.
Ejemplifico así el caso de los
evaluadores que disfrutan haciendo
difícil la tarea a los evaluados. Otra
variante es hacer la evaluación del
lanzamiento, anotarla en el cuaderno
de calificaciones, pero no informar
al lanzador del resultado.
Pedirle que lo siga intentando sin
comunicarle nunca el resultado.
Esta forma de hacer la evaluación
permitiría clasificar a varios
lanzadores (1º, 2º, 3º...) sin que
ellos supieran exactamente por qué
ocupaban un determinado lugar.
De la misma forma podría hacerse
una selección de los mejores o una
eliminación de los peores. En ninguno
de estos casos permite el proceso
aprender nada nuevo a los
evaluados.
Puede también hacer el evaluador
algún comentario después de
realizar el primer lanzamiento (o,
incluso antes, como sucede en las
profecías de autocumplimiento). Por
ejemplo:
- Nunca he visto lanzar tal mal a
una diana, nunca he observado tan
escaso interés y tan poco acierto.
O, lo que es peor:
- Tú no sirves para esta tarea, jamás
la harás con perfección.
Seguidamente le pido al intevidad.
De ella deducirá el lector, sin
necesidad de muchas explicacio -
nes, lo que quiero decir cuando ha -
blo de la evaluación como aprendizaje.
Pido, en la clase, que un voluntario
se acerque al encerado. Una
vez allí le vendo los ojos con un pañuelo.
Dibujo en el encerado una
gran diana, con su blanco en el
centro y cuatro o cinco anillos alrededor.
Seguidamente coloco al interesado
frente a la diana y le pido
que lance hacia el centro un trozo
de tiza que previamente le ha dado.
Cuando hace impacto el proyectil
hago una "evaluación" sobre una
escala de cinco grados (muy mal -
mal- regular-bien-muy bien) y comunico
al interesado el resultado
sin explicarle las características de
su desviación. Seguidamente le invito
a repetir el lanzamiento y le
vuelvo a comunicar el resultado de
la evaluación.
...